Dificultades Del Interculturalismo
briyit17 de Octubre de 2012
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Identificando las dificultades
La enseñanza intercultural, como el interculturalismo, es una necesidad impuesta a la sociedad
por la realidad. Este reconocimiento, sin embargo, no necesariamente significa que los
problemas surgidos en este campo sean discutidos en una forma sistemática o con una
perspectiva de largo alcance. Por el contrario, muchos países parecen despreocupados sobre
estos asuntos. Podemos decir que el interculturalismo todavía no ha entrado en el campo de la
cultura. Dado el hecho de que los fenómenos migratorios están destinados a expandirse —a
juzgar por los patrones actuales— nosotros deberíamos de interesarnos por esta situación,
indiferentes de que un incremento en los porcentajes actuales pueda ser controlado o no
(aunque todo pareciera aumentar rápidamente hoy en día).
El primer obstáculo que encontramos en el camino para construir una sociedad multiétnica es
el hecho de que las poblaciones y gobiernos no están lo suficientemente conscientes de la
naturaleza y tamaño del problema. El resultado de esto es que en muchos países las escuelas
son raramente concebidas y organizadas de tal manera que sea posible lograr esta finalidad.
El segundo obstáculo que encontramos es inherente a la misma naturaleza de las culturas, si
las vemos desde una perspectiva antropológica. Aquí hay unos cuantos obstáculos serios para
la propagación de la cultura, si pensamos en la cultura en su significado presente de
conocimiento dominante. Transmitir e intercambiar información es bastante simple en el mundo
actual. A este respecto, el único problema al que tenemos que dirigirnos es qué información se
seleccionará de un conjunto muy grande de datos que crecen progresivamente, para que
podamos usarlos como una herramienta efectiva para interpretar la realidad, y esto no es un
problema menor en sí mismo.
Por otra parte, si queremos decir que por cultura entenderemos la suma de las manifestaciones
profundamente arraigadas de la vida material, social y espiritual de una persona, i.e. los
sistemas codificados de respuesta a un estímulo producido por el entorno (uno en particular), y
por otros entornos existentes dentro de él, entonces tendremos que llegar a términos con la
reservada y exclusiva propiedad de tales manifestaciones y la naturaleza inflexible de tales
sistemas. Los efectos de esto son prontamente observados. Estos pueden ser resumidos en la
mutua irreductibilidad de culturas. Después de todo, si la cultura (i.e. cada cultura específica)
prueba ser incapaz de guiar y moldear el comportamiento de los individuos, haciéndolos tanto
similares como únicos, su función misma será frustrada. No hay duda de que cada cultura es tanto un producto de un proceso histórico como un sujeto de transformaciones continuas y a
veces radicales.
Los inmigrantes tienden a tener una fuerte conexión con la cultura de su país de origen y una
débil conexión hacia la del país anfitrión. Está claro que el occidente ejerce un poder de
atracción casi irresistible por medio de su material cultural, sus productos tecnológicos y su
prosperidad. Pero no ejerce el mismo poder de atracción, sin embargo, en términos de arte,
lenguaje, convicciones religiosas o éticas, etc.Por otra parte, los países anfitriones a menudo ejercen involuntariamente una considerable
presión para asimilar a las personas que llegan de lugares distantes. Sólo marginal y
esporádicamente los países anfitriones toman en cuenta sus diferentes maneras de vivir,
pensar y ser. Cada cultura es envuelta en un empaque que preserva su contenido, pero que al
mismo tiempo rechaza de manera instintiva virtualmente todo lo que se sospeche como una
intromisión. No hay objeción a la mera curiosidad o intercambio de información, mientras que
se pruebe que no quedarán huellas tangibles.
