Doña Damiana

Doña Damiana y Don Enrique

—Clemente Guido—

Managua

APUNTES GENERALES.-

Cuando en un país como el nuestro la historia se enseña muy mal o no se enseña del todo, es comprensible que los narradores de ficción se preocupen por presentarla al público lector en forma atractiva y fácil de degustar para llenar el vacío.

Por eso estamos presenciando el surgimiento de este tipo de narrativa, sea en forma de novela histórica o de novela con fondo histórico: Julio Valle, Ricardo Pasos, Bayardo Tijerino, Sergio Ramírez, etc.

Del último género teníamos ya muestras valiosas como SANGRE EN EL TROPICO, de Hernán Robleto o SANGRE SANTA, del maestro Adolfo Calero Orozco.

Quiero hoy ocuparme de DOÑA DAMIANA escrita por un ex diplomático granadino que se hace llamar ENRIQUE ALVARADO y que irrumpe sorpresivamente en el terreno sagrado de los narradores nacionales, sin pedir permiso y sin quitarse el bombín de los diplomáticos retirados.

Como antecedente de él como escritor solamente conocía yo un su libro en el que le reza el R.I. a un partido en el que él militó.

Y ahora se aparece muy tranquilamente, con su cabeza coronada de nubes blancas, con esta novela.

Pera mí, la novela histórica debe reunir tres condiciones que las considero fundamentales: a) que el tema principal sea el hecho histórico. b) que los personajes principales sean también históricos. c) que se mezcle con mucho tino los hechos históricos reales, con los ficticios, de modo que el lector no sepa diferenciar entre ellos y llegue a creer que todos son históricos o realmente sucedidos.

Si no se reúnen estas tres condiciones y hay un relato histórico en la narración, entonces, creo yo, estamos ante una novela con fondo histórico.

En una palabra, como dije en la presentación de mi novela en el CENTRO NICARAGÜENSE DE ESCRITORES en Managua y en EL CONVENTO DE SAN FRANCISCO en Granada, que se mezcle sabiamente lo que realmente sucedió con lo que pudo haber sucedido.

RESEÑA DE DOÑA DAMIANA

La heroína es una panameña casada con un médico colombiano que hace medicina caritativa y que es adorado por su esposa e idolatrado por los pobres.

Decide meterse a político y el Jefe de Estado de Nicaragua de entonces don Manuel Antonio de la Cerda, lo cree culpable de traición y lo fusila sin muchos miramientos. Doña Damiana, la esposa del fusilado, casi se vuelve loca por la desgracia y jura vengar a su marido.

Mientras esta venganza se realiza (y para conseguirla doña Damiana llega hasta a ser

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