De Una A Otra Venezuela

Arturo Uslar Pietri

De una a otra Venezuela

“Este es el uso de la memoria para liberación...

La Historia puede ser servidumbre,

La Historia puede ser libertad...”

T. S. Eliot

El reflexivo Arturo Uslar Pietri habla en su ensayo “De una a otra Venezuela” sobre dos Venezuela completamente distintas. Una es la “Venezuela Fingida”, a la que describe como la Venezuela en la que vivimos ciegamente, un país donde los sistemas de servicio público como la educación y sanidad, son totalmente dependientes del petróleo, el producto no renovable del cual se basa la economía de este país.

El autor resalta también que la “Venezuela Fingida” es consumista y derrochadora y que se encuentra condenada a muerte, ya que cuando se acabe el petróleo las necesidades de este país no podrán ser saciadas.

El autor también nos habla de una “Venezuela Real”, que es aquella donde se encuentran las empresas, industrias y el campo productivo, que son los generadores de riqueza permanente, es decir, es aquella Venezuela que no depende de la renta petrolera.

El autor resalta una triste verdad que llama a la reflexión, y es que la capacidad de producir riquezas de la “Venezuela Real” se encuentra infinitamente por debajo de las necesidades que se han creado en la “Venezuela Fingida”. De ahí la gran verdad de la frase “debemos sembrar el petróleo”, que quiere decir que debemos invertir el petróleo en una Venezuela productora, en la Venezuela real. Por esta razón Arturo Uslar Pietri hace un llamado a la conciencia de los gobernantes, políticos y empresarios, para que cada día dependamos menos del petróleo, para que creemos una Venezuela fuerte que pueda cubrir las necesidades de los venezolanos sin siquiera pensar en el petróleo.

Desde un lenguaje informal, deseo con este artículo, producto de un análisis a través del diálogo permanente con el pueblo trabajador, dar a la luz pública un análisis comparativo de una Venezuela que fue a una Venezuela que es. Por esta razón, está la Venezuela “Chavista”, con acciones alternativas para acabar con la Venezuela que fue y que en parte sigue siendo en su instancia ideológica igual a la Venezuela que fue vivimos una época de rupturas políticas, no sólo en Venezuela, en toda América Latina, de nuestra cotidianidad y de nuestro lenguaje escondido, de expresiones ocultas y de nuevas opiniones, en un contexto que nos obliga a discernir.

Ayer fuimos marxistas interpretativos, contestatarios, insurgentes en los salones de clase y en los cafetines de Sabana Grande. Sabíamos interpretar a Marta Harnecker, y sus “Conceptos Elementales del Materialismo Histórico”, obra conceptual althusseriana que nos invitaba a conocer la teoría de Marx y Engels. La UCV era el foro y la estancia para los rebeldes del momento. Nos cubríamos de valor porque sabíamos del país petrolero, de la burguesía, del proletariado. Unos eran del MAS, otros Causa R, de Ruptura otros, del MIR, de la Juventud Comunista, de la Liga Socialista (trotskista o marxista-leninista), otros más relegado, eran de aquella línea política universitaria que representaba el abstencionismo. Se discutían las líneas del FMI con énfasis “neocolonial” y veíamos con mucha claridad quienes eran sus representantes políticos y cuál era su misión en un estado represivo como el que vivimos desde el 59 hasta el 98. En ese lapso hubo una generación de intérpretes socialista, hoy, unos quedan fieles a sus ideales, ñangaras todavía, otros se fueron con los otros, buscando los privilegios perdidos.

El primer gobierno de Carlos Andrés Pérez:

Venezuela aún no ha salido del trauma de los gobiernos anteriores. Los dos periodos de Carlos Andrés Pérez, fueron de conciliación, quietud y legitimación de la dependencia con el imperio. Reforzó el gasto público en la burguesía, los benefició y los convirtió en una clase que dominó todos los aparatos del estado. Facilitó el juego económico a las transnacionales a través del petróleo mientras se fue creando una “oligarquía obrera” desde la CTV, organismos de los trabajadores al servicio de la oligarquía patronal, la explotación y la plusvalía. Con CAP, se incrementa aun más la pobreza y la concentración del presupuesto en unos pocos, mientras aumenta la concentración de las masas campesina, como éxodo, hacia la capital, conformado un cordón de miseria incontrolable.

Crecen en Venezuela los ingresos del Estado a través del petróleo, crecen las obras públicas, crece el sistema financiero y con ellos la oligarquía financiera. Crece la burocracia. Aumenta el sector terciario, es decir, los bancos, el comercio y los servicios... Crecen la población, la pobreza y por supuesto, se incrementan los ranchos.

Durante el gobierno de Luís Herrera:

“He recibido un país hipotecado”,

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