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Idioma Y Pitagoras


Enviado por   •  29 de Abril de 2015  •  1.308 Palabras (6 Páginas)  •  129 Visitas

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Que es el idioma?

Idioma o lengua, es un sistema de comunicación verbal (lengua oral y gráfica) o gestual propia (lengua signada) de una comunidad humana. Cada idioma se subdivide en dialectos, pero actualmente se duda que exista un criterio válido para hacer tal división de una manera objetiva y segura. La determinación de si dos variedades lingüísticas son parte o no del mismo idioma es más una cuestión sociopolítica que lingüística.

Que es el Libro?

Un libro es una obra impresa, manuscrita o pintada en una serie de hojas de papel, pergamino, vitela u otro material, unidas por un lado (es decir, encuadernadas) y protegidas con tapas, también llamadas cubiertas. Un libro puede tratar sobre cualquier tema.

Cubierta del libro

La cubierta es la parte exterior delantera que cubre los pliegos de un libro y que suele reproducir los datos de la portada. El término también se emplea para referirse a cada una de las partes, anterior y posterior, que cubre los pliegos de un libro.1 Cada una de las dos cubiertas de un libro encuadernado se denominan tapas.

Lomo del libro

Es la parte donde se sujetan todas las hojas. Suele llevar título, autor y editorial.

La página del derecho de autor.

El derecho de autor es un conjunto de normas jurídicas y principios que afirman los derechos morales y patrimoniales que la ley concede a los autores (los derechos de autor), por el solo hecho de la creación de una obra literaria, artística, musical, científica o didáctica, esté publicada o inédita. La legislación sobre derechos de autor en Occidente se inicia en 1710 con el Estatuto de la Reina Ana.

Se reconoce que los derechos de autor son uno de los derechos humanos fundamentales en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

El prologo

Un prólogo es el texto o parte situado al principio de una obra, entre los documentos llamados preliminares, que sirven a su autor para justificar el haberla compuesto y al lector para orientarse en la lectura o disfrute de la misma.

La Introducción:

En un ensayo, artículo o libro, la introducción es una sección inicial cuyo propósito principal es contextualizar el texto fuente o reseñado que está expuesto a continuación, en general en forma de cuerpo o desarrollo del tema, y posteriormente como conclusiones.1

En la introducción normalmente se describe el alcance del documento, y se da una breve explicación o resumen del mismo. También puede explicar algunos antecedentes que son importantes para el posterior desarrollo del tema central. Un lector al leer la introducción debería poder hacerse una idea sobre el contenido del texto, antes de comenzar su lectura propiamente dicha.

El contenido

El texto ha de contener las partes del trabajo, método empleado, capítulos, divisiones y subdivisiones, así como todo cuanto pueda contribuir a la aclaración de nuestro disertar (gráficos, esquemas, dibujos, etc.), pues, esto proporciona una mayor compren-sión.

Es aconsejable, como partida de trabajo, informar al lector de la existencia del problema, y tras consignar su porqué, deberemos explicar, con la aportación del mayor número de datos, cómo tal problema puede dejar de existir, indicando qué métodos o sistemas hemos utilizado en la investigación para que, quienes puedan ocuparse de igual asunto en el futuro, dispongan del mayor número posible de fuentes informativas que le permitan completar la problemática que nosotros abordábamos y que, a buen seguro, presenta "lagunas" e incluso "mares" inadverti-dos.

El escritor, representante de un saber, no debe, al cederlo al lector, buscar ni su ventaja particular ni su propia gloria, como es el caso de quien escatima citas, invierte pensamientos ajenos o se atribuya las "doctrinas" del prójimo, pensando más en su prestigio que en el primordial objeto de su trabajo: Dirigirse a la meta y, tras establecer un récord, explicar a los demás los defectos que encontró en el entrena-miento de sus compañeros, cómo evitarlos y, lo que es más, qué hizo o dejó de hacer él.

Huyamos, pues, al redactar nuestro trabajo de la vanidad que lleva implícita aquel que pretende hacerse el centro de su obra, olvidándose de que otros pensaron, piensan y pensarán, por y para él. Informemos de la bibliografía que nos ha ayudado y de la que se puede consultar. Y si un libro, aunque contemple la misma problemática que el nuestro, se hace acreedor al elogio, no lo silenciemos.

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