Feudalismo
tocono11 de Octubre de 2014
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TEMA 26: ORÍGENES Y DESARROLLO DEL FEUDALISMO. LA ECONOMÍA
SEÑORIAL. DEBATE HISTORIOGRÁFICO.
FEUDALISMO: DEFINICIÓN Y DEBATE HISTORIOGRÁFICO
Designa al régimen social que caracterizó, por lo menos a partir del siglo XI, al mundo medieval y, hasta el siglo XVIII en varios aspectos, al mundo moderno. Ahora bien, cuando se habla de feudalismo, se suele entender en dos sentidos y esta dualidad ha desencadenado tales querellas ideológicas que el simple empleo de feudalismo en su sentido más amplio basta para conferir a quien lo utiliza la etiqueta de marxista, mientras que la historiografía tradicional se aferra al sentido restringido e institucional del término, rechazando toda acepción que no sea puramente técnica. Por un lado se amplía considerablemente el concepto y, por otro, se le restringe lo máximo posible.
Desde el punto de vista marxista, el feudalismo aparece como uno de los estadios sucesivos por los que puede o debe pasar toda sociedad en su evolución histórica: sociedad tribal, esclavismo, feudalismo, capitalismo y socialismo. Desde esta perspectiva, el feudalismo debe ser concebido, a la vez, como un modo de producción, ligado a un cierto desarrollo de las fuerzas productivas, y como el sistema de relaciones de producción (o de relaciones sociales) que caracterizan dicha etapa. En tanto que concepto globalizador, es susceptible por un lado, de definir el conjunto de las estructuras de una sociedad dada y, por otro lado, de aplicarse, en el espacio y en el tiempo, a ciertos tipos de sociedades aparentemente muy diferentes. Así define este término por ejemplo Ch. Parrain ( el feudalismo como el sistema donde el trabajador agrícola, que ya no es esclavo, se encuentra, sin embargo, sometido a todo tipo de trabas extraeconómicas, que limitan su libertad y su propiedad personal). En realidad se trata de una definición excesivamente negativa, en el sentido de que el feudalismo aparece todavía como un sistema de transición entre el esclavismo y el capitalismo. Se han hecho grandes progresos gracias a los trabajos de G. Bois quien, al término de una reflexión sobre las estructuras socioeconómicas de Normandía en los siglos XIV y XV, llega a caracterizar el régimen feudal señalando dos elementos: primacía de la pequeña explotación campesina (no propiedad) y confiscación de una parte variable de los beneficios de esta explotación por medio de la coerción señorial.
Las citadas definiciones de feudalismo no tienen, en apariencia, nada que ver con las que proporciona la historiografía tradicional. Para F. L. Ganshof el feudalismo puede ser definido como un conjunto de instituciones que crean y rigen obligaciones de obediencia y servicio -principalmente militar- por parte de un hombre libre, llamado vasallo, hacia un hombre libre llamado señor, y obligaciones de protección y sostenimiento por parte del señor respecto del vasallo, dándose el caso de que la obligación de sostenimiento tuviera la mayoría de las veces como efecto la concesión, por parte del señor al vasallo, de un bien llamado feudo. Y R. Boutruche recordaba que sin contrato vasallático, sin feudo no hay régimen feudal. Desde esta perspectiva, el sentido de la palabra feudalismo se aparta muy poco de su propia etimología: el feudalismo constituye un sistema de relaciones sociales cuya base material era el feudo. Y, puesto que el feudo, en su forma específica, sólo ha existido en Europa occidental, se condenarán todas aquellas desviaciones del lenguaje que aplican el concepto de sistema feudal a sociedades extraeuropeas. Además, dentro de la propia Europa, se deberá tener sumo cuidado en distinguir el régimen feudal, que define los lazos contraidos, en el seno de la clase nobiliaria, por señores y vasallos, del régimen señorial, que sirve para caracterizar las relaciones entre señores y campesinos. Los derechos feudales serían así los derivados directamente del contrato feudovasallático, mientras los derechos señoriales designarían a los ejercidos por los amos de la tierra y del poder sobre sus campesinos.
En resumen, si se trata de las relaciones que existían entre clase dominada (campesinado) y clase dominante (nobleza), entonces se puede hablar de feudalismo en su acepción más amplia. Pero si se trata de analizar sistema el de vínculos de hombre a hombre que estructuraban a la propia clase dominante, entonces hablaríamos de feudalismo en su sentido más restringido. Ambas acepciones no son en absoluto excluyentes. LLamemos pues feudalismo (en su sentido amplio o restringido) a un régimen social que se basaba en la confiscación, con frecuencia brutal, de los beneficios (del excedente) del trabajo campesino y que garantizaba, mediante un sistema más o menos complejo de redes de dependencia (vasallaje) y de gratificaciones (feudos), su redistribución en el seno de la clase dominante.
