La Educación Entre Los Antiguos Mexicanos

Introducción

Desde el principio de los tiempos, el ser humano se ha preocupado por la educación de los suyos, enseñando a generaciones lo que había que hacer para sobrevivir, conforme el hombre evolucionó fue adquiriendo ciertas características que nos distinguen de los demás seres vivos que habitan el planeta; el pensamiento y el razonamiento.

Las variadas culturas que se asentaron en nuestro territorio hace ya muchos años, lograron ser grandes civilizaciones y dejaron huellas indelebles en nuestro país y en nuestro corazón.

La educación entre los antiguos mexicanos

“Alcanzar el rostro y el corazón” era una frase náhuatl, en la que los antiguos mexicanos se basaron para establecer y enriquecer su cultura, pero “in ixtli, in yollotl” tenía un gran significado para ellos, un significado aun más fuerte del que nosotros podemos apreciar. Para ellos, lo más importante era que el individuo formara su personalidad.

¿Pero, como podía el niño náhuatl formar su personalidad?

Los antiguos mexicanos e basaban mucho en sus creencias religiosas y eran politeístas. Se cuenta que los padres enseñaban a sus hijos y la madre a sus hijas, cuando nacían eran llevados al templo-escuela a la que asistirían años mas tarde según la clase social a la que pertenecían para ser bautizados. La educación empezaba a partir de los 3 años de edad en el hogar, los padres brindaban educación moral y les asignaban labores sencillas tanto a niños como a niñas.

Se les inculcaba el respeto por sus padres y por los ancianos, sin olvidar a los menores, el amor a sus dioses era algo que no se podía pasar por alto, a los niños se les enseñaba a labrar el campo, a salir a pescar en la chinampa y a recoger la leña, las mujeres se dedicaban a elaborