Derecho Natural

DERECHO NATURAL

El hombre desde su origen ha intentado dar una interpretación al mundo que lo rodea, desde los fenómenos naturales hasta las relaciones entre los individuos de la sociedad. La razón ha jugado un papel importante en la interpretación del mundo, a través de este proceso reflexivo ha logrado pensar, conocer y transformar el mundo. Uno de los frutos más trascendentes del raciocinio del hombre han sido mecanismos que le permiten vivir con otros seres humanos logrando así asegurar la supervivencia y la convivencia.

El producto del proceso reflexivo antes mencionado se ha materializado en las reglas relativas a los valores supremos que el hombre considera necesarios para la vida en sociedad, estas reglas pueden dividirse en dos categorías, las reglas destinadas a la formación de los individuos que contemplan reglas de carácter éticas y morales. En cuanto a la segunda categoría son reglas o normas que están destinadas a regular la vida en comunidad que son normas de derecho y que indican a los individuos como deben de comportarse en sociedad.

Ambas categorías están basadas en los valores supremos que el hombre ha establecido dentro de la sociedad en la que se desarrolla, estas normas son el reflejo de la idiosincrasia de cada pueblo. Al respecto Leonel Pereznieto Castro expone: “El derecho natural forma parte de la moral, rige la conducta social de los hombres relacionada con la justicia y el bien común. Es un verdadero derecho en la medida que en la sociedad es obligatorio para todos”1

En la antigüedad la razón ha encontrado en la religión y la mitología muchas de las respuestas que escapaban al pensamiento humano, la legitimación del derecho no fue la excepción. Las normas que estaban destinadas a la regulación de la conducta acusaban una naturaleza divina. Seres superiores a la existencia del hombre habían provisto de los valores supremos para lograr la convivencia y solución de conflictos entre ellos.

Sin embargo la divinidad del derecho siempre fue un tema de discusión entre los estudiosos, una de las pruebas de ello es un pasaje de obra escrita por Sófocles, Antígona:

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