EL HOMBRE ROMANO REFLEXIÓN

EL HOMBRE ROMANO

Jean Andreau

REFLEXIÓN

Al hablar del gran imperio romano, por lo regular mencionamos sus grandes construcciones al estilo griego, los nombres de sus más reconocidos generales, sus grandes emperadores, o viceversa, emperadores que resultaron ser muy poco astutos para gobernar, sin embargo pareciera que se omite a la clase trabajadora, es decir al pueblo que en realidad formaba roma.

En primer lugar hay que aclarar que Roma era una ciudad-estado ubicada en Italia, pero el imperio romano se extendió a diferentes provincias, en la cuales vivían personas comunes tal como nosotros, entre ellos se encontraban los esclavos, es decir aquellos que no tenían derecho a la libertad, que habían nacido en esa deplorable condición y así debían morir, también estaban los hombres libres, es decir aquellos que no tenían amo, pero no podían llegar a tener honores, y por último un grupo que eran denominados como libertos en el cual estaban incluidos todos aquellos hombres que en algún momento fueron esclavos, sin embargo algún amo les concedió la libertad y los tuvo bajo su tutela. La gran diferencia entre hombres libres y libertos era que estos últimos por el hecho de estar cobijados por un noble podían aspirar a cargos administrativos.

A pesar de que los libertos tenían más privilegios que los hombres libres de la clase baja, en sus mentes estaba grabada la terrible experiencia de haber sido esclavos, de no tener cerca a su familia, vivir lejos de su lugar de origen, y formar parte del pueblo que lo hizo esclavo.

Algunas personas tienen la idea de que Espartaco fue parte de los libertos, sin embargo él nunca fue un hombre libre, y nunca pretendió formar parte de la civilización romana, sino que su deseo era huir del imperio, y como bien sabemos, no lo logró, porque su ejército de gladiadores fue abatido por Pompeyo, un gran general romano, el castigo de tal sublevación fue la crucifixión.

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