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La Guerra De Troya

Andrea3453232v23 de Abril de 2014

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LA GUERRA DE TROYA

0. Introducción

La mitología y la realidad se entremezclan de tal manera que en algunas ocasiones es difícil saber qué hay de verdad y que de mito en toda la historia de la antigua Grecia y más concretamente en la guerra de Troya.

Troya fue una de las ciudades más importantes de la antigüedad, situada en lo que sería actualmente una de las zonas marítimas de la costa de Turquía, poseía una situación estratégica, un puente entre Oriente y Occidente y un lugar de paso para las mercancías que eran transportadas al continente europeo. Hasta principios del s.XX se pensó que Troya era una ciudad mitológica y que por lo tanto no había existido, sólo en la mente del gran escritor de la antigüedad Homero, no obstante un arqueólogo alemán (Schliemann) a mediados del S.XX logró rescatar del las ruinas lo que fue la ciudad de Troya, y fue entonces cuando la comunidad científica empezó a cuestionarse el relato de la Guerra de Troya como cierto.

1. Homero

Tal y como hemos comentado la principal fuente de la guerra de Troya es la Iliada de Homero, por lo que antes de empezar a analizar la Guerra de Troya, analizaremos brevemente la figura de Homero.

Homero, según la leyenda se trataría de un rapsoda ciego que recorría los pueblos y ciudades recitando poemas épicos como se hacía en Europa en la Edad media y siglos posteriores; aunque nada se sabe a ciencia cierta de su persona, Homero es el nombre tradicionalmente asignado al famoso autor de la Iliada y la Odisea, las dos grandes epopeyas de la antigüedad en Grecia. De hecho algunos ponen en duda que estas dos epopeyas sean obra del mismo autor. Sin embargo, los datos lingüísticos e históricos de que disponemos permiten suponer que los poemas fueron escritos en los asentamientos griegos de la costa oeste de Asia Menor, hacia el siglo IX a.C.

El texto moderno de los poemas homéricos se transmitió a través de los manuscritos medievales y renacentistas, que a su vez son copias de antiguos manuscritos, hoy perdidos. Pese a las numerosas dudas que existen sobre la identidad de Homero (algunos lo describen como un bardo ciego de Quío) o sobre la autoría de determinadas partes del texto, como las escenas finales de la Odisea, la mayoría de sus lectores, desde la antigüedad clásica hasta no hace mucho tiempo, creyeron que Homero fue un poeta (o como mucho, dos poetas) muy parecido a los demás. Creyeron, en suma, que la Iliada y la Odisea, aunque basadas en materiales tradicionales, son obras independientes, originales y en gran medida ficticias.

Sin embargo, durante los últimos 200 años, esta visión ha cambiado radicalmente, tras el surgimiento de la interminable cuestión homérica: ¿Quién, cómo y cuándo se compuso la Iliada y la Odisea? Aún no se ha encontrado una respuesta que satisfaga a todas las partes. En los siglos XIX y XX los estudiosos han afirmado que ciertas inconsistencias internas venían a demostrar que los poemas no eran sino recopilaciones, o añadidos, de poemas líricos breves e independientes (lays); los unitaristas, por su parte, consideraban que estas inconsistencias eran insignificantes o imaginarias y que la unidad global de los poemas demostraba que ambos eran producto de una sola mente.

Ninguna de estas interpretaciones es determinante, pero sería justo afirmar que prácticamente todos los comentaristas coinciden en que, por un lado, la tradición tiene un gran peso en la composición de los poemas y, por otro, que en lo fundamental ambos parecen obra de un mismo creador. Entretanto, los hallazgos arqueológicos realizados en el curso de los últimos 125 años, en particular los de Heinrich Schliemann, han demostrado que gran parte de la civilización descrita por Homero no era ficticia. Los poemas son pues, en cierto modo, documentos históricos, y la discusión de este aspecto ha estado presente en todo momento en el debate sobre su creación.

2. La Realidad Histórica

La caída de Troya se encuadra en un periodo histórico marcado por la decadencia de reinos, imperios y culturas. Es el fin de toda una época gloriosa que generaciones que siglos siguientes llamarían “La Edad Dorada”en contraposición a “La Edad Oscura” durante la que el sentimiento popular colectivo hizo, rehizo y reinterpretó embelleciéndolos, las gestas y los palacios de aquellos lejanos héroes hasta convertirlos en leyenda. Cuando estas leyendas trasmitidas durante siglos por tradición oral fueron recopiladas por poetas, que les infundieron nueva frescura, los palacios de Creta y de las antes poderosas ciudades micénicas yacían enterradas. Troya llevaba cuatro siglos abandonada.

