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LA REVOLUCIÓN FRANCESA. LA ERA DE LA REVOLUCION


Enviado por   •  13 de Mayo de 2015  •  2.068 Palabras (9 Páginas)  •  157 Visitas

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Hobsbawm cree encontrarlo cuando afirma que "el conflicto entre el armazón oficial y los inconmovibles intereses del antiguo régimen y la subida de las nuevas fuerzas sociales era más agudo en Francia que en cualquier otro sitio". Afirmación ésta que, como se veía, debe interpretarse en clave económica y de lucha de clases. Por ello, en la interpretación de la situación se trata de forzar los antagonismos de clase. Se pinta así a la nobleza como detentador del poder económico, y, junto con ella aunque en menor medida, al clero, mientras que más adelante, al recoger los datos de propiedad del suelo, resulta que la nobleza tenía la quinta parte de la tierra y el clero tan sólo un 6%. Se refiere a los intentos de reforma de Turgot como motivados por un deseo de racionalizar el y de reforzar a la monarquía, siendo ésta una verdad a medias, el motivo que urgió a esos intentos era la casi ya consumada banca-rota estatal, a la que se alude más adelante. Incluso el fundamento mismo que queda en cierto entredicho como verdad completa cuando afirma que ‘’ la victoria sobre Inglaterra (en la guerra de Independencia norteamericana) se obtuvo a costa de una bancarrota final, por lo que la revolución americana puede considerarse la causa directa de la francesa" Es cierto que, por diversas circunstancias, Francia era la nación más propicia para sufrir una revolución. Decir, sin embargo, que, el tercer estado triunfó frente a la resistencia unida del rey y de los órdenes privilegiados, porque representaba no sólo los puntos de vista de una minoría educada y militante, sino los de otras fuerzas mucho más poderosas: los trabajadores pobres, especialmente de París, así como el campesinado revolucionario", desenfocado en varios puntos, y, en lo referente al "campesinado revolucionario", sencillamente falso. La "minoría educada militante era quien tenía la verdadera fuerza revolucionaria —y el poder cuando la Revolución triunfó—, y quien manejaba a las masas aprovechándose del centralismo francés y de que París era la mayor ciudad de Europa: la Revolución se hizo en París, y París la exportaba al resto de Francia. Tampoco parece fijarse aquí en el mundo intelectual, a pesar de que Hobsbawm, lo analiza correctamente Además el tercer estado triunfó, porque encontró frente a sí una nobleza resquebrajada. Más de un noble pertenecía al bando constitucional; Hobsbawm, que prefiere ver a la nobleza como bloque compacto, parece ignorarlo, y cuando cita a Mirabeau, lo califica de "ex-noble". Queda marginada, como otra causa que contribuyó al triunfo revolucionario, la personalidad —poco decidida y más bien de escasa voluntad— de Luis XVI: la tendencia de esta obra es dar la menor relevancia posible —con muy pocas excepciones— a las personas singulares.

Mayor protagonismo es concedido a las masas. Lo cierto es que, como suele suceder en las revoluciones, hubo masas, pero también es cierto que, en la Revolución francesa, sólo un pequeño porcentaje de franceses intervino activamente. Hobsbawm no afirma lo contrario, pero es la impresión que deja al leer estas páginas. Así pues, cuando afirma que "la contra-revolución (contra el antiguo régimen) movilizó a las masas de París, ya hambrientas, recelosas y militantes... y la caída de la Bastilla extendió la revolución a las ciudades y los campos de Francia". Lo más cierto es que, cuando actuaron masas, actuaron sobre todo en París. En las demás ciudades la actividad revolucionaria fue mucho más limitada. Y en el campo, las revueltas populares solían tener signo anti-revolucionario, como en la Vendeé. No es esta la visión de Hobsbawm. Ve los años de la "Grande Peur" como el triunfo de un campesinado revolucionario levantado en armas, y comenta que las revoluciones campesinas "son movimientos amplios, informes, anónimos, pero irresistibles". La realidad es que triunfó la anarquía, porque en muchos casos habían huido los propietarios importantes y faltaba la protección pública, convirtiéndose muchas fincas en tierra de nadie y el campo en dominio de algunas bandas, que en más de una ocasión resultaron ser auténticos foragidos con disfraz de "revolucionario". En cuanto a las masas urbanas, estas eran agitadas y movidas por focos localizados en los "clubs" revolucionarios, sobre todo los jacobinos. Para Hobsbawm las masas van más allá "de los burgueses que las utilizan" ¿Por qué entonces no triunfaron éstas sobre la burguesía? La respuesta que da es que "les faltaba identidad de clase": la revolución es vista como tránsito hacia otra del "proletariado" todavía inmaduro. "La única alternativa frente al radicalismo burgués... eran los 'sans culottes', un movimiento informe y principalmente urbano de pobres trabajadores, artesanos, tenderos, operarios, pequeños empresarios, etc". Hobsbawm mismo aclara que no presentaban "verdadera alternativa", para añadir que "fue un fenómeno de desesperación" lo que es más lógico de explicar como fruto de una exaltación, con buena dosis de irracionalidad, fenómeno que no es extraño a las revoluciones. Parece tratarse aquí de acercar los episodios revolucionarios a la lucha de una clase explotada —inmadura, sin solución, pero clase— contra otra opresora. Por eso, concederá a los "sans-culottes" un protagonismo autónomo y a partir de ahora se referirá al "sans-culottismo" como a algo con identidad e ideas propias. Al referirse por ejemplo a la caída de los girondinos dirá que la causa fue "un rápido golpe de los 'sans-culottes'" cuando sería más correcto decir que el golpe fue de los jacobinos, que utilizaron a aquellos.

El aparato legal de los nuevos dirigentes es contemplado con una notable falta de objetividad. El examen de las constituciones revela demasiado las simpatías de Hobsbawm, por los más radicales.

Afirma también que el feudalismo "no se abolió finalmente hasta 1793" refiriéndose

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