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De La Provincia De Nicaragua


Enviado por   •  27 de Mayo de 2013  •  475 Palabras (2 Páginas)  •  427 Visitas

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DE LA PROVINCIA DE NICARAGUA

El año de mil e quinientos y veinte y dos o veinte y tres pasó este tirano a sojuzgar la

felicísima provincia de Nicaragua, el cual entró en ella en triste hora. Desta provincia

¿quién podrá encarecer la felicidad, sanidad, amenidad y prosperidad e frecuencia y

población de gente suya? Era cosa verdaderamente de admiración ver cuán poblada de

pueblos, que cuasi duraban tres y cuatro leguas en luengo, llenos de admirables frutales

que causaba ser inmensa la gente. A estas gentes (porque era la tierra llana y rasa, que

no podían esconderse en los montes, y deleitosa, que con mucha angustia e dificultad,

osaban dejarla, por lo cual sufrían e sufrieron grandes persecuciones, y cuanto les era

posible toleraban las tiranías y servidumbre de los cristianos, e porque de su natura era

gente muy mansa e pacífica) hízoles aquel tirano, con sus tiranos compañeros que fueron

con él (todos los que a todo el otro reino le habían ayudado a destruir), tantos daños,

tantas matanzas, tantas crueldades, tantos captiverios e sinjusticias, que no podría

lengua humana decirlo. Enviaba cincuenta de caballo e hacía alancear toda una provincia

mayor que el condado de Rusellón, que no dejaba hombre, ni mujer, ni viejo, ni niño a

vida, por muy liviana cosa: así como porque no venían tan presto a su llamada o no le

traían tantas cargas de maíz, que es el trigo de allá, o tantos indios para que sirviesen a

él o a otro de los de su compañía; porque como era la tierra llana no podía huir de los

caballos ninguno, ni de su ira infernal.

Enviaba españoles a hacer entradas, que es ir a saltear indios a otras provincias, e

dejaba llevar a los salteadores cuantos indios querían de los pueblos pacíficos e que les

servían. Los cuales echaban en cadenas porque no les dejasen las cargas de tres arrobas

que les echaban a cuestas. Y acaesció vez, de muchas que esto hizo, que de cuatro mil

indios no volvieron seis vivos a sus casas, que todos los dejaban muertos por los

caminos. E cuando algunos cansaban

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