Ciudad de Teotihuacan
braulio9013 de Abril de 2013
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Todo esto ocurrió en la gran Ciudad de Teotihuacan.
Después de la destrucción del Cuarto Sol, se reunieron todos los dioses, todas las creaciones anteriores habían sido destruidas por una catástrofe, y con ella habían desaparecido los soles, las tierras y los seres humanos de cada una de esas eras. Entonces los dioses se dieron cuenta de que la existencia del quinto sol solamente sería posible con el sacrificio de otro dios. Estaban de acuerdo en la necesidad de hacer que el sol brillara nuevamente y se preguntaban “¿Quién tendrá cargo de alumbrar el mundo?” pero nadie se atrevía al sacrificio. Entonces el Dios TECUZISTECATL, señor de los caracoles, interesado en hacerse notar, soberbio. Vestido de finas mantas con bordados de plumas de quetzal; con orejeras, nariguera y collar de fino jade; ajorcas, pulseras y brazaletes de oro, dijo: “yo tomo cargo de alumbrar el mundo”. Los dioses preguntaron “¿Quién será el otro”? pero todos temían y se disculpaban. A otro Dios, NANAHUATZIN que era buboso, que tenía el cuerpo lleno de pústulas, era muy humilde, vestía ropas de papel y que solo escuchaba le dijeron: “Se tú el que alumbre bubosito” A lo cual contestó: “en merced recibo el mandato que me hacen, que así sea”. Entonces TECUZISTECATL y NANAHUATZIN fueron a hacer penitencia por cuatro días. Todo lo que ofrecía TECUZISTECATL era precioso: en lugar de ramos ofrecía ricas plumas de quetzalli; en lugar de bolas de heno, las ofrecía de oro; en lugar de espinas de maguey que es un cactus, ofrecía espinas hechas de piedras preciosas y en lugar de ofrecerlas con su sangre ofrecía espinas de rojo coral. El copal de su ofrenda era muy bueno y aromático.
Por su parte NANAHUATZIN, el purulento, ofrecía ramos de cañas verdes atadas de tres en tres; bolas de heno y espinas de maguey teñidas con su propia sangre y en lugar de copal ofrecía las pústulas de su cuerpo, como heridas abiertas. Hicieron penitencia en los montes cercanos a Teotihuacan.
Por cuatro días ardió el fuego en el hogar llamado toetexcalli. Llegaron los dioses y fueron ordenados en dos filas, ambas al lado del fuego y los dos dioses frente a él. A Tecuzistécatl le dieron un plumaje y una jaqueta de lienzo y a Nanahuatzin un tocado, una estola y un máxtil, todo de papel. A la media noche todos los dioses se colocaron en rededor del fuego. Entonces dijeron al primer Dios: “¡Ea pues Tecuzistécatl, entra tú al fuego!” y él acometió para arrojarse. Pero como era muy grande y estaba muy encendido sintió el gran calor y tuvo miedo, retrocedió. Hizo un segundo intento pero no se atrevió. Por cuatro veces retrocedió sin poder arrojarse. Entonces los dioses dijeron: “¡Ea Nanahuatzin, prueba tú!” y el Dios haciendo el esfuerzo y cerrando los ojos se echó en el fuego y comenzó a rechinar y respender como quien se asa.
Entonces como vio Tecuzistécatl que ardiera Nanahuatzin, lleno de vergüenza también se arrojó al fuego pero alcanzó a caer solo en las cenizas.
Ambos bajaron al lugar de la muerte, al Mictlan, después del sacrificio, los demás dioses se pusieron a esperar la aparición de Nanahuatzin. Por fin al oriente se miró el alba, anrojecida.
Luego apareció un brillante sol que todo iluminó, era el cuerpo de Nanahuatzin que daba vida al quinto sol. Entonces apareció un segundo sol brillante. Los dioses se preguntaron “¿Cuál será el verdadero”? como no pudieron resolver, Papastatl, el Dios de las espumas, tomó un conejo y lo arrojó al segundo sol. De este modo fue apagando su brillo hasta quedar completamente pálido. Por eso es que en las noches de luna llena observamos la imagen de un conejo en ella. Fue así como en Teotihuacan se creó el quinto sol, nuestro niño precioso; el que hoy nos ilumnina. Fue creado OLLINTONATIUH o sol de movimiento.
Para que
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