Jaime Roldos Aguilera

Jaime Roldós Aguilera fue Presidente de la República en 1979 un
símbolo de una democracia ideal, con un gobierno que apenas duro un año, nueve meses y catorce días.

Fulguró como un relámpago y dejó el recuerdo de un hombre sincero que deseó lo mejor para el país pero poco pudo realizar: es difícil olvidar las vibrantes palabras de su último discurso DESDE SIEMPRE Y HASTA SIEMPRE, lleno de patriotismo, antes de que su vida se
extinguiera por un accidente infortunado.

Siendo electo como el presidente número 33 después de casi una década de dictadura militar. La fuerza del cambio" fue su lema de campaña, llegando a la presidencia con un programa de reformas sociales donde el desarrollo económico y la justicia social fue el equilibrio que permitiría superar al país.

Lo que lo hacía destacarse entonces en un continente plagado de dictaduras y democracias corruptas fue su respeto por los Derechos Humanos.

 El cambio se impone, se propone fue sus palabras en su discurso de 1979 MI PODER EN LA CONSTITUCION Y MI CORAZON EN EL PUEBLO, dirigiéndose a su pueblo ecuatoriano sin distinción social a los montubios, a los negros del chota, a los shuaras y jibaros, a artesanos y profesionales, así fue como no todo se quedó en palabras sino se convirtió en un proceso de cambio activo.

Jaime Roldos en efecto redujo 40 horas a la semana laboral, duplico el salario mínimo de los trabajadores de 80 a 160 dólares, creo el Programa de Desayuno Escolar para los niños de sectores populares.

Como era de esperarse la derecha ecuatoriana compuesto por los sectores de la oligarquía, la burguesía, el ejército y la iglesia se opuso al joven presidente desde el principio, pero sin el apoyo de Estados Unidos poco podían hacer estos PATRIARCAS DE LA COMPONEDA como los llamaba Roldos.

Las dos gotas que rebosaron el vaso fueron: La decisión de reorganizar el sector de hidrocarburos para ponerle un freno al abuso de las empresas petroleras y segunda, su negativa a autorizar la compra de un avión de combate a Israel.

Ecuador sufría por vencer al seleccionado chileno de fútbol. Miles de
personas llenaban el estadio Modelo de Guayaquil.

Eran las 17h00 del 24 de mayo de 1981. El país vivía un domingo más de fútbol y fiesta.

En eso, los gritos: ¡Ecuador! ¡Ecuador!, en el  olímpico Atahualpa de Quito, se convirtieron en un lúgubre silencio.

La fiesta se interrumpió. Muchas lágrimas brotaron y las gargantas
reprimieron el llanto.

Las radios y canales de televisión transmitían la funesta noticia: el
avión presidencial que viajaba hacia Macará había desaparecido.

...