2.1. Los Enemigos: Aqueos y Troyanos

Hablar del mundo micénico, de la cultura micénica, que toma su nombre de Micenas, ciudad que en la gesta homérica era la capital del reino de Agamenón; es hablar de los aqueos. Homero nunca habla en “la Illíada” de “griegos”, que es un término posterior. Para referirse a los ejércitos que sitiaron Troya, lo hace como aqueos, algunas veces danáos o helenos.

Algunos investigadores los relacionan con los hititas, otros los hacen originales del norte de los Balcanes. Lo que esta claro es que era un pueblo indogermánico, guerrero que conocía la domesticación del caballo y el hierro. Y que sobre él 2000 a. C. Inicia un movimiento migratorio desde sus lugares de origen. Un ramal de esta corriente llega sobre 1800 a.C. a la Grecia continental mientras el resto continúa por Centroeuropa hasta la Península Escandinava, e incluso algunos investigadores aventuran hasta las Islas Británicas.

Firmemente asentados en suelo griego, alrededor del 1600 a.C, se inicia un fecundo proceso de mestizaje étnico y también cultural, en el que los nuevos elementos se mezclan con el sustrato heleno muy influenciado por la rica cultura cretense. El resultado es lo que se ha dado en llamar “Cultura Micénica”. Se organizaban en algo semejante a ciudades-estado, con zonas de influencia política y económica; auténticos reinos independientes (los héroes aqueos de la “Illiada” eran señores de su reino) que cuando las circunstancias externas lo requerían abandonaban su frecuentes y mutuas reyertas para unirse frente a una causa común, tal como hicieron para atacar Troya.

Las en principio, tímidas corrientes migratorias de otros pueblos sobre los reinos micénicos, no hicieron sino enriquecer su cultura y aportar frescos contingentes de población. Sin embargo en el siglo XIV a. C. se aprecian ya signos de sobrepoblacion. Con este fenómeno se relaciona la destrucción de los palacios cretenses y los primeros asentamientos aqueos en el norte de Creta. Poco más tarde y aprovechando la decadencia del imperio hitita, aparecen las primeras colonias micénicas en la costa de Asia menor Este fenómeno de creación de colonias y las incursiones aqueas en el norte de Asia Menor son la base histórica de los hechos narrados en “la Illiada”. La obra de Homero es pues, un reflejo embellecido por la imaginación y la poesía de hechos históricos sucedido entre los siglos XIII y XII a.C.

La privilegiada situación geográfica de Troya, por la que controlaba tanto las rutas comerciales con oriente como el trafico marítimo hacia el mar Negro, que le daban acceso a los mercados del trigo y los metales, a lo que se le añadía el peaje que los navíos que franqueaban el Helesponto debían pagar al rey de Troya, levantaron la codicia de los reyes aqueos.

A esto hay que sumarle que los troyanos no debieron recibir con agrado a los colonos micénicos, que presionados por la sobrepoblación continental, ya habían empezado a asentarse en la Troáde. Su bien organizado ejercito bien podía convertirse en un elemento disuasorio para estos obligados movimientos de inmigración aquea.

La fórmula para terminar con el poderío troyano fue la guerra de desgaste, ahogar la economía troyana. Más que una guerra de diez años, se piensa en una sucesión de incursiones guerreras aqueas, que Homero y otros poetas fundieron con fines dramáticos en una sola No se explica que una ciudad totalmente sitiada resistiese diez años. “La Illiada” confirma que tanto la puerta Skeas como la Dardanea permanecía abiertas en tiempos de tregua (habría que hablar “en tiempos de paz”) y aqueos y troyanos acudían libremente al templo de Apolo Timbreo, situado en zona neutral; además de recibir víveres y productos comerciales de sus aliados. Por otra parte la ciudad no estaba rodeada de tropas (algo imprescindible para sitiar una ciudad). El campamento aqueo se levanto a la orilla del mar (a unos seis kilómetros de las murallas), pero los ejércitos aqueos apostados periódicamente ante Troya y las continuas beligerancias, convirtieron la costa asiática, en zona conflictiva y poco segura, por los que las rutas comerciales que mantenían la pujante economía troyana se desviaron .

Poco a poco privada de sus recursos, Troya no pudo mantener ni su ejército, ni la “lealtad” de sus asociados.”Troya la sagrada”, “La ciudad de anchas calles”, cita Homero, estaba lista para sucumbir en un último episodio bélico que tendría su punto álgido en la toma de la ciudad mediante torres de asalto móviles, que la poesía convirtió en un enorme caballo.

3. La Leyenda

Una vez analizada la historia pasamos a enumerar los personajes que hacen de la guerra de Troya una Leyenda

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