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FRANSISCO DE MIRANDA


Enviado por   •  21 de Junio de 2014  •  5.247 Palabras (21 Páginas)  •  508 Visitas

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INTRODUCCIÓN

En la presente investigación se hablará de nuestro precursor de la Independencia Francisco de Miranda y de las causas que generaron su entrega a la Corona Española.

Este tema ha generado diversa controversia por la presunta implicación que tiene el Libertador en el hecho.

Francisco de Miranda y Simón Bolívar se conocen en Londres en 1810, la diferencia de edad es notable ya que Miranda cuenta con sesenta y Bolívar con veintisiete. Los dos hombres tuvieron una estrecha amistad que duro dos años y fue el Libertador quien trajo a Miranda a Venezuela y lo hospedó en su casa. Fundaron juntos La Sociedad Patriótica y al ser nombrado Miranda General en Jefe de Los Ejércitos confió el mando de Puerto Cabello a Simón. Este era un poderoso bastión de las fuerzas republicanas.

Sin embargo, las ideas de lucha por la Independencia no llegaron a su fin, los planes dieron otro rumbo y termino en la entrega de Miranda a los españoles, las causas de este suceso se mencionaran a continuación.

DESARROLLO

Francisco de Miranda, el precursor de las independencias.

Francisco de Miranda, venezolano, hijo de un español y una venezolana, fue el primer hombre en desafiar con las armas a los realistas de América. Y aunque no tuvo éxito inmediato, ni tampoco conoció la independencia definitiva mientras estuvo vivo, puede llamársele con justa razón un precursor. Parece haber tenido mucho tiempo la idea en mente de libertar a América Latina. Eso a pesar de haber estado al servicio de las tropas españolas en un principio, donde pudo aprender de las artes bélicas y conocer las particularidades del ejército español. Tuvo contacto con los girondinos, se familiarizó con la filosofía de la época, supo de la Roma de la república. Viajó por toda Europa, tuvo contacto con reyes, ministros, embajadores. Nadie sabe a ciencia cierta con qué dinero, aunque no le faltó casi nunca si no es hasta sus últimos años de vida.

La corona española lo persiguió durante cuarenta años, acusándolo de traición a la patria y hasta de espía. Al parecer Miranda fue un hábil traficante de información, seductor, muy sociable y admirado, pero siempre defendiendo la tesis de que su larga estadía en Europa, sus viajes interminables, tenían una directriz muy clara, aunque reservada: conseguir alianzas, dinero, armas, amistades para liberar a América del Sur de los reyes de España. Fundó una muy buena amistad con la zarina de la época, Catalina, quien lo nombró con un cargo militar de su armada y con una generosa pensión. Se paseó en los salones de Noruega, Dinamarca, Grecia, Rusia, Inglaterra, Francia, siempre atento a toda la información útil que pudiera llegar a su cabeza. Combatió en Francia a favor de los republicanos y llegó a ser teniente coronel de los ejércitos del norte. Pero Miranda siempre suscitaba sospechas, tantos eran sus contactos.

Así mismo, pasados ya sus cincuenta años, ignorado por los europeos, consigue algunos miles de libras esterlinas en préstamo (40 mil dólares de la época) como para empezar a formar un pequeña armada; en E.U. consigue la misma suma y con ella consigue un gran barco de guerra, bautizado Leander en honor a su pequeño hijo, y un par de goletas; también un par de miles de fusiles, espadas, unos pocos cañones, municiones y reúne, también en los E.U., un pequeño ejército que no sobrepasa los 200 hombres, voluntarios recogidos en Nueva York. Quiere desembarcar en Puerto Cabello, pero un par de embarcaciones españolas lo detienen, y hunden a su par de casi indefensas goletas.

Es por ello, que huye a Aruba y vuelve entonces a pedir ayuda a Inglaterra pero esta vez ofrece lo que no tiene a los ingleses; obtiene de Cochrane un nuevo préstamo que sólo lo consigue ampliando los supuestos futuros derechos comerciales de Inglaterra en América del Sur, sin poner condiciones a las peticiones del país del norte; “Inglaterra coloca la flota y Miranda promete las factorías”. Mejor armado, con una flotilla de diez barcos, 400 hombres y 80 cañones, esta vez logra su desembarco y la victoria es rápida, pero no duradera. No obtiene apoyo, a pesar de que ha embanderado La Vela con la bandera tricolor (amarillo, azul y rojo que él mismo ha diseñado), ha pegado Proclamas. Nadie lo quiere, mucha gente huye asustada, los curas lo declaran impío. Es un balde de agua fría pues él esperaba que lo recibieran como a un libertador. Y es que sus soldados son todos extranjeros, rubios, no hablan español y no son católicos!

La toma de Vela dura sólo once días; sólo unos pocos indios se habían presentado como voluntarios, ningún criollo; falta el agua y la llegada de los españoles es inminente. Tiene que huir nuevamente a Aruba, donde ya no lo aceptan porque su cabeza tiene precio, por lo que vuelve a Trinidad.

Pero la historia de Miranda no termina allí; en Europa los asuntos están calientes, han pasado tres años y entonces, en 1810, España ya ha sido invadida. Se forman juntas de gobierno en Hispanoamérica y se aprovecha el momento para rebelarse contra la mala madre patria. Miranda es aclamado en Caracas, y nombrado general en jefe del ejército, ¡a sus sesenta años! Lleva a cabo campañas sangrientas con mucho éxito, aunque acusado de abusos innecesarios. Designa a Simón Bolívar, su predilecto, ya afamado por su oratoria e intelecto, para defender un lugar clave de la geografía venezolana de la época: Puerto Cabello. Pero Bolívar, en una jugada inesperada, se retira del campo de batalla, “sin resistencia seria”. Miranda trata una ofensiva, pero no puede contra las tropas realistas de Monteverde, y firma un armisticio, que en la práctica se transforma en una capitulación porque Monteverde no cumple con los acuerdos.

Bolívar, con algunos soldados de la tropa, invade la casa donde a esa hora duerme Miranda, y lo toma preso. Miranda le arroja la espada del mando. Bolívar entrega a Miranda, considerado “capitulador” y cobarde, a los españoles, a cambio de su exilio. Miranda es llevado preso a España, y encerrado en un calabozo del arsenal de La Carraca, al interior del castillo de las siete Torres. Muere allí, enfermo y desdentado. Hay que hacer notar la valentía o la locura de enfrentarse a los españoles con tan pocas tropas; es seguro que Miranda, muy experimentado en batallas, supiera de antemano que era imposible ganarle a los realistas con tan pocas armas, pero lo que quizás consideró como fundamental era encender la chispa que recorriera los salones de Europa y de América, una

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