Nicaragua
elpapiestebanTesis16 de Octubre de 2012
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Dentro del conjunto de dictaduras que rigen los destinos de Latinoamérica, especial atención merece el caso de Nicaragua. Nación centroamericana que soporta, desde hace casi medio siglo, los excesos de la familia Somoza, la dictadura más antigua del continente, que configura el tipo de la clásica tiranía ya superada en nuestros países (salvo quizás en Haití y Paraguay).
En efecto, al igual que acontece en las tiranías descritas por algunos escritores latinoamericanos, la dictadura nicaragüense se ha caracterizado por la total concentración del poder y la riqueza nacional en manos de los Somoza, que han ejercido el poder en función de sus propios intereses personales, sin sentido institucional alguno, sin barreras materiales ni lógicas y con un absolutismo lindante con lo absurdo. Y, así, cada uno a su turno, los Somoza han venido actuando como los duelos absolutos del gran feudo constituido por Nicaragua.
El porqué la evolución de Nicaragua ha llegado a tal estancamiento, se explica, primordialmente, por la cruenta guerra civil que sacudió al país en el pasado y a la interferencia norteamericana que ha sufrido constantemente.
Efectivamente, Nicaragua a pesar de su pequeñez (133.000 km2 y 2 millones y medio de habitantes), no solo constituía un bastión esencial para que EE.UU. se impusiese en el Caribe, sino que se encuentra en una zona estratégica para la "Defensa Continental" y es considerada como la nación más apropiada para construir una vía transoceánica que pueda eventualmente, reemplazar al actual Canal de Panamá. Presentando, además, grandes atractivos para la explotación primaria (banano, granos, madera, metales) en regular escala.
Así, ya en 1855, hubo Nicaragua de soportar que William Walker, un bucanero que operaba con respaldo oficial de EE.UU., la invadiese y se proclamase presidente. La intervención de Norteamérica en Nicaragua inicia una nueva era, en 1910, con la firma de los Pactos Dawson consolidándose, luego, a través de una serie de prestamos de la banca de ese país y mediante 2 largas ocupaciones militares: de 1912 a 1925 y de 1926 a 1933.
En 1933, la marina estadounidense hubo, finalmente, de retirarse del país, dada la resistencia de Augusto César Sandino, quien la combatió durante 6 años consecutivos. Antes de abandonar el país, sin embargo, los norteamericanos dejan constituida la Guardia Nacional, cuerpo armado que, bajo las órdenes de Anastasio Somoza García, se encargaría de asesinar a traición a Sandino (1934) y de llevar la actual dinastía al poder.
LOS SOMOZA
El fundador de la dinastía, Anastasio Somoza García, un contador, convertido por los invasores en el hombre clave de Nicaragua por su dominio del inglés, derroca a su tío Juan B. Sacasa en 1936 y se las arregla, a través de golpes de fuerza y manipulaciones electorales, para ejercer la Primera Magistratura hasta 1956. Año en que es ajusticiado por un opositor, cuando intentaba hacerse reelegir.
Al morir, le sucede en el poder su hijo Luis Somoza Debayle, quien ejerce la Presidencia desde 1956 a 1963. Mientras su otro hijo, Anastasio Somoza Debayle, se desempeña como Jefe de la Guardia Nacional y quien, a su vez, tras masacrar a más de 300 personas y herir a cientos de opositores en una manifestación, se hará designar como Presidente de la República en 1967, cargo que ocupará casi sin interrupciones hasta hoy.
La razón por la cual los Somoza se han sustentado en el poder durante 42 años, se debe tanto al apoyo irrestricto de Estados Unidos como a la fidelidad de la Guardia Nacional. Los Somoza han contado con el incondicional apoyo político, económico y militar de los diversos gobiernos que han pasado por la Casa Blanca que, de esta manera, han correspondido la lealtad que éstos han sabido demostrar hacia los intereses públicos y privados del imperio.
El Departamento de Estado norteamericano no solo ha supervigilado e intervenido abiertamente en los falsos procesos electorales que se llevan a efecto en Nicaragua, en aras de una ficción jurídico-política, que le dé un barniz de legitimidad al régimen (y dentro de la cual se mantienen un Congreso y un Poder Judicial supuestamente independientes) sino que, a través de sus funcionarios en Managua, ha tomado parte activa en los arreglos políticos que han facilitado la gestión de los Somoza. La injerencia que EE.UU. ejerce y ha ejercido es tal, que los propios nicaragüenses, de gobierno o de oposición, acostumbran visitar la embajada de ese país o viajar a Washington antes de dar un paso político importante.
