Feudalismo

EL MEDIOEVO, ¿TIEMPO DE ESTANCAMIENTO?

Tradicionalmente se ha caracterizado a la Edad Media, específicamente a la que se vivió en Europa- como un largo período de confusión, dificultades materiales y temores de toda índole. Un espacio de diez siglos, del V al XIV, cuyo final estuvo marcado con la resurrección de lo antiguo, de lo clásico. Muchos intelectuales y artistas, admiradores de las culturas griega y romana, las estudiaron en profundidad, lo que dio origen a una corriente renovadora que vino a denominarse Renacimiento. Los voceros de este movimiento, precisamente, fueron los primeros en llamar Edad Media al tiempo intermedio entre el esplendor del mundo antiguo y el renovado esplendor de los tiempos modernos.

Los Renacentistas renegaron de la Edad Media, viendo en ella sólo sus grandes males: la ignorancia, la barbarie y el fanatismo. La consideraron como un período decadente en los campos no eclesiásticos del saber, ya que despreció las vertientes culturales de la antigüedad clásica griega y romana. Pero eso no es del todo cierto, y además debe entenderse como válido sólo en Europa. El Renacimiento no surgió de la nada: sus raíces pueden rastrearse en la Edad Media.

Tres componentes estructurales caracterizaron a la extensa y compleja Edad Media: 1) El feudalismo, como sistema de organización socioeconómica y política. 2) La aparición y progresivo desarrollo de una nueva clase social, la burguesía, estrechamente ligada a las actividades económicas, principalmente comerciales e industriales, y directamente relacionada con la génesis de una ciudad de nuevo tipo, escenario originalmente económico y de convivencia, donde iban a surgir originales instituciones de gobierno, las municipalidades, y de trabajo, los gremios. 3) La omnipresencia de la iglesia, específicamente la iglesia cristiana, en todas las facetas del quehacer humano, debiéndose considerar como aporte positivo su afán de preservar la cultura clásica en los centros monacales que regentó, auspiciando asimismo desde el siglo XIII el nacimiento de una institución cultural perdurable, la Universidad, si bien sumida ésta en la escolástica, soporte ideológico de la sociedad feudal.

Ahora bien, el feudalismo en otras partes del mundo se dio en tiempos disímiles. Expresión de su presencia temprana la podemos hallar en la China, donde ya en el siglo III existían formaciones feudales. En América, por el contrario, se dio muy tardíamente; en el caso peruano desde el siglo XVI, subsistiendo como semifeudalidad hasta el presente.

PERÍODOS DE LA EDAD MEDIA

Se conoce como Temprana Edad Media al período que se inicia en los años finales del imperio romano de occidente, que es cuando emerge la nueva situación socioeconómica que hemos descrito, que coincide con la expansión del cristianismo y con las grandes migraciones de los pueblos germanos, que crean reinos en el disgregado imperio. Abarca del siglo V al VIII.

A ello sigue el período conocido como la Alta Edad Media, desde el siglo IX, en la que se consolida el modo de producción feudal, a la vez que se intenta con Carlomagno y Otón el Grande la restauración del imperio de occidente. Es el tiempo en que toda Europa va a ser cristianizada, recuperando Roma su gravitante importancia. Pero pese a los proyectos de grandeza imperial, la sociedad sigue siendo básicamente agraria, mostrando una economía natural.

Algunos autores hablan de una Plena Edad Media, para referirse a un período que se inicia el siglo XI, en el que se empiezan a generar cambios trascendentales. Es el tiempo en que resurge la vida urbana y mercantil, con un notorio crecimiento poblacional. Es el tiempo en que aparece la burguesía, como nueva clase destinada a corroer inexorablemente los cimientos del feudalismo. Es el tiempo en que cobra vigor el poder monárquico, precediendo a lo que después se convertirá en el absolutismo. Es el tiempo de las grandes luchas entre reyes y papas. Y a la vez es el tiempo del resurgimiento artístico y cultural, caracterizado por el paulatino abandono del latín y el surgimiento de las lenguas romances, naciendo también por entonces las Universidades.

La Baja Edad Media es el período que trascurre desde que se anuncia la crisis del orden medieval, en la segunda mitad del siglo XIII, hasta las postrimerías del siglo XV. La crisis se produce en todos los niveles, paralela a un tiempo de tremendas epidemias, como la de la peste negra, que hizo grandes estragos en 1348. Es el tiempo en que la oscurantista sociedad fanatizada condena lo que considera grandes herejías, lo que entre otras causas va a generar las corrientes protestantes.

GÉNESIS SOCIOECONÓMICA DE LO FEUDAL

En el tránsito del mundo antiguo al medieval juegan rol preponderante cuatro grandes protagonistas: Roma, la Iglesia, Constantinopla y los pueblos bárbaros, produciéndose importantes cambios en la vida socioeconómica. Durante el apogeo del imperio romano existió un claro predominio de la ciudad sobre el campo, ya que fue en el ámbito urbano donde se acumuló la riqueza. Por el contrario, en su período de decadencia, se dio un proceso de ruralización generalizada. Los dueños de los latifundios dejaron de habitar en el medio urbano y, por tanto, las ganancias procedentes de sus rentas rurales dejaron de afluir a la ciudad, que se vio así privada de la función comercial y de mercado que había tenido hasta entonces. El proceso de ruralización fue más severo en la parte occidental del imperio. En esa situación, el régimen de propiedad de la tierra ofreció mayor variedad que en tiempos anteriores. En un principio dejó de ser esclavista sin ser todavía feudal. El latifundio continuó siendo trabajado por esclavos, pero conforme trascurría el tiempo ellos iban disminuyendo, lo cual motivó la implantación de un sistema de explotación mixta, a través del colonato, sistema característico de la Temprana Edad Media.

El colono era un arrendatario perpetuo y hereditario, pero no voluntario, para quien la sujeción a la tierra se convirtió, a la vez, en un derecho y una necesidad. La tierra era la que ligaba a los colonos con un propietario, haciéndolo de por vida y transmitiéndose de forma hereditaria, de padres a hijos. En el caso de un colono sin descendencia, la tierra volvía de nuevo a manos del propietario, del cual en realidad nunca salía, ya que la propiedad no se transmitía con el colonato. Jurídicamente el colono era un hombre libre, pero al mismo tiempo era algo así como el servidor de un dominus o de un patronus.

La gran propiedad rústica seguía dos sistemas diferenciados para su cultivo: el trabajo directo a través de esclavos o el arriendo, sistema que aumentó en importancia conforme fue decreciendo el número

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