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Guerra de Troya


Enviado por   •  25 de Marzo de 2015  •  Síntesis  •  867 Palabras (4 Páginas)  •  190 Visitas

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Todavía era un niño cuando mi padre marchó a la Guerra de Troya, y en sus casi veinte años de ausencia crecí hasta hacerme adulto. Después de que los dioses en asamblea hubieran decidido que mi padre debía volver a casa desde la isla de Ogigia, Atenea, adoptando la apariencia de Méntor, rey de los tafios, fue a Ítaca y me advirtió que expulsase de mi casa a los molestos pretendientes de mi madre y me dirigiese a Pilos y a Esparta con el fin de recabar información sobre mi padre Odiseo.

Seguí el consejo de la diosa de la guerra, pero los pretendientes se negaron a abandonar su hogar, y Atenea, aún con la forma de Méntor, me acompañó a Pilos. Allí fuimos recibidos hospitalariamente por Néstor, rey de ese lugar y participamos junto a él en una hecatombe para Poseidón, es decir, en un sacrificio religioso de cien bueyes ofrendado al dios del mar, la tormenta y los terremotos. El rey Néstor nos relató el regreso de otros héroes desde Troya y la muerte de Agamenón, pero no tenía información específica de Odiseo. Nos sugirió que vayamos a Esparta a hablar con Menelao, el rey, quien acababa de regresar de largos viajes. Atenea desapareció milagrosamente, e impresionado de que esté escoltado por una diosa, Néstor arregló que su hijo Pisístrato me acompañara a Esparta. Continuamos el viaje hasta ese lugar, donde Menelao y Helena (quien había sido raptada, lo que tuvo como consecuencia la Guerra de Troya, pero ya había sido rescatada y había vuelto a reinar a Esparta) nos recibieron amablemente. Ellos nos contaron acerca de su conversación con Proteo, un antiguo dios del mar, quien les informó acerca de la suerte que había corrido mi padre, quien se encontraba en una isla retenido contra su voluntad por la ninfa Calipso, quien lo amaba.

Desde Esparta, aconsejado por Atenea, regresé a casa, y una vez allí, con su ayuda, conseguí eludir la trampa que los pretendientes me habían preparado a la entrada de la isla. Una vez en tierra, me dirigí por consejo de la diosa a la casa de Eumeo, fiel criado de mi padre, donde conocí a un mendigo. Cuando el criado marchó a la casa de Penélope para darle la noticia del regreso de su hijo (o sea, mi regreso), el mendigo me reveló que en realidad era mi padre, a quien no veía desde hacía veinte años. Tras un fuerte abrazo, planeamos la venganza contra los pretendientes, con la ayuda de Zeus, padre de los dioses, y Atenea.

Al día siguiente Odiseo volvió a su palacio bajo la apariencia de mendigo, y fue mal recibido por los pretendientes, quienes luego de una prueba con Iro (un mendigo que frecuentaba el palacio), dejaron que se quedara a comer con ellos. Al cabo de un día Penélope apareció con un arco que Odiseo había dejado en casa antes de su marcha a Troya. Prometió a los pretendientes que se casaría con aquel que consiguiera hacer pasar la flecha por los ojos de doce hachas alineadas. Uno tras otro, los pretendientes lo intentaron, pero ni

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