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Fransisco De Miranda

danimelis3 de Marzo de 2013

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Miranda en esa reunión, le entregó a Pitt, notas adicionales sobre el tema que decían: “Descubriendo un pasaje a través del noroeste al Océano Pacífico podríamos establecer un comercio con China, Japón y todas las islas del Sur, con inmenso beneficio para Inglaterra, en caso de que este pasaje sea encontrado, nos daría un pasaje mas inmediato y vía hacia él, con mayor ventaja que cualquier otra nación en Europa, exceptuando los españoles que podrán tener el cruce comercial del Istmo de América”.

En esa oportunidad, Miranda también entregó a Pitt, material sobre el plan militar para liberar las Indias Españolas, en el cual Panamá era punto estratégico. Pese a los alcances del plan, Pitt, prestó poca atención a las ideas independentistas de Miranda. Al concluir la reunión, El Precursor tenía claro, que Inglaterra no se comprometería en la campaña de libertar a la América.

El proyecto del canal de Panamá se hizo realidad cien años después, pero fue Miranda el primero que observó la importancia que la construcción del canal de Panamá tenía para el mundo, pues a través del mismo se facilitaría la navegación, se intensificaría el comercio y la civilización en los continentes. Coincidencialmente, fue el primero en pensar y hablar del Canal de Nicaragua, una construcción que hoy de vez en cuando se menciona.

Amores

Los biógrafos de Francisco de Miranda hacen especial referencia a la relación del Precursor con el sexo femenino. Dicen que admiraba a las mujeres y que en su trato con ellas destacaba por su don de gente y buenos modales. En más de una oportunidad señaló a los gobernantes de su época los derechos inherentes a la condición femenina, entre los que destacaba la educación.

En fin, las mujeres nunca faltaron en su vida. Su presencia llega a ser disputada en los salones y las cortes, donde hablaba de la América exótica, avivando los espíritus femeninos hablándoles de guerras de liberación. De esta forma conquista los corazones bellos y conoce la ingenuidad de las americanas, las problemáticas inglesas, los caprichos de las rusas, la pasión de las italianas y las refinadas francesas.

En su diario describió aventuras amorosas, galanteos y adulterios que dejaron huella en su corazón de viajero. De estas vivencias resaltan la relación que mantuvo durante su visita a Rusia con la reina Catalina de Rusia, quien para el momento de conocerlo contaba con 54 años. También habla de la pasión que sintió por la marquesa Delfina de Custine, de quien se enamoró cuando estuvo preso en Francia. A estos nombres se une el de Sarah Andrews, madre de sus hijos, Leandro y Francisco, quien estuvo con él en los años finales de su aventura y representó para Miranda, la paz, el sosiego. Esta mujer, a quien Miranda llamó, “mi fiel ama de llaves”, tuvo la misión de guardar para las generaciones futuras, su casa, sus libros y su memoria.

Las cárceles

Dicen que Miranda era sobrio, dormía poco y soportaba pacientemente las incomodidades que con regularidad enfrentaba en sus viajes. Era, según testimonios de quienes tuvieron oportunidad de compartir con él, hombre sencillo, cordial y muy humano que “usaba con la misma serenidad de ánimo el vestido del minero, la capa de mundano galán o el manto de altruismo”.

El manto de altruismo fue el que uso cuando estuvo en las cárceles danesas en los primeros meses de 1788. En “Colombeia”, su diario de viajes relata su visita a la prisión llamada “de la Corona”, donde conoció el “lóbrego paraje Pozo de agua corrompida” y las prisiones llamadas “Torre azul”, en la cual “los Mateletes españoles y los Zambullos con sus depósitos de inmundicia, que se limpian raras veces al año, mantienen infecta y pesada la atmósfera”. También estuvo en un orfanato y correccional de niños y adolescentes de esa ciudad y observó el trato que se les otorgaba, el cual según anotó en su diario “no era el mas adecuado”. La desagradable impresión aumentó cuando el torturador de la cárcel le explicó con lujo de detalles los suplicios que se aplicaban a los prisioneros para lograr la confesión.

La realidad lo conmovió y al concluir las visitas hizo saber a los directores de las cárceles su desacuerdo con las circunstancias que había observado y por los métodos utilizados para hacer confesar a los encarcelados. Asimismo expresó su dolor ante el trato inhumano que recibían los presos y lo planteó en carta enviada al barón de Krudner, vicecanciller ruso en Dinamarca, en la cual habló de “los abusos cometidos y el estado deplorable de los prisioneros”.