El proceso de enculturación (i.e. la educación/enseñanza, planeada o no, a la que cada
miembro de la sociedad es sujeto) se adquiere espontáneamente, siempre y cuando no se
alteren las características de aculturación (la superposición de una cultura por otra, hasta que
la anterior es cancelada o queda subordinada). En muchos casos, la responsabilidad resultante es desbalanceada o, más bien, distorsionada tanto en términos de dar como de recibir. Algunas
veces, contiene un potencial para conflictos, que puede variar en intensidad dependiendo de
las circunstancias y las fuerzas relativas de las comunidades implicadas. El racismo, y
generalmente hablando, la xenofobia pueden jugar un papel en tales procesos, pero al
momento éstos no son los enemigos más temidos. Es claro que no debemos bajar la guardia
nunca, puesto que serios daños pueden ser causados por ideologías tales como el llamado
racismo diferencial (que, camuflado como un respeto por la diversidad de culturas, rechaza la
idea del acercamiento y mezcla de culturas). La mutua insensibilidad e impermeabilidad de
culturas proviene de un exceso de autodefensa que causa daño a todos los implicados, pero
esto al menos deja espacio para una tolerante indiferencia hacia otras personas, aunque de
una manera precaria e incierta.
Se debe enfatizar que, igual como nosotros sentimos una inclinación a ser solidarios con otros
(o al menos con ciertas personas), todos nosotros encubrimos igualmente una cierta cantidad
de misantropía y un deseo de distanciarnos de otros. La sociabilidad y la insociabilidad
coexisten en cada uno de nosotros, en nuestra vida social e individual (y cada uno de nosotros
difiere de otras personas, y por último de nosotros mismos). Nosotros siempre debemos tener
presente el hecho de que la violencia hacia otros es un ingrediente del alma humana; esto
explica ampliamente el cómo y por qué las más sinceras peticiones por la paz, tolerancia y
amistad universal prueban ser meramente retóricas, a menos que estén acompañadas y
sostenidas (tal vez deberíamos decir precedidas) de propuestas concretas diseñadas para
contener y sublimar esta violencia.
Finalmente, hay un tercer gran obstáculo con el que tenemos que competir. Las culturas
consisten de una constelación de valores, es decir principios y criterios a los que es dado un
significado positivo, y de los que se espera cierta observancia por cada miembro de la
sociedad. Algunos de estos son perfectamente neutrales: una forma de vestir o de expresar la
alegría o dolor propios, normalmente sin importancia para quienes adoptan diferentes formas
de conducta. Otras, tales como ciertas reglas basadas en conductas religiosas relacionadas
con la alimentación o días de fiesta, implican una mutua aceptación que no siempre es fácil de
obtener, pero usualmente no plantea problemas particularmente serios. Pero hay otras formas
de conducta más objetables que pueden causar serios problemas. Tal comportamiento puede
ser ásperamente dividido en dos categorías: el fanatismo (religioso o de otra manera) y el
rechazo al principio de igualdad entre todos los seres humanos. Esta última forma ha tenido
efectos muy dañinos, algunas veces en particular hacia las mujeres. En ambos casos,
encontramos claramente un obvio rechazo del mismo significado y enseñanza del
interculturalismo, el objetivo del cual es promocionar universalmente la dignidad humana y el
respeto que ésta garantiza. Sin este marco secular universalista, la actividad intercultural queda
sin sentido. Esto destaca claramente la gravedad y dificultad de las tareas encaradas por los
maestros comprometidos en la promoción del interculturalismo.
Es claro que la lista de problemas y obstáculos que encontramos a lo largo del camino hacia
una verdadera sociedad intercultural no terminan aquí. Sólo necesitamos pensar en los
problemas planteados por personas pertenecientes a grupos étnicos distintos que están en el
mismo salón de clases o, tal vez deberíamos decir, diferentes culturas (no debemos olvidar que
hay más culturas que grupos étnicos, lo que, como señaló Claude Lévy-Strauss, demuestra la
esencia histórica de las culturas). Otros problemas provienen de la incompatibilidad de ciertas
calificaciones laborales obtenidas en el país de origen del inmigrante, o de la diferente
aproximación necesaria para educar adultos, tan opuesta a la de los niños, etc.
no obstante, los tres obstáculos mencionados anteriormente (menosprecio del problema; el
conflicto entre la necesidad de respetar una cultura y la necesidad de abrirse a otra cultura; la existencia de aspectos inaceptables de una cultura específica en un marco universalista)
parecen ser los mayores, i.e. aquellos que tenemos que vencer primero.
Solucionando las dificultades
Existe un costo en la enseñanza intercultural, no sólo en términos económicos, sino también en
términos de cultura. La educación sólo será válida cuando ambas partes de la relación —
maestro y alumno— se involucren en la misma forma y al mismo nivel, y cuando se
transformen el uno al otro. Algo cambiará en ambas
...