Estado democrático centralizado de partidos, y una débil estructura federal (1958 – 1998)
oswaldin1709Tutorial1 de Octubre de 2013
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Estado democrático centralizado de partidos, y una débil estructura federal (1958 – 1998).
Posteriormente a salir en escena la sucesión de gobiernos autoritarios en la primera mitad del siglo XX, en Venezuela comenzó un proceso de apertura política y de dominio institucional, protagonizado por los partidos políticos. Éstos fueron los promotores de encauzar la prematura Democracia, que los llevó a dominar absolutamente todas las facultades estatales por más de treinta años.
Tal como señala Molina (2004) los dos partidos principales AD – COPEI, tomaron fuerza social y doctrinaria en las oposiciones trabajo/capital y Estado / Iglesia. AD aparecía ubicado como un partido laborista y estatista, mientras que COPEI asumía el lado opuesto de estas divisiones socio – políticas. A ellos se suman otras dos fuerzas políticas importantes del período post-gomecista: PCV y URD, siendo este último un partido populista y personalista. Este sistema de partidos, presentó en su origen, la característica de ser débilmente institucionalizado, con inestabilidad electoral, y un permanente eje de confrontación entre AD y COPEI. Sin embargo con el correr de los años, se fue definiendo como un sistema de partidos altamente institucionalizado, siguiendo los criterios de Mainwaring y Scully (1995)13.
Asimismo, el partido que no resultaba ganador de este sistema bipartidista, tuvo la característica de comportarse como una oposición leal, la cual apoyó y legitimó de manera comprometida la gestión del partido de turno que encabezaba el gobierno.
El sistema que se instaura a partir de 1958, es un Estado centralizado por los partidos políticos, los cuales se comprometen a gobernar bajo reglas de juego democráticas y formar una coalición, con un programa en conjunto, sin importar el resultado de las elecciones.
El reto no estuvo en descentralizar la forma federal, y tener una mejor distribución, concediendo a los estados autonomía para la organización de su gobierno; por el contrario, hubo una dirigencia política fuerte que centralizaba el poder. No se observó una voluntad tendiente a proseguir un proceso descentralizador, no hubo una reordenación político-territorial en los estados, para otorgarles mayor autonomía dentro de su área local, con mecanismos dóciles que permitieran que los estados tengan su elección de gobernadores, y una administración real de sus recursos. Los partidos, cosieron un conjunto de restricciones institucionales, que limitaron el ejercicio de una distribución eficiente del poder. No se dio lugar a posibles enfrentamientos que le sean oposiciones y los desprestigie, por esto, las instituciones construyeron características para funcionar como barreras, que fueron cruciales para el control del proceso de descentralización después de medio siglo de gobiernos autoritarios.
La única unidad política autónoma, fue el propio Estado Nacional.
La partidocracia que vivió Venezuela desde finales de la década de los sesenta, responde claramente a la teoría de Riker (1964), sobre uno de sus temas centrales en su estudio, la relación federalismo-sistema de partidos, siendo éste, una variable de acentuada influencia en la forma estatal, que se puede adoptar. Sucintamente se comprueba su hipótesis con nuestro caso, a mayor centralización del sistema de partidos, más centralizado es el diseño institucional federal.
Esto mismo se aplica a la teoría de Stepan. En el caso venezolano, el papel de los partidos nacionales, no tuvo como propósito fundamental mantener la unión (hold together). El grado de nacionalización del sistema de partidos entre AD y COPEI, fue muy disciplinado, a tal punto que los intereses de cada estado, fueron atenuados por la capacidad que tuvieron estos partidos a nivel nacional.
A través del Pacto de Punto Fijo y la penúltima constitución en el año 1961, la estructura centralista del gobierno federal, se mantiene firme hasta 1989, año en que Venezuela tuvo la reforma política más importante del siglo XX, la Ley Orgánica de Descentralización, Delimitación y Transferencias de Competencias (LODDT).
