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LOS CHIBCHA


Enviado por   •  18 de Noviembre de 2012  •  4.379 Palabras (18 Páginas)  •  373 Visitas

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LA FAMILIA CHIBCHA

Entre esta familia sobresalieron las tribus de los MUISCAS y la de los TAIRONAS por su organización económica, social, política y religiosa.

Característica del territorio chibcha fue la altiplanicie, situada entre 1.700 y 2.000 m sobre el nivel del mar, que facilitó el trabajo de agricultura y el desplazamiento a través de sus zonas de dominio comercial y militar. Fue la más importante por su cultura y población. Las numerosas tribus de esta familia tenían en común su idioma y algunos oficios como la agricultura, la cerámica y el tejido de las mantas.

1. LA SOCIEDAD

La sociedad Chibcha tenía como base las familias agrupadas en clanes; varios clanes formaban una tribu y el conjunto de tribus se denominaba confederación. Las dos confederaciones principales eran las de Bacatá o Bogotá y Hunsa o Tunja. Los fundadores fueron el zipa Saguanmachica de la primera y el zaque Michua de la segunda.

La sucesión del gobierno se hacía por la línea materna de manera que el nuevo soberano debía ser el hijo mayor de la hermana de la esposa preferida del jefe o el primogénito de su hermana. De aquí se deriva la importancia que para ellos tenía la mujer, hasta el punto de concluir que el régimen imperante era el del matriarcado. Aunque en las clases superiores el padre era señor absoluto (patriarcado) también la sucesión se realizaba por la línea femenina, como se dijo anteriormente.

2. LA VIVIENDA

Los Chibchas no tuvieron construcciones monumentales. Tanto templos como habitaciones eran construidos de madera, bahareque, bejucos y paja, sin contar para nada con la piedra o el ladrillo. Las casas eran de forma cuadrada y redonda, cercadas artísticamente. Remataban en techo cónico y contaban con puertas y ventanas pequeñas.

Los zipas y los zaques construían viviendas más cómodas y vistosas. En los huecos destinados a sostener la edificación introducían bellas doncellas vivas y descargaban sobre ellas los pesados pilares que las trituraban espantosamente.

De las paredes y los cercados colgaban laminillas de oro que con el viento producían un fino timbre y en los pisos colocaban hermosas alfombras de paja o esparto.

3. LAS LEYES

El pueblo Chibcha se movía dentro de una especie de monarquía férrea e implacable. Al zaque de Tunja no podía mirársele a la cara, a riesgos de sufrir tormentos. De su voluntad despótica dependían vidas, bienes y honor de sus subordinados. Suyo era el territorio, la fecundidad de las tierras y el trabajo de los hombres. Las leyes eran cortantes: el cacique de Guatavita aplicaba la pena de muerte a los asesinos, los ladrones, los perjuros, los ociosos y al soldado cobarde lo obligaba a vestir de mujer y a dedicarse a oficios propios de su sexo.

Existía el derecho de propiedad privada y los bienes pasaban a los hijos y a las esposas, a excepción de los objetos de uso personal que eran enterrados con el cadáver del propietario.

Uno de los zipas llamado Nemequene reinó siglos antes del descubrimiento y a él se atribuye un código o conjunto de leyes que los indios cumplían fielmente. El robo, la infidelidad y la mentira eran sancionados ejemplarmente.

4. LA GUERRA

Los Chibchas no eran por naturaleza belicosos. Pero una vez forzados a la guerra se mostraban sanguinarios y no concedían perdón a ningún contrario que cayese en sus manos. Las luchas más frecuentes eran entre el zipa y el zaque, permanentes enemigos. Los ejércitos iban al campo de batalla lujosamente adornados y como armas usaban espadas de macana, varas puntiagudas, dardos, hondas, hachas y tiraderas para disparar flechas. Se acompañaban de músicos que con instrumentos especiales producían un ruido ensordecedor parecido al trueno.

5. CREENCIAS Y COSTUMBRES

Para sus adoratorios se dirigían a las lagunas, allí encontraron el centro de su credo. Al sonido de alegres músicas danzaban a sus orillas, extendían los brazos, los levantaban, se postraban en devota actitud. Allí ofrecían a sus deidades suntuosas ofrendas de esmeraldas, de objetos de oro y de barro. Los momentos cumbres de su vida transcurrían ante ellas: el ruego por la buena suerte de los recién nacidos, la entrada a la pubertad, los enlaces matrimoniales. Un sacerdote o jaque, un cacique, antes de entrar en ejercicio de sus funciones, debían purificarse en sus aguas y no faltaban las personas que disponían como acto supremo que sus cuerpos, al morir, reposaran en el fondo.

Creían que en el principio de los tiempos el mundo estaba sumergido en tinieblas. Un ser supremo retenía la luz y súbitamente empezó a emitir los primeros rayos y dio principio a la creación haciendo que unas aves negras surcasen los espacios repartiendo aire luminoso por sus picos. El mismo ser omnipotente creó el sol, la luna, las estrellas y todo cuanto existe. El sol o Sua y su esposa la luna o Chía, fueron objeto de rendida veneración. El primero era el padre de la vida y como tal regalaba alegría, fecundidad, bienestar. La luna con su pálida faz les inspiraba emoción sagrada, amor, encanto ante los fenómenos de la naturaleza.

El origen del hombre lo situaban en las aguas: de una laguna próxima a Tunja había salido una mujer llamada Bachué o “la mujer buena”, acompañada de un niño de tres años. Cuando creció se desposó con él y de esa pareja descendieron todos ellos. Bachué les enseñó lecciones muy sabias en todo sentido y ya anciana se dirigió con su marido a la laguna y ambos, convertidos en serpientes, se lanzaron a ella.

Bochica fue otro personaje fundamental. Hombre de gran sabiduría, había aparecido por el oriente y les enseñó amor al trabajo, réspeto a las leyes y honestidad. De él aprendieron a tejer, a construir las viviendas, a comerciar. Una mujer mala (Chíe) les hizo olvidar las normas del profeta e introdujo la corrupción. Como castigo la sabana se inundó hasta convertirse en un mar. Bochica escuchó las súplicas angustiosas y se presentó sobre el arco iris y dijo: “Abriré una brecha por donde salgan las aguas y quede libre vuestra tierra”. Y al decir esto arrojó una vara de oro que abrió el cauce formidable del Salto del Tequendama.

Enviado de Bochica fue Nemqueteba, quien les predicó sobre la inmortalidad del alma, los premios y castigos de ultratumba, de la resurrección, a la vez que perfeccionó las normas dictadas por su antecesor.

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