El Capitán Dreyfus

A finales de 1894, el capitán del ejército francés, Alfred Dreyfus un ingeniero politécnico de origen judío-alsaciano, fue acusado de haber entregado a los alemanes documentos secretos. Enjuiciado por un tribunal militar, fue condenado a prisión perpetua por el delito de alta traición. En octubre de ese mismo año, sin ninguna prueba y con un expediente vacío, el general Mercier convoco a Dreyfus para una inspección general. El objetivo del estado mayor era conseguir la prueba perfecta, es decir, que Dreyfus confiese que fue culpable. Solo podían lograr esta confesión mediante un efecto sorpresa en el cual Dreyfus tenía que escribir un escrito inspirado en la lista en cuestión. Dreyfus tuvo que someterse a esto y no obtuvieron ninguna prueba. Le sugirieron suicidarse con un revolver pero él se negó a atentar contra sí mismo afirmando que quería vivir con el fin de demostrar su inocencia. Además lo inculparon de practicar espionaje contra el enemigo.

En diciembre, con el expediente vacío, Dreyfus fue enviado nuevamente al primer Consejo de Guerra y su abogado pudo acceder al expediente. Después de su lectura, la confianza del abogado era absoluta. La acusación se basaba sólo en la escritura de una pieza única, la lista, además de pruebas falsas.

El proceso se abrió el 19 de diciembre a puertas cerradas, dando comienzo. Este proceso a puertas cerradas no fue legal ya que algunos escritores de diarios estaban presentes en algunas audiencias. El vacío del expediente aparecía claramente durante las audiencias. Los debates sobre la carta pusieron en evidencia que el Capitán Dreyfus no podría haber sido el autor. Por otra parte, el propio acusado afirmaba ser inocente. En los dos meses que duro el juicio, los siete jueces condenaron a Dreyfus a prisión, pero no a muerte.

El escritor Émile Zola publicó J'Accuse, una nota en favor de Dreyfus que llevó al cambio de opinión de muchos intelectuales. En 1898 se reabre el caso y en 1899 se realizo un nuevo consejo de guerra. Dreyfus ya estaba muy enfermo ya que había estado cuatro años en prisión. El hermano de Dreyfus, convencido que su hermano era inocente, investigo y pudo descubrir al verdadero culpable, Picquart, mediante la denuncia de un banquero. Dreyfus aceptó el indulto que le concedió el presidente de Francia y en 1906 fue reconocida su inocencia en un sentencia que anulo el juicio de 1899.

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