La asesoría que el actual dictador recibe de fuentes norteamericanas llega hasta el punto que N.L. Wolfson, el portavoz y relacionador público del gobierno, es el presidente de una conocida empresa de relaciones públicas estadounidense, con sede en Nueva York, que se encarga de promover el régimen tanto en Nicaragua como en EE.UU. Es curioso remarcar que la influencia norteamericana ha determinado al dictador, incluso, en lo personal. En efecto, Somoza, luego de graduarse en West Point, ha conservado de por vida no solo los lazos de amistad con sus antiguos compañeros, que hoy se desempeñan en el Pentágono, el Gobierno y el Congreso stadounidenses, sino que también el hábito de intercalar palabras en inglés durante su conversación. Por otro lado, las dos mujeres a quien ha conferido, simultáneamente, el titulo de Primera Dama de la nación, son norteamericanas: su esposa, Hope Portocarrero y su amiga intima, Dinorah Sampson.
El régimen ha sido, así mismo, generosamente beneficiado con el apoyo financiero del sector público y privado de EE.UU., que se ha canalizado, casi en su totalidad, hacia las cuentas bancarias personales de la familia Somoza. (Lo que se ha traducido, lógicamente, en un endeudamiento de más de 850 millones de dólares y en un servicio de la deuda externa cercano a los $ 200 millones, en circunstancias que el presupuesto anual del país, para 1977, fue de 346.8 millones de dólares) 2. Actualmente, pese a las anunciadas intenciones de Carter de supeditar la ayuda económica al respeto de los derechos humanos, el apoyo a Somoza se mantiene, aun cuando su entrega se acelera o retrasa según el juego interno en Washington.
En consideración a que Nicaragua constituye una pieza clave en el engranaje bélico montado por el imperialismo, para asegurar su predominio en Centroamérica y garantizar el fracaso de todo movimiento revolucionario o nacionalista en la zona y que ha sido numerosas veces utilizada por éste para intervenir militarmente en otros países (como ocurrió con Guatemala en 1954, con Cuba en 1961 y con El Salvador en 1972), los Somoza han sido, también, grandes receptores de la ayuda.
Nicaragua, así mismo, cuenta con la misión militar norteamericana más numerosa de toda Centroamérica y ha desempeñado un papel decisivo en la integración que, bajo control estadounidense y mediante el Consejo de Defensa Centroamericano, se ha operado entre las fuerzas armadas de la zona, dando paso a una comunidad paramilitar centroamericana para la contrainsurgencia.
Por su parte, la Guardia Nacional ha sido, igualmente, fiel a los Somoza. Esta institución, que constituye el único cuerpo armado del país, fue formada por los norteamericanos a través de un Convenio impuesto por el embajador Mathew B. Hanna en 1932. Habiendo sido estructurada como un cuerpo de ocupación y dotada con altos mandos formados en West Point y otras academias militares estadounidenses, la función específica de la Guardia, que hoy cuenta con 7.500 hombres, y es dirigida por el propio dictador, es, y ha sido siempre, reprimir todo signo de oposición al régimen. Para lo cual dispone de bandas paramilitares paralelas y de batallones adiestrados en las bases norteamericanas de Panamá y con Centros de Entrenamientos dirigidos por instructores estadounidenses.
CARACTERÍSTICAS DE LA GESTIÓN SOMOCISTA
La tiranía Somoza se ha caracterizado, tanto por su incapacidad para resolver los problemas económicos y sociales de Nicaragua, como por la corrupción y la violación de los derechos humanos. Así, aún siendo Nicaragua un país productor y exportador de bienes agropecuarios básicos, a consecuencia de la concentración de la propiedad agrícola y del poder de exportación, en el campo, donde se ubica la mitad de la población económicamente activa, el 60% del campesinado padece de hambre y el 25% está cesante (según datos oficiales de 1976). Siendo el salario diario, por jornadas de 10-12 horas, de solo 5 córdobas (0,71 centavos de dólar) pagadas, generalmente, en especies y mercancías. La población urbana, a su vez, padece un 16% de cesantía, mientras que sólo el 5% percibe ingresos de 500 dólares o más y el 95% tiende a vivir en la miseria.
Para completar el desolador panorama nicaragüense, basta indicar que el 70% de la población es analfabeto; que sólo el 26% de los niños en edad escolar recibe educación primaria y que solamente hay 5 médicos por cada 10.000 habitantes.
Contrastando con lo anterior, los Somoza, con métodos, tales como la evasión tributaria, el uso de la capacidad crediticia del Estado y la canalización de los créditos extranjeros, han acumulado una opulenta fortuna. El inmenso capital heredado por la familia a la muerte del fundador de la dinastía, no ha dejado de crecer en los últimos años, sobre todo con la ayuda internacional llegada por el terremoto de 1972 y que fuere controlada por el actual dictador, en su calidad de Presidente del Comité Nacional de Emergencia y Ministro de la Reconstrucción.
Así, por ej., la familia Somoza es propietaria: del 60% de las tierras
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