El Barco de Vapor

EL BARCO DE VAPOR.

Anterior a la navegación a vapor, los barcos utilizados eran los veleros, estos son embarcaciones con casco de madera y en los que la principal forma de propulsión es la acción del viento, lo que hacía que la velocidad no fuera constante y que fueran difíciles de maniobrar. En esta época también eran utilizados los barcos con remos. En el siglo XVIII la construcción naval sufre grandes avances. En este transcurso las formas de las embarcaciones adoptaron una línea más aerodinámica que facilitaba su desplazamiento e hicieron otra serie de cambios de forma que favorecían la seguridad, la velocidad y la maniobrabilidad.

A mediados del siglo XVI se establecieron tres grandes rutas marítimas que conectaban Europa con América y en el siglo XVIII se incrementó el desenvolvimiento de estas rutas.

La vela en el transporte resistió hasta bien entrado el siglo XX, ya que se crearon los Clipers, que era un tipo de velero grande que incorporaba los nuevos inventos y llegaron a ser más rápidos que los vapores de su época. Con estos veleros se realizaban dos rutas: una que conectaba los puertos del atlántico y el pacífico de Norteamérica y otra ruta que iba de Europa a Australia y al Extremo Oriente.

La navegación a vapor surge cuando cayeron en la cuenta de que el comercio cada vez era mayor y las grandes potencias económicas querían mantener y hacer aun mayor su poder económico, por lo tanto querían aumentar la capacidad de sus navíos, proporcionales mayor velocidad y una mayor facilidad de maniobrar. Por otro lado el pasaje empezaba a suponer una verdadera preocupación, ya que no solo usaban el barco los viajeros arriesgados, que se querían  dirigir en cualquier condición a las colonias, sino que eran los principios del turismo moderno.

Los antiguos barcos, aunque tenían grandes dimensiones, tenían una capacidad de carga y de pasaje limitada y eran poco seguros, ya que había gran cantidad de naufragios e incendios a bordo.

Por otro lado, todas las ramas de la actividad económica sufrían una revolución, y la navegación no podía escapar de ella.

Por razones económicas los barcos a vela coexistirán junto al vapor durante un largo periodo de tiempo. Al principio los barcos de vapor eran más eficientes en los ríos y los barcos de vela en el mar.

En 1783 el francés Jouffroy consiguió construir el primer barco a vapor que tenía un funcionamiento más o menos eficiente, pero debido a la inquietud política que había en esa época, el proyecto de Jouffroy no fue apoyado y terminó cayendo en el olvido.

En 1785 en Filadelfia John Fitch con la ayuda de Henry Voigt empezó a experimentar su primer barco de vapor. Fue en 1787 cuando tuvo existo y puso en marcha un servicio regular de pasajeros en el rio Delaware entre Filadelfia y Trenton. En 1790 presentó una versión mejorada del barco a vapor que era capaz de transportar carga y pasajeros, y con el hizo una línea entre Filadelfia y Burlington, en nueva jersey. A pesar de todo esto, los barcos presentados por John Fitch eran caros y carecía de respaldo financiero, lo que supuso que no tuvieran éxito.

En 1801 Willian Symington construyó el remolcador de vapor ‘’ Charlotte Dundas’’ que estaba adelantado a su época en muchos aspectos. Robert Fulton estudió este barco y en 1802 construyó un barco de vapor en Francia con el que hizo una prueba en el rio Sena. En 1806 Robert Fulton  marchó a América y en 1807 presentó el Clermont, un barco de vapor dotado de un casco de madera, y movido por ruedas de paleta con el que hizo su histórico viaje por el río Hudson, por el que viajaba de Nueva York a Albany en un tiempo mucho menor que en el barco de vela, consiguió hacer el viaje en 32 horas.

 ‘’Aunque Robert Fulton no fue el inventor del buque de vapor, fue quien construyo el primer vapor que tuvo valor práctico y con este alcanzó el éxito comercial, la riqueza y la fama. ’’ (Las artes de la mar: enciclopedia náutica ilustrada).

En Estados Unidos dadas sus circunstancias más favorables, el desarrollo de los barcos de vapor en los grandes ríos, fue mucho mayor que en Gran Bretaña, ya que aquí quedó interrumpido algunos años, por el temor de que estos barcos estropearan las orillas de sus ríos.

Hasta el año 1812 no se comienzan a construir buques de vapor en Europa, pero fue en esta fecha  cuando Henry Bell presentó el Comet, un barco que llego a ser el modelo para el servicio práctico de vapores en Inglaterra.

Al principio los vapores eran usados simplemente para tráfico marítimo y fluvial, no había ningún barco que cruzara el océano, pero fue en 1819 cuando apareció el primer barco que atravesó el océano atlántico, el Savannah, que salió del estadounidense puerto de Georgia con destino a Liverpool y tardó más o menos 27 días. La máquina de vapor de este barco solo duraba unas ochenta horas, por lo que el resto del viaje fue posible gracias a las velas. Por este hecho es que no puede considerarse el primer vapor que cruzó el océano. En 1838 el Great Western y el Sirius cruzaban el atlántico, con destino Nueva York en quince días.

La mayor parte de los primeros buques de vapor se servían de ruedas para poder moverse en el agua. Unas palas a cada lado, parcialmente sumergidas en el agua, servían de impulso al barco. Las palas de las ruedas tiraban el agua hacia atrás, por cada costado del barco y esto daba lugar al movimiento del barco.

A pesar de todos estos avances en los barcos de vapor, eran muy poco rentables ya que su construcción era más cara que la de un velero, tenían que estar en constante reparación y mantenimiento y hacía falta un combustible, el carbón, que hacía que el coste fuera muy alto ya que utilizaban grandes cantidades de carbón, y este consumo tan elevado hacia que casi la totalidad de las bodegas del barco se utilizaran para almacenar el carbón necesario para la travesia, asique su uso estaba muy limitado, por lo que se siguió dependiendo por un largo tiempo de los antiguos barcos de vela, coexistieron juntos casi hasta finales del siglo XIX, de modo que ‘’antes de que los barcos de vapor oceánicos llegaran a ser un objetivo de la empresa privada sin subvenciones, económicamente competitivos frente a los barcos de vela en las aguas orientales, varias mejoras tendrían que transformarlos en barcos totalmente diferentes’’ (Daniel Headrick (1998) los instrumentos del imperio. Tecnología e Imperialismo europeo en el siglo XIX. Madrid, Altaya).

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