ORIGEN Y DESARROLLO DEL FEUDALISMO
El Bajo Imperio Romano:
En el siglo III comenzó la lenta transmutación del centro de gravedad económico desde las ciudades hacia las grandes propiedades agrarias donde podría considerarse que nacen ciertas instituciones que posteriormente se desarrollarán en época feudal. En este proceso se entrecruzan dos movimientos opuestos: por una parte se observa un retroceso del papel económico del Estado y por otro, la especial carga fiscal soportada por los sectores de la producción urbana, como la industria y el comercio, ejerció efectos depresivos sobre su potencial económico. Las grandes propiedades rurales (villae rusticae o fundus) se convirtieron en auténtico sostén de las clases dirigentes del Imperio gracias a la seguridad de las inversiones y las posibilidades de inmunidad frente a los impuestos. Cada explotación agraria pasó a ser una unidad económica al incorporar formas de producción que originariamente fueron propias de la ciudad, convirtiéndose en el centro de gravedad de la economía. De este sistema derivaron organizaciones políticas, que se asentaron sobre la propiedad y el señorío de la tierra: la gran masa de la población vive en el campo en régimen de semilibertad; la clase dominante es sostenida económicamente por la producción de esta población rural. Esta estructura económica es en realidad, más compleja, debido a su relación con las actividades comerciales y artesanales. Pero, a partir de ella, en un largo proceso de siglos, cristalizarán en Occidente las condiciones básicas de la Edad Media.
Los mecanismos feudovasalláticos carolingios:
El periodo que discurre entre el ascenso de los carolingios al poder y los años iniciales del siglo X ha sido considerado desde la óptica de los institucionalistas, como uno de los momentos de la evolución de las relaciones feudovasalláticas (desarrollaremos el concepto de vasallo y vasallaje más adelante, ahora nos limitaremos en indagar su origen).
Una de las teorías más tradicionales (Brunner) ha hablado de la irrupción musulmana en el Occidente como causa fundamental de la progresión de estos mecanismos. El mayordomo de palacio Carlos Martel, con vistas a contener la expansión musulmana, se vió en la necesidad de crear una potente caballería. Ello sólo fue posible gracias a la generosa distribución de tierras a un gran número de nuevos vasallos a fin de que estos pudieran procurarse su manutención y su equipo de guerra.
Aunque esta teoría ha tenido abundantes detractores (Sanchez Albornoz) que no creen en una relación mecánica entre presencia musulmana y desarrollo de la caballería, un hecho es irrefutable: los fieles de los que se rodearon los mayordomos de palacio y que apoyaron a la larga su acceso al trono, fueron compensados con bienes procedentes muchos de ellos de iglesias, catedrales y abadías. Paralelamente el término vasallus, que de forma genérica había designado al hombre libre en dependencia, acabó cobrando una extraordinaria fortuna y una no menos extraordinaria dignificación. La unión de hecho entre el vasallaje y el beneficio fue tomando el carácter de una práctica normal.
Parece probable que la difusión del vasallaje estuviese en relación directa con la del régimen dominical clásico. Este sistema se basaba en la villa como unidad de producción. La villa se puede definir como una vasta explotación agrícola, análoga en muchos aspectos al fundus de época romana, cuyo territorio se reparte de forma más o menos armoniosa entre tierras de cultivo (ager) y zonas de bosque y de pastos (saltus). El centro de la villa lo constituía la curtis o corte que comprendía la vivienda del dueño o de sus agentes o administradores, las principales edificaciones para la explotación y la iglesia dominical. El modo de gestión de la villa se designa tradicionalmente con el nombre de sistema dominical. El principio básico consistía en la división bipartita del suelo en una reserva explotada directamente por el dueño y unas tenencias sometidas a tributos. La reserva estaba formada, de una parte, por las mejores tierras de labor de la villa y, de otra, por la casi totalidad de sus bosques y baldíos. De ella extraía el dueño lo esencial de sus rentas. En lo que respecta a su ámbito espacial, el área de extensión de la villa tradicional queda limitada a las regiones situadas en el corazón del Imperio Carolingio, es decir, entre el Loira y el Rin. Fuera de esta zona las relaciones que se establecían entre las tenencias y la curtis eran bastantes distendidas. Por ejemplo, en el caso peninsular con el término villa se solía designar el territorio de una aldea, sometido o no a coerciones colectivas.
En cualquier caso, pese a la desigual difusión de los mecanismos de la sociedad feudal, existen unas razones de índole política que conducen a la extensión del
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