El Hombre Fragmentado
viriito744 de Junio de 2015
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Filosofía de la educación
Educar en el mundo en que vivimos: el hombre fragmentado (Jorge Noro)
Hombre e identidad fragmentada:
El individuo está en construcción y reconstrucción permanente de su identidad.
Hoy las relaciones son plurales, lejanas, ajenas y fugaces. Lo que obliga al “yo” a reconstruirse en cada encuentro.
La identidad del individuo se va negociando permanentemente con las circunstancias y con las personas.
La sensación de ser muchos al mismo tiempo es vivida como sensación de expansión y de aventura.
Hombre y ruptura del espacio y del tiempo:
El espacio se hizo infinito. Pierde identidad y se multiplica.
Los lugares se transforman en no-lugares: se constituyen con nuestra presencia y desaparecen cuando nos vamos.
El espacio y la distancia se relativizan con los medios de comunicación. (ej: el chateo elimina distancias)
Un clic del mouse nos habilita a un nuevo espacio y deja rastros. (ej: cookies, tarjeta de crédito)
Se rompe con el nicho estable (casa propia, trabajo, un lugar en el mundo, etc.)
El espacio se fragmenta y el tiempo se acelera, renuncia a su uniformidad.
Cada uno moldea el tiempo según sus demandas.
Hombre e intersubjetividad fugaz:
El otro ausente o la funcionalidad del yo:
La imagen del individuo es objeto de su propia fascinación.
La pantalla sustituye a la calle y las imágenes a las personas reales.
La nueva generación rinde culto a relaciones funcionales que facilitan diversión, deportes, salidas, etc.
Familia y convivencia: nuevas prácticas:
La familia se vuelve un lugar más.
Es el lugar al que se “regresa” después de intentar definir y reconstruir el yo.
El individuo encuentra refugio en: profesionales, amigos, trabajo, especialistas.
Nuevas formas invaden la tradicional familia: solteros, separados, divorciados, madres soltaras, etc.
La vida familiar, por un lado, se repliega en sí misma y se vuelve más privada por ser grupos más pequeños y, por otro, los medios de comunicación hacen posible la publicidad de esa vida privada.
La sociedad extraña o la política desencantada:
La política es una práctica en decadencia.
Los problemas personales desplazaron el terreno político, provocando el desinterés de los individuos.
Ignorados a la hora de grandes determinaciones se produce desencanto hacia la política.
Hombre y trabajo:
Palabra “trabajo”: (1.) actividad (2.) disponer de un empleo (salario).
Cuando menos trabajo hay más tiende a aumentar la dureza del trabajo para cada uno.
Ha muerto la seguridad y se ha instalado la incertidumbre.
El “empleado” está dispuesto a aceptar cualquier cosa a cambio de obtener o conservar el empleo.
Socialmente: “quien pierde el empleo, pierde todo”.
Concentración de las riquezas y desprotección de los desocupados.
Hombre y consumo. El meridiano económico:
Los individuos se definen por su capacidad de producir, ofrecer, comprar, vender y consumir bienes y servicios.
La economía recorre obsesivamente todos los escenarios: educación, arte, cultura, salud, etc.
Indescriptible sensación de incertidumbre:
El final de las certezas.
Múltiples versiones discursivas de lo real. Percepciones diferentes, concepciones diversas.
Se generaliza la duda acerca de la verdad objetiva.
El caos está instalado en la sociedad y es objeto de la ciencia.
Todo sistema racional incluye cuestiones a las que no se puede responder con precisión.
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