Con la LODDT y la primera elección directa de gobernadores y alcaldes el mismo año, comenzó un proceso de transferencias de competencias desde el gobierno central a los estados. Pese a la plena crisis política, el Caracazo en 198915, y con los dos intentos de golpes de estado en 1992, las elecciones estaduales y municipales fueron un mecanismo re legitimador del sistema. El proceso de descentralización política que se inició en 1989, fue consecuencia de la crisis del sistema de partidos centralizado y de las instituciones democráticas, una respuesta ante una situación insostenible. En su origen, procuró tener un sistema federal que exista más allá de un plano normativo-jurídico. Sin embargo, pese a estas innovaciones, en los casi dos siglos que tiene de existencia, la República de Venezuela, no alcanzó a consolidar tal organización. La descentralización política, como proceso claro de distribución territorial del poder, no fue conducido desde los liderazgos que fueron emergiendo, los mismos no tuvieron una voluntad y un compromiso para llevar adelante tal proceso, con una transferencia real del poder. Las nuevas fuerzas partidarias relevantes, como el partido de centro izquierda Causa Radical (Causa R), y los próximos más aun inclinados hacia ese extremo como el Patria para todos (PPT) y el Movimiento Quinta República (MVR), mantuvieron la misma brecha entre el sistema federal normativo y el que se debería aplicar. La polarización ideológica que se comienza a formar, entre los simpatizantes de AD y COPEI (más inclinados hacia el centro-derecha) y MVR, PPT17, Causa R (más inclinados hacia el centro – izquierda), generó una mayor inestabilidad dentro del sistema político.
Este colapso, agotamiento y desinstitucionalización del sistema de partidos en la Democracia representativa de Venezuela, frente a una situación muy vulnerable, llevó el acceso al poder de un líder outsider y anti establishment, como lo es Hugo Chávez. Éste dispondrá de nuevas reglas de juego, retomando así a un gobierno federal centralizado, impidiendo a los gobernadores hacer uso de sus competencias exclusivas. Esto conducirá, a un proceso difícil de regeneración de la Democracia venezolana nuevamente, y de relegitimación del sistema político con una ardua recomposición de las fuerzas partidarias. Estos efectos y transformaciones, junto al reordenamiento político-institucional, desde la génesis de la Quinta República, traerán consigo, una crisis de gobernabilidad e inestabilidad democrática en el siglo XXI.
El surgimiento de la Quinta República y su reforma constitucional.
Como se revisó anteriormente, las condiciones políticas, económicas, sociales que se vivieron, en las anteriores décadas a la asunción de Hugo Chávez, fueron visualizadas por problemas de gran exclusión social y política.
Finalizando la década de los noventa, y con el inicio del período de Hugo Chávez en el gobierno, se formula la construcción de una “Quinta República”, la cual será el resultado de un proceso revolucionario, así denominado por el propio Presidente electo, que elimine todo lo que funcionó en el sistema político, económico y social durante los cuarenta años anteriores, en el que estuvieron al mando los dos partidos tradicionales. Frente a este contexto, con una sociedad fragmentada, Chávez logra obtener el apoyo de la mayoría de la población, fundamentalmente los estratos más bajos, amortiguando así el problema de una falta de sustento desde las otras capas sociales hacia su sector.
Chávez empezó su gestión al amparo de la constitución de 1999 con altos niveles de aprobación y popularidad. Ésta reforma, fue anunciada en la campaña electoral y cuando asume, se instaló una asamblea nacional constituyente18 (5 de julio de 1999), la cual dio a luz una carta magna, después de un referéndum aprobatorio, el 15 de diciembre de 1999, que tuvo por objetivo refundar la República venezolana, tal como se expresa en el preámbulo “…Con el fin supremo de refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial…”
En la misma se procuró, por un lado, dar forma a esta estructura federal, expresado claramente en su artículo cuarto, “La República Bolivariana de Venezuela es un Estado Federal descentralizado en los términos consagrados en esta Constitución, y se rige por los principios de integridad territorial, cooperación, solidaridad, concurrencia y corresponsabilidad”, pero desde el otro lado, condicionó en cierta medida la autonomía por parte de los gobiernos estaduales, por ejemplo, con la eliminación del Senado que era la cámara de representación territorial y un Consejo Federal de Gobierno que estaba previsto en la Constitución, que no ha logrado instaurarse. Respecto a la importancia de la cámara alta o el Senado, varios académicos han dado su aporte.
La principal virtud que se cita del bicameralismo es el de la estabilidad, se entiende que las segundas cámaras son un factor de estabilidad que ayudan a preservar el statu quo y hacen que sea más difícil el cambio. Las segundas cámaras pueden suspender o ralentizar la toma de decisiones, la capacidad retardataria de las segundas cámaras en el proceso legislativo siempre se ha puesto de manifiesto
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