Criollismo
ClaudiaGomezO19 de Noviembre de 2013
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“Criollismo”
Durante el período colonial comenzó a acuñarse un término que refería a los hijos de españoles nacidos en tierras americanas. Dicho término, comenzó a cobrar relevancia durante la época de la emancipación, al ser utilizado por los insurrectos para diferenciarse de las tropas leales al rey. Sin embargo, en la actualidad, este término suele asociarse a la identidad chilena como un todo, en especial, a las tradiciones campesinas de la zona central del país.
El pensamiento nacionalista de los criollos comenzó por destacar los valores de la población novohispana, la riqueza natural y cultural de la nueva sociedad y terminó por postular la autonomía económica con respecto de España. Desde el punto de vista político, los criollos veían la necesidad de reorganizar la colonia como una entidad independiente de España. Consideraban que por haber nacido en Nueva España debían ser ellos, y no los peninsulares, quienes la gobernaban.
Estos descendientes directos de los conquistadores se consideraron muy perjudicados por la promulgación de las Leyes Nuevas en 1542, que prohibían el carácter hereditario de las encomiendas, restándoles poder económico.
Al mismo tiempo, los criollos realizaron estudios y escribieron numerosos libros sobre los aspectos naturales de Nueva España, la geografía, las especies vegetales y animales y el clima; pero también se preocuparon por los aspectos sociales y por los hechos de la historia anterior a la conquista. Tal fue el caso del jesuita Francisco Xavier Clavijero, quien escribió La Historia Antigua de México. El nacionalismo criollo se desarrolló en todas las posesiones españolas en América: en el sur, por ejemplo, Francisco Miranda, Simón Bolívar y José de San Martín; en el territorio de lo que hoy es México, el escritor Servando Teresa de Mier y, más tarde, Mariano Michelena, Ignacio Allende; Miguel Hidalgo y otros, fueron criollos imbuidos de este sentimiento.
Los significados del “Guadalupanismo”
En una sociedad como la novohispana, atravesada por grandes desigualdades sociales y fuertemente dividida en distintos sectores, el Guadalupanismo, es decir, el culto a la virgen de Guadalupe, se convirtió en un elemento de unidad entre todos los habitantes de Nueva España. Aunque los misioneros españoles lograron que los indígenas participaran en la religión cristiana, el desterrar las creencias de las antiguas religiones no se consiguió del todo. Detrás de las cruces y los símbolos de la fe católica, los indígenas escondían las imágenes de sus dioses y los veneraban en secreto.
Así pues, durante las primeras décadas de la colonia, como parte de la conquista espiritual de los pueblos mesoamericanos, surgió el culto a la Virgen de Guadalupe cuyo santuario quedó ubicado en el centro del Tepeyac, al norte de la ciudad de México, justo en el lugar donde nuestros antepasados indígenas originalmente rendían culto a la diosas Tonantzin, “nuestra madrecita”.
Indígenas, mestizos y criollos fomentaron el culto a la virgen de Guadalupe y lo convirtieron en una devoción de carácter nacional. De acuerdo con la doctrina, la virgen eligió estas tierras y a sus habitantes para protegerlos, de ahí sus apariciones en el cerro del Tepeyac, donde ordenó la construcción de su templo. A ella se le imploró ante adversidades como epidemias y hambrunas, y se convirtió en la patrona de Nueva España.
Entre los criollos, el culto guadalupano coadyuvó a formar su conciencia patriótica. Es muy significativo que a los pocos días de iniciada la guerra de independencia, Miguel Hidalgo y Costilla tomó como estandarte una imagen de la virgen de Guadalupe. El fervor patriótico que ella representaba vigorizó el sentimiento de mexicanidad e impulsó el espíritu
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