La inquietud la transmitió también a Federico, el Príncipe Regente, a quien presentó un proyecto para la reforma de las cárceles de acuerdo a la obra de Howard, que trataba sobre el asunto. Varios meses después de abandonar esta ciudad, Miranda recibió la agradable noticia que los encargados de las prisiones habían aceptado las sugerencias y habían procedido a mejorar el sistema penitenciario de ese país, reforma que en nuestros días aún está vigente y a la que se hace referencia cuando se habla de modelos carcelarios con sentido de humanidad.

La música

Miranda es hombre de mundo. Le gusta deslumbrar y cautivar a quienes lo reciben, a quienes lo escuchan, a quienes comparten sus aficiones. Va al teatro, asiste a conciertos, discute con los literatos, corteja damas, lee a Virgilio, escribe su diario, en fin un ser humano que se ganaba la confianza de quienes conocía.

Cuando estuvo en Viena se hace asiduo de Francisco José Haydn, uno de los grandes músicos de la época, y participa con éste en veladas nocturnas interpretando la flauta, instrumento que aprendió a tocar en su juventud.

Estas veladas reseñadas en su diario, muestran a Miranda, tocando para grupos selectos, cuartetos para viento escritos por Haydn. La relación del Precursor, con tan importante artista demuestra que poseía una sólida formación cultural, que aunada a su elegancia personal y a su procedencia de un país del todo desconocido, le abre las puertas de Europa. Miranda se vale de estos atributos, para obtener pasaportes de países europeos.

Su faceta de buen músico es desconocida por la mayoría de los venezolanos. Sin embargo, se ha comprobado, que Miranda tocaba piano y flauta traversa, de la cual poseía dos: una en boj y otra en ébano, ambas Barettii. En sus Diarios menciona que le gustaba tocar la flauta y que lo hacía menudo en su época de soldado español en La Habana y durante sus viajes.

Su biblioteca musical era muy rica en lo que se refiere a literatura para flauta. Estos datos se conocen por un inventario que hizo de la misma en 1782, que asentó en su diario. En la relación aparecen músicos barrocos y de la Escuela de Mannheim. En una de las listas, bajo el título de "Notas de música impresa para la flauta traversa", figuran Bocherini, Canciell, Covelli, De-Lusse, Exaudet, Ficher, Gronemann, Josef Herrando, Laveux, Eduardo Miller, Giovanni Pattoni, Giovanni Punto, Xaviero Richter, Giuseppe Sammartini, Matías Stabinger, Johan Stamitz, Josef Toeski, Johan Wendling, así como los españoles Pla, Herrando y Misson, junto a compositores de Mannheim, como Christian Cannabich y Anton Filtz. Había, por último, un "Legajo de papeles de música de cosas varias", cuyo contenido no se detalla.

El conocimiento musical que poseía le permitió acceder a compositores y músicos, durante su periplo por Estados Unidos y Europa y emitir juicios acerca de esta disciplina artística. Las apreciaciones estéticas de Miranda, y de diversos personajes con quienes discutió sobre compositores y sus obras, son de gran interés. Al respecto el historiador de la música Robert Stevenson, señala la importancia del encuentro de Miranda con Haydn, expresando que "la visita de dos días a Esterháza del venezolano Francisco de Miranda (1750-1816), entre el 27 y el 29 de octubre de 1785, constituye el primer contacto de Haydn con Latinoamérica.

En la Revolución francesa

En abril de 1792, Miranda visita París. De inmediato conoce y traba amistad con Brissot, Lanjinais, Roland, Petión, Dumouriez, Baillo, jefes del partido Girondino. En la ciudad luz se viven momentos de tensión. Fuerzas desde dentro y fuera del país galo intentan por todos los medios el regreso de la monarquía, y declaran la guerra a quienes instauraron el sistema de libertad, igualdad y fraternidad, que nació el 14 de julio de 1783, con la Toma de la Bastilla.

Petión propone a Miranda ingresar al servicio de Francia con un alto cargo militar. Acepta y resuelve enviar a Servan, ministro de Guerra, un documento en el que se compromete a defender a la nación francesa siempre y cuando su proyecto de liberación de las colonias españolas sea debidamente considerado por los gobernantes galos.

En su diario figura copia de la correspondencia enviada: "Consciente de la justicia y la magnanimidad con las que la Nación francesa defiende su soberanía y la gloria que alcanzarán quienes tengan el honor de unirse a ella en la defensa de la libertad, única fuente de la felicidad humana, consiento en combatir lealmente a su servicio. (...) Como la libertad de los pueblos es un objetivo que interesa igualmente a la Nación francesa (...), es necesario que Francia proteja eficazmente esta causa, ya que se trata de la causa de la libertad, y también es necesario que se me conceda autorización

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