Biografías- Fundadores Del PAN!
Nisavi19 de Noviembre de 2013
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Manuel Gómez Morin
Nació el 27 de febrero de 1897, en la región minera de Batopilas, Chihuahua; hijo de Manuel Gómez Castillo (español) y Concepción Morín del Avellano (hija de un inmigrante francés). Su ascendencia española, conforme a las leyes mexicanas de la época, limitaría significativamente sus futuras actividades políticas. Antes de cumplir un año de edad, perdió a su padre, tras cuya muerte su madre lo llevó consigo a Parral en donde estudió en el Colegio Progreso (protestante) y luego a la ciudad de Chihuahua, en donde continuó sus estudios en el Colegio Palmore (también protestante).
Posteriormente, en 1906, la familia se trasladó a León, Guanajuato. Ahí terminó la primaria en el Colegio del Sagrado Corazón de León; inició sus estudios de preparatoria en el Instituto María Inmaculada de León; la familia nuevamente cambió de domicilio, estableciéndose esta vez en la ciudad de México, en la que concluyó su bachillerato en la Escuela Nacional Preparatoria en 1915. Tuvo como maestros, entre otros, a Ezequiel Chávez, Manuel Toussaint y Antonio Caso. Ahí formó parte de la llamada “generación de 1915” o de los “Siete sabios”, junto a Vicente Lombardo Toledano, Teófilo Olea y Leyva, Alberto Vázquez del Mercado, Antonio Castro Leal, Alfonso Caso y Jesús Moreno Baca, quienes formaron una muy activa Sociedad de Conferencias y Conciertos.
Su carrera profesional la realizó en la Escuela Nacional de Jurisprudencia de la Universidad Nacional y en 1917, asistió a la jura de la nueva Constitución al lado de Vicente Lombardo Toledano, ambos representantes de esa escuela en ese acto.
Al mismo tiempo que desarrolló su vida estudiantil, también realizó otros trabajos: fue escribiente en un juzgado, profesor de la Universidad Popular y empleado de la Secretaría de Fomento, además de corrector de pruebas en El Demócrata y en La Vanguardia, e iniciar actividades periodísticas en El Heraldo de México, dirigido por el general Salvador Alvarado, y en El Universal, a veces con el pseudónimo de Manuel Castillo.
Tras recibirse como abogado el 18 de enero de 1919 con la tesis “Ensayo Crítico a la escuela liberal en el derecho y en la política”, abrió un despacho con Miguel Alessio Robles y fue nombrado secretario de la Escuela Nacional de Jurisprudencia y profesor de Derecho Administrativo y Teoría del Estado. Ese mismo año trabajó en la Secretaría de Hacienda y después de la caída de Carranza, en 1920, fue secretario particular de Salvador Alvarado, secretario de Hacienda del presidente Obregón y colaboró en la revista México Moderno. De ahí pasó, en 1921, a laborar en la Agencia Financiera del gobierno mexicano en Nueva York, en la que se intentó negociar la deuda externa mexicana; ahí realizó estudios de economía en la Universidad de Columbia.
En el gobierno de Álvaro Obregón fue designado oficial mayor de la Secretaría de Hacienda; poco tiempo después, a los 24 años ascendió al cargo de subsecretario de esa dependencia gubernamental, bajo las órdenes de Adolfo de la Huerta. Ahí desarrolló una intensa actividad: participó en la desincautación de los bancos intervenidos desde tiempos revolucionarios; proyectó una serie de medidas para dar orden al régimen fiscal del país de las cuales surgiría el impuesto sobre la renta.
En 1922 regresó a la Universidad, en la que desempeñó el cargo de director de la Escuela Nacional de Jurisprudencia a partir del 19 de mayo. Realizó la primera reforma sustancial en el plan de estudios; estableció las bases para las carreras de Licenciado y Doctorado en Economía y para algunas especialidades como Juez, Secretario de Sociedades, Trabajador Social, Organizador, Funcionario de Cooperativas y Actuario; elevó el número de horas de clases impartidas; creó nuevos sistemas para apreciar el aprovechamiento de los alumnos; enriqueció la planta de profesores; realizó cursillos y conferencias con destacadas personalidades; reformó y amplió la biblioteca; y en general, “logró inyectar al decrépito organismo vida y alegría”. Así, la antigua escuela fue elevada por primera vez a Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. El 11 de enero de 1925 dejó el cargo, tras una brillante gestión. Un año antes contrajo matrimonio con Lidia Torres Fuentes, con quien tuvo cuatro hijos: Juan Manuel, Gabriela, Mauricio y Margarita.
