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Investigación de los virreyes de Nueva España


Enviado por   •  23 de Mayo de 2021  •  Tareas  •  2.001 Palabras (9 Páginas)  •  126 Visitas

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Nombre: Johanna Mayrene Montero Cortés

Título: Investigación de los virreyes de Nueva España

Grado y grupo: 3C

Materia: Historia

Fecha:

Este trabajo es dedicado hacía mi hermano, que le gusta mucho la historia, así que este trabajo le interesara; además lo aprecio y extraño mucho.

Los 63 virreyes que (gobernaron, reinaron)

ilustración

Nombre completo

Años que gobernó

Principales aportaciones a Nueva España

[pic 1]

Antonio de Mendoza y Pacheco

14 de noviembre de 1535 al 25 de noviembre de 1550

Fundo la Casa de la moneda.

-Estableció la imprenta.

-Fundo la cd. de Valladolid

[pic 2]

Luis de Velasco y Ruiz de Alarcón

25 de noviembre de 1550 a 31 de julio de 1564

-Abolición efectiva de la encomienda.

-Liberación de los indios ilegalmente esclavizados.

-Apertura de la Universidad de México.

[pic 3]

Gastón de Peralta

19 de octubre de 1566

a

14 de abril de 1568

-Quito la artillería.

-Abrió un hospital para ancianos, inválidos, convalecientes y locos.

[pic 4]

Martín Enríquez de Almansa

5 de noviembre de1568

a

4 de octubre de 1580

-Desalojo un puesto de piratería que habían establecido los ingleses.

-Estableció el Tribunal del Santo Oficio o la Inquisición Lorenzo Suárez de Mendoza

[pic 5]

Lorenzo Suárez de Mendoza

4 de octubre de 1580

a

29 de junio de 1583

[pic 6]

Pedro Moya de Contreras

25 de septiembre de1584

a

17 de noviembre de1585

-Creó un seminario expreso para los indios.

-Abolió la esclavitud de los indios.

[pic 7]

Álvaro Manrique de Zúñiga

8 de noviembre de 1585

a

25 de enero de 1590

[pic 8]

Luis de Velasco y Castilla

25 de enero de 1590

a

5 de noviembre de 1595

-Duplicó el tributo que pagaban los naturales.

-Abrió el parque de la Alameda Central

[pic 9]

Gaspar de Zúñiga y Acevedo

5 de noviembre de 1595

a

26 de octubre de 1603

-Organizó una expedición por tierra para explorar y colonizar Nuevo México.

[pic 10]

Juan de Mendoza y Luna

26 de octubre de 1603

a

2 de julio de 1607

-Mandó empedrar las calles de la Ciudad de México.

-Construyo un acueducto.

[pic 11]

Luis de Velasco y Castilla

2 de julio de 1607

a

17 de junio de 1611

[pic 12]

Fray García Guerra

17 de junio de 1611

a

22 de febrero de 1612

Procuró mejorarla situación de los indígenas.

[pic 13]

Diego Fernández de Córdoba

18 de octubre de 1612

a

14 de marzo de 1621

-Fundó las ciudades de Lerma, Córdoba y Guadalcázar.

-Reinició las obras del acueducto que abastecía al Valle de México.-Estableció un tribunal para regular la compra y venta de mercurio

[pic 14]

Diego Carrillo de Mendoza y Pimentel

8 de abril de 1622

a

15 de enero de 1624

-Se compró gran cantidad de grano para distribuirlo entre los pobres de la capital.

-Fundó una cátedra de Cirugía en la Real y Pontificia Universidad de México.

[pic 15]

Rodrigo Pacheco y Osorio

3 de noviembre de1624

a

16 de septiembre de163

Fundó un presidio al que se llamó Cerralvo en honor del virrey.

Lope Díez de Aux de Armendáriz

[pic 16]

Lope Díez de Aux de Armendáriz

16 de septiembre de1635

a

28 de agosto de 164

-Limpió diques y canales que atravesaban la ciudad para salvaguardara de las inundaciones.

-Creó una flota con base y arsenal en el Puerto de Veracruz.

