Crisis En Mexico
bebabeba22 de Abril de 2015
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La idea de crisis alude, ante todo, a una noción de cambio. Puede quedar relacionada con un cambio abrupto y radical –como en la noción de cambio revolucionario, o en la teoría de la crisis del capitalismo como colapso; o puede referirse más bien a una modificación o trastocamiento paulatino, crónico o cíclico, de los pilares básicos de una configuración social dada. En todo caso, la idea de cambio o transformación sustancial, es la connotación compartida por cualquier significado de la expresión crisis que uno elija –expresión que, por otro lado, ha sufrido en las últimas tres décadas un vaciamiento de significado.
Por su parte, el Estado, o más bien, la relación estatal en una sociedad atravesada por múltiples contradicciones como la mexicana, voy a entenderla como la cristalización de una relación de fuerzas específica que se asienta en un entramado –históricamente construido- de instituciones y normas, así como en un sistema de creencias. Pensar al Estado, ante todo como cristalización de una relación de fuerzas implica entonces privilegiar la compresión del tipo de relaciones conflictivas que atraviesan al conjunto social. Y la relación básica entre las personas en la sociedad contemporánea es el antagonismo, es decir, entenderé al Estado mexicano como cristalización del equilibrio antagónico de fuerzas alcanzado en una confrontación social anterior.
Cualquier Estado, entendido de la manera anterior, y en particular el mexicano, incluye como rasgos decisivos dentro de sí una específica relación “mando-obediencia” y una “forma de circulación interna del mando1” –rasgos encarnados en el sistema de instituciones y normas, que se funda en el sistema de creencias-.
Por lo demás, la estabilidad de un Estado se apoya, entre otras cosas, en el reconocimiento social general de la cadena de mando y de su modo de circulación interna, es decir, en la fuerza institucional, normativa y, sobre todo, subjetiva-social, de la relación mando-obediencia específica de tal cristalización de una relación de fuerzas.
Considero entonces que hablar de la “crisis del Estado mexicano”, o de la transformación en la relación estatal, exige intentar dar cuenta de los cambios y transformaciones, paulatinos y abruptos de la relación de fuerzas sociales previa, cristalizada en un orden normativo e institucional y encarnado en la sociedad a través de un sistema de creencias, que ha sucedido en los últimos años en nuestro país. En términos más inmediatos y más cercanos, considero que para hablar de “crisis del Estado mexicano”, necesitamos indagar en los rasgos principales de las modificaciones en las relaciones sociales que se suelen llamar “neoliberalismo”.
Para fines analíticos y sin ningún afán de presentar una lista exhaustiva de las transformaciones en las relaciones sociales, conexas con lo que llamaré “ofensiva neoliberal” del capital, voy a considerar tres ejes básicos:
i. La modificación en el “uso de la fuerza de trabajo”, que regula la relación social básica entre el capital y el trabajo y que determina las maneras aceptables –histórica y socialmente, ie, aceptadas- de organizar la producción de riqueza, su control, distribución, disfrute y usufructo.
ii. El desmantelamiento, saqueo y despojo de lo que, durante un periodo de tiempo, fue considerado público y/o colectivo.
iii. La privatización del espacio y tiempo de la política, entendida ésta como conjunto muchas veces contradictorio, de normas, instituciones y creencias que regulan y dan sentido a la convivencia social.
A partir de estos tres ejes analíticos buscaré los elementos de variación en la relación estatal mexicana, como lugar por excelencia de existencia de una “totalidad social ilusoria”.
Así, las preguntas pertinentes que considero insoslayable responder si se ha de hablar de crisis del
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