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Dia De Muertos

dewey8883 de Noviembre de 2013

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cosas podemos decir que la

intencionalidad se puede entender

de dos modos. Primero, como

tensión hacia algo, como búsqueda.

Se trata de la intencionalidad como

el hecho de tender hacia algo –

intendere-; la intencionalidad como

rasgo de la acción (educativa) en

tanto que acción humana. La acción

humana es intencional en la medida

que busca un objetivo o en la

medida en que se le asigna o le

asignamos un propósito pedagógicamente

articulado. Aplicado a la

actividad educativa, este primer

sentido de la intencionalidad hace

de la educación una acción, por

intencional, normativa y teleológica,

una actividad referida a fines,

metas, propósitos en un horizonte

normativo de intenciones. Aquí

queda comprometido todo un

discurso de la educación en tanto

que acción, toda una gramática y

toda una semántica de la acción

educativa.

Pero por intencionalidad

podemos entender también un rasgo

de la conciencia. Aquí la intencionalidad

es un atributo de la conciencia,

cuyos contenidos –en filosofía de

la mente se habla de estados

mentales intencionales (deseos,

creencias, intenciones)- van referidos

a estados del mundo que son

distintos de los contenidos mismos

de la conciencia. O dicho de otra

manera: los estados de la mente –

como contenidos intencionales de

la conciencia- emergen de conexiones

neurológicas, de estados (3).

No voy a entrar a discutir la

pertinencia de esta teoría

emergentista de la mente (4). Me

interesa más plantear la intencionalidad

educativa desde este segundo

plano, para entroncar con la

perspectiva de la fenomenología. Si

aplicamos a la educación este tipo

de intencionalidad, diremos que la

educación es, en tanto que

intencional, una actividad en la que

los sujetos comprometidos en una

relación –educadores y educandos,

maestros y discípulos, etc.- se

relacionan entre sí sobre la base de

esos estados mentales intencionales.

Ahora bien, dichos estados de la

mente no son meramente procesos

cognitivos. Se trata de algo más, y

sólo es posible captarlos introspectivamente,

es decir, fenomenológicamente,

mediante procesos de

atención, porque el acceso a los

contenidos intencionales de la

conciencia siempre tiene un carácter

personal, de modo que surge ya de

entrada un primer problema: ¿Cómo

es posible comunicarse en la

relación educativa? ¿Llegamos a

captar lo que el otro piensa o sólo su

manifestación, su expresión, su

forma? ¿Permite un enfoque

cognitivista de la acción educativa

de carácter «subpersonal», dar

cuenta de la trama más profunda de

lo que se juega en eso que llamamos

formación de un sujeto? (5) ¿No

sería más pertinente, en definitiva,

una aproximación fenomenológica

para captar el fondo personal de la

trama de la relación educativa,

dentro de la cual lo que uno piensa

tiene como base lo que cree, lo que

desea, lo que pretende, lo que

intenta?.

Hay algunas teorías de la mente

que proponen la idea de que los

humanos podemos captar los

estados de conciencia de los demás

a través de inferencias mentalistas,

es decir, por atribución a los otros

de estados mentales intencionales.

Se trata de salir

...

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