[pic 17]

Diego López de Pacheco

28 de agosto de 1640

a

9 de junio de 1642

[pic 18]

Juan de Palafox y Mendoza

10 de junio de 1642

a

23 de noviembre de 1642

[pic 19]

García Sarmiento de Sotomayor

23 de noviembre de1642

a

13 de mayo de 1648

[pic 20]

Marcos de Torres y Rueda

13 de mayo de 1648

a

22 de abril de 1649

Cuando llegó el nombramiento de Marcos Torres como virrey, Salvatierra decidió diferir su cese con la excusa de que aún no había llegado la flota del Mar de Sur que había de trasladarlo hasta Perú. Ajeno a las críticas que despertaba, el inexperto obispo Torres manifestó su intención de dirigirse a México con la idea de ser recibido por el virrey saliente. La respuesta fue una clara negativa del conde, quien le conminó a que permaneciera sin moverse en Tacuba, hasta que llegasen los navíos de Lima. Cuando llegó el documento con el nombramiento del Marcos Torres, sus adversarios observaron que tenía un defecto de forma: no se mencionaba la palabra “virrey” en ninguna página. Se le otorgaban los poderes y atributos correspondientes, mencionados uno a uno, pero faltaba el reconocimiento expreso del título. En consecuencia, los jueces estimaron que Torres no era propiamente virrey. Por no saber cómo responder a esta deficiencia, el obispo se resignó a quedarse en Tacuba. Aquel obispo Torres no era persona que quisiera, ni tal vez supiera, plantear una lucha sostenida contra autoridades tan experimentadas. Además, carecía de aliados. Palafox en 1647 ya no contaba con otro apoyo que el de sus fieles, que seguían viendo en él un santo varón. En cambio, Mañozca tenía las espaldas cubiertas por el tribunal de la Inquisición, como Visitador que era del Santo Oficio. Tampoco la biografía de don Marcos muestra otra cosa que una persona sin ángulos, aunque bien provista de memoria e inteligencia para triunfar en los escalones de la Iglesia. Había nacido de familia poco encumbrada en la villa soriana de Almazán en 1591. Sus padres lograron que estudiase en la Universidad de Alcalá de Henares y se licenciase en Artes por esa Universidad. Allí siguió sus estudios hasta lograr la cátedra de Teología. Su carrera como eclesiástico se inicia al logar una LOS VIRREYES DE AMÉRICA DEL NORTE 170 canonjía en Burgos que le convierte en rector del Colegio de San Nicolás, plaza obtenida en reñida oposición.76 Cuando Felipe IV le nombró obispo de Yucatán, don Marcos tenía 52 años. Sus prisas por asegurarse el obispado americano le movieron a pedir a un canónigo de Mérida que tomase posesión en su nombre. Un cronista muy citado de la historia de aquella península, de nombre Cogolludo, dice que el obispo Torres era muy mirado en asuntos de economía doméstica. Y cita como ejemplo que, siendo obispo de Mérida, llegó un capitán a dicha villa para comunicarle el nombramiento de virrey “y anduvo tan corto con el Capitán que dio harto que decir”, significando falta de largueza para con el mensajero.20 En el juicio de residencia que hubieron de soportar sus herederos, se acusaba al difunto virrey de haber pedido por adelantado 23.000 pesos con cargo a su futuro sueldo de virrey. Con esos adelantos se mantenía don Marcos en Tacuba cuando, por fin, llegó la noticia de que un navío había atracado en Acapulco con instrucciones de ponerse al servicio del conde de Salvatierra para su viaje al Perú. Cerró las puertas del palacio don Marcos y se puso en camino para la capital de Nueva España. Allí le esperaban los Oidores de la Audiencia, quienes lejos de mostrarse afables y respetuosos, le negaron obediencia mientras permaneciese en la ciudad el virrey saliente. La falta de nervio del nuevo presidente se puso de manifiesto cuando los jueces le vieron retornar mansamente a Tacuba. Al llegar a aquella morada habría de sufrir una nueva humillación: los muebles y adornos de los aposentos del conventopalacio habían desaparecido y los salones estaban vacíos. Unos: porque se dijo que pertenecían al virrey Salvatierra y se habían recogido para sumarlos a su equipaje en Acapulco; otros: porque eran del arzobispo Mañozca, que los había requisado para su uso mientras duraban unas obras de su palacio arzobispal. Cuando don Marcos Torres y Rueda se encontró mandando por fin en el virreinato, volvió sus ojos a dos parcelas de poder en que la Audiencia tenía poco o nada que decir: el militar y el universitario. En lo militar, por venir de Campeche, era muy consciente del peligro que suponían los piratas en todo el golfo de México. Organizó expediciones de apoyo a las zonas más necesitadas. Para MARCOS TORRES Y RUEDA 171 no dejar desprotegidas otras, recurrió a levas