Con la llegada a la presidencia de Plutarco Elías Calles volvió a la Secretaría de Hacienda, como asesor de Alberto Pani, donde pronto se convirtió en un pilar de proyectos fundamentales para la reconstrucción económica del país: diseñó el impuesto sobre la renta, organizó la primera Convención Nacional Fiscal, fue el autor de la legislación que dio vida al Banco de México y de la primera reforma de las instituciones de crédito, además de la creación del Banco de Crédito Agrícola
En 1927, escribió un ensayo titulado “1915” en el que ensalzó los ideales de la revolución triunfante “porque la política colonial del porfirismo nos había hecho olvidar una verdad fundamental: existían México y los mexicanos...y el fracaso cabal del porfirismo en la política, en la economía y en el pensamiento justificaron e ilustraron el libre desarrollo de tendencias profundas que animaban el espíritu revolucionario” que fue una mezcla “sin discernimiento pero con un gran fuerza mística, de un incipiente socialismo sentimental, universal y humanitario con un nacionalismo hecho sólo de atisbos... una creencia religiosa en lo popular”. Propuso “organizar una ideología de la vida mexicana y de sus problemas, pero sin mistificaciones de oratoria y que resuelvan en la acción, no en la literatura, las graves contradicciones que se están viviendo”. Asimismo, expuso la necesidad de tecnificar al gobierno mediante una técnica que “no quiere decir ciencia pero la supone y la subordina a un criterio moral, a un ideal humano”, no un positivismo sino conocimiento cuantitativo. Así se podría ir avanzando poco a poco en el cambio revolucionario, que en este tiempo se centraba en la reforma agraria. Para finalizar, convocó a todos los revolucionarios a “darnos la mano sin reservas”, a encontrar coincidencias para lograr la unidad.
En su trabajo dentro del gobierno callista, también preparó un proyecto para la implantación del seguro social. Fue el primer presidente de la Junta Directiva del Banco de México, puesto al que renunció al parecer como protesta por los excesivos créditos otorgados a una empresa propiedad del general Calles. Después fue delegado ante la Liga de las Naciones y delegado Fiscal de la Liga de las Naciones en México.
A partir de entonces, se puso al servicio de los capitales más importantes de la iniciativa privada, entre otros: el Banco de Comercio, el Banco de Londres y México (del que fue accionista), Grupo Modelo, Puerto de Liverpool y Cerillos La Central.
En las elecciones presidenciales de 1929 apoyó a José Vasconcelos recaudando recursos para la campaña, sin embargo, no confiaba en el triunfo y escribió a Vasconcelos: “En resumen: ¿vale más lanzarse a una lucha que pueda llevar a los grupos contrarios al exterminio, para lograr el triunfo inmediato o perderlo todo, o vale más sacrificar el triunfo inmediato a la adquisición de una fuerza que solo puede venir de una organización bien orientada y con capacidad de vida? Personalmente creo en lo segundo y mi reciente experiencia me confirma en esa actitud”. Por eso, tras la derrota electoral, aconsejó la formación de una organización política que de manera permanente desarrollara sus actividades, pues de otro modo, la fuerza adquirida se desmorona “siempre que el triunfo se organice sobre la base de un hombre o sobre la igualmente precaria de un entusiasmo que fundamentalmente nazca de valores negativos”. Vasconcelos no siguió su consejo.
Tras la derrota electoral, salió del país durante algunos meses y en 1931 participó en las reformas que otorgaron al Banco de México funciones estrictamente de banco central: la regulación de la moneda y la regulación del crédito. Asimismo fue asesor del Secretario de Hacienda, Luís Montes de Oca, para quien redactó la Ley Monetaria y participó en la creación del Banco Nacional Hipotecario Urbano y de Obras Públicas, cuyo consejo de administración presidió.
Desde su despacho profesional fue abogado consultor de la Embajada Rusa, de la francesa y de otras más. También siguió siendo profesor de derecho en la UNAM.
En septiembre de 1933, cuando a raíz de una ponencia de Vicente Lombardo Toledano, director de la Preparatoria, aprobada por el Primer Congreso de Estudiantes Mexicanos, se desató la polémica acerca de si la educación socialista debía comprender o no la enseñanza universitaria, Gómez Morín salió en defensa de la libertad de cátedra y de la autonomía universitaria, y como protesta, junto con otros destacados juristas renunció a su cátedra universitaria. Fue entonces cuando se alió con los grupos católicos para defender la libertad de cátedra como bandera opuesta a la educación socialista, particularmente con la Unión Nacional de Estudiantes Católicos UNEC, cuyo impulso y apoyo también será muy relevante en la fundación del PAN, años más tarde.
Tras la violencia estudiantil y la represión policíaca desatada en las calles de la ciudad de México, así como la gran polémica acerca de si la UNAM debía tener una orientación socialista y la promulgación de una nueva Ley que ratificaba la autonomía, pero que de hecho suprimía el subsidio gubernamental, el 23 de octubre del mismo año de 1933, Gómez Morín fue nombrado rector provisional por una junta de profesores y alumnos. Aceptó el cargo bajo el lema de “austeridad y trabajo” y
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