Emile Durkheim (1858-1917- Francia)

Emile Durkheim (1858-1917- Francia)

La obra de Durkheim es una clara expresión de la problemática suscitada en Francia en los siglos XVIII y XIX como consecuencia del desarrollo industrial de las sociedades de la Europa occidental, desarrollo que produjo al interior de las mismas transformaciones sustanciales en la esfera de la producción, y al mismo tiempo, en el orden jurídico –político y en el plano de los valores y de la moral. En Francia ese proceso se manifiesta con cierto retraso respecto de Inglaterra. En el orden de lo político la Revolución francesa y sus efectos suscitan, en el período denominado de la Tercera República una serie de interrogantes que giran en torno al problema de la unidad nacional, “hay una percepción sobre la fragilidad de la sociedad”. Por último está el hecho de que la religión católica ha perdido terreno y ya no juega el rol integrador que la caracterizara desde la Edad media.

En este contexto es que Durkheim se pregunta cuáles son los lazos que unen a los hombres y cómo es posible la sociedad. La respuesta que elabora, polemiza, aunque también recupera transformándolas, son algunas de las propuestas que formularon antecesores y contemporáneos sobre el mismo problema: Comte, Spencer, Adam Smith, los socialistas franceses del siglo XIX, Marx, son sus más importantes interlocutores.

Esta preocupación está presente en sus principales obras: La división del trabajo social (1893); EL suicidio (1897); Las formas elementales de la vida religiosa (1912).

Los procesos de transformación social durante todo el siglo XIX propiciaron una abundante reflexión en torno a la necesidad de recomponer el orden social sobre las bases de una nueva sociedad secularizada e individualista. Este hecho actualizó el problema de la relación entre la sociedad y el individuo contenido en la pregunta clásica sobre cómo es posible la sociedad a partir de individuos egoístas que buscan satisfacer intereses particulares, cómo es posible que el egoísmo individual pueda engendrar “sociabilidad”, pueda engendrar un mínimo imprescindible de altruismo para hacer posible la existencia y reproducción de la sociedad. Este es el interrogante de buena parte de la obra de este autor.

En cuanto a su concepción de la sociedad ésta es vista como un todo, como una totalidad, y distinta que la suma de las partes que la componen, como una realidad “sui generis”. Luego se interroga acerca de qué es lo que hace posible esta unidad, y la respuesta aparece en La División del trabajo social: el concepto de solidaridad social es el que permite explicar el lazo que une a los individuos y que produce la cohesión social. En esta obra Durkheim distingue dos tipos de solidaridad: la mecánica propia de sociedades tradicionales donde los individuos difieren poco entre sí (solidaridad por semejanza); y las sociedades modernas, de solidaridad orgánica, en las cuales la cohesión resulta de las diferencias entre los individuos (se unen por la complementariedad). El nombre de estas últimas proviene de una analogía con el

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