de voluntarios que tuvieron poco éxito, aunque el suficiente para enviar un destacamento de 200 soldados a Puerto Rico, mandados por el capitán Luis de Salinas. Para otras plazas, como las de Florida, Veracruz y Nueva Vizcaya, solo pudo mandar fondos, que detrajo de la Hacienda Real y sumaron 150.000 pesos. Algunos de esos fondos se destinaron a aliviar las penalidades de una epidemia que entró y se desató en el puerto de Veracruz. En lo universitario, don Marcos tenía sobrada experiencia. Sabía que la Universidad era pieza codiciada por ambos poderes: el secular y el religioso, debido a la influencia que desde ella cabía ejercer sobre mentes y doctrinas. Por esa razón en España la vieja Universidad de Salamanca tenía reservado el cargo de Rector, desde siempre, a candidatos seglares, no religiosos, y por tanto bajo los designios de la Corona. En universidades de Indias, los reyes no habían logrado imponer la misma norma. Dejando a un lado a los jesuitas, que mantenían su propia universidad, las otras órdenes religiosas importantes (dominicos, agustinos, franciscanos y carmelitas) lograban colocar a su Rector, de forma alterna con la Corona. El virrey Palafox había roto esta tendencia en 1646 ordenando a los consiliarios electores que “en manera alguna hiciesen elección de un Rector de las órdenes regulares, en contravención de los estatutos que lo prohibían”. Torres volvió al sistema de turnos con los religiosos. El virrey Torres tenía como confesor a un fraile agustino, Diego de los Ríos, quien le recordó que los dominicos ya habían tenido un rector la última vez, en 1602, y que ahora esperaban ser ellos los elegidos. Y así fue: don Marcos, nombró rector de la Universidad Real y Pontificia a un religioso agustino. Si las relaciones del virrey Marcos Torres con la Universidad y con los militares fueron buenas, en cambio nunca consiguió llevarse bien con los jueces de la Audiencia. Su principal opositor fue el juez Matías de Peralta y el terreno donde se dilucidaban los desencuentros no era otro que el del protocolo y los beneficios, talón de Aquiles de don Marcos. En realidad ocurría que los poderes seguían divididos entre partidarios y antagonistas de don Juan de Palafox. El virrey Marcos Torres no supo situarse por encima de aquellas rivalidades. Hubiera LOS VIRREYES DE AMÉRICA DEL NORTE 172 hecho falta un seglar, como lo fue el conde de Alba de Aliste. Pero dicho conde llegó demasiado tarde para evitar o moderar el terrible auto de fe que manchó las últimas semanas del gobierno del virrey Torres de Rueda y que se celebró los días 11 y 12 de Abril de 1648 en la plaza del Volador. De cuantos acontecimientos hemos dado noticia en estas páginas sobre los virreinatos españoles que duraron trescientos años, ninguno tan denigrable y odioso como el auto de fe que organizó y presidió don Juan de Mañozca y Zamora. Mientras Palafox ocupaba sus horas y días tomando partido sobre el conflicto de las regalías, don Juan de Mañozca y otros inquisidores se dedicaron a procesar, juzgar y condenar a un total de 109 personas, suficientes para escenificar un impresionante espectáculo, mal justificado por el temor de la Iglesia a perder su privilegiada posición en los territorios de la Corona española. Estuvo presidido por el arzobispo y por su sobrino. No acudieron ni el virrey, ni el obispo de Puebla. Don Marcos alegando mala salud; el obispo de Puebla sin alegar nada. Se celebró sin ellos, con 13 ejecuciones en persona y 57 en efigie, el día 11 de Abril. Al día siguiente, ya sin autoridades, fueron azotados los que se libraron de morir.118 Diez días después del auto de fe falleció el virrey don Marcos Torres y Rueda, sin que quedase constancia de la causa. Enseguida, el juez enemigo suyo, Matías de Peralta, asumió el mando interinamente y procedió a embargar todos los bienes del difunto, con gran aparato público, mediante bandos que incluían amenazas a quienes intentasen ocultar sus bienes, bandos que eran repetidos en los púlpitos de las iglesias, con autorización del obispo. De poco le sirvió al juez Peralta su afán confiscatorio, pues el Consejo de Indias confirmó la inocencia y rectitud del obispo virrey en el juicio de residencia. Un sobrino suyo y demás familia pudieron disfrutar de la herencia.91 Los padres agustinos, agradecidos por lo de la Universidad, acogieron los restos del virrey en su monasterio. En cuanto al sañudo arzobispo de México, don Juan de Mañozca, murió veinte meses después del auto de fe. De su enfermedad solo se sabe que fue debida a “una aguda y repentina dolencia

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