Guerra De Las Coreas

El presente trabajo es un ensayo sobre una aproximación realista a la guerra de las Coreas. En el mismo se entiende por “realista” las doctrinas que asumen lo real como punto de partida para sus reflexiones, sea en el campo del vivir cotidiano, de las artes y técnicas o en el de las ciencias.

Este trabajo presenta una pequeña reflexión sobre la pertinencia de estudiar la guerra de las Coreas desde una perspectiva realista, esto es desde una perspectiva filosófica, que asume lo real

En el curso del presente año, Corea del Norte ha hundido un buque artillado surcoreano con un saldo de 46 muertos, ha disparado contra soldados surcoreanos en la zona desmilitarizada fronteriza y, recientemente, bombardeó una poblada isla surcoreana con cuatro muertes de civiles y la destrucción de un sinnúmero de viviendas. Por si alguna duda quedaba con respecto al ánimo militarista y agresivo de estas acciones, en noviembre último, el régimen de Pyongyang desplegó ante el mundo su más reciente avance en materia nuclear: instalaciones hasta ahora secretas para el enriquecimiento de uranio, es decir, para incrementar su inventario de armas nucleares.

Numerosas explicaciones se han barajado en torno al porqué de esta escalada guerrerista. Algunos opinan que se trata de la vieja técnica de Pyongyang para extraer mejores condiciones, sobre todo de ayuda financiera y alimentaria, en las negociaciones sobre desarme nuclear con un grupo de potencias que incluye a Estados Unidos y China..

El trasfondo de esta cadena de enfrentamientos siempre ha sido la rivalidad del militarizado y empobrecido despotismo norcoreano con su próspero y democrático vecino del sur. El cuadro se complica cuando apuntamos el padrinazgo de Pekín, del cual depende Pyongyang para sobrevivir, y la alianza de Seúl con Washington, vital para su defensa. De hecho, cerca de 28.000 soldados norteamericanos se encuentran estacionados en la frontera de su aliado con Corea del Norte, producto de los arreglos de armisticio que pusieron fin a la guerra de mediados del siglo pasado. Debemos agregar que Corea del Norte, a su vez, tiene frontera con Rusia.

La naturaleza despótica del régimen norcoreano define su obsesión militar, subrayada por un inmenso Ejército armado hasta los dientes con moderno equipo de guerra, amén de una industria destinada a producir instrumentos de muerte. Esta pujanza castrense contrasta con la hambruna endémica que atormenta a la población. He ahí el drama absurdo de sistemas políticos que alimentan su máquina de guerra en vez de nutrir al pueblo, subyugado. Es la tragedia del resplandor de las bayonetas y los misiles, y la nube nuclear, con que una minoría pretende esconder los rostros famélicos de niños y de familias enteras que perecen de hambre y frío.

La otra cara de esta tragedia es la pretensión norcoreana de chantajear al mundo libre para que subvencione sus excesos despóticos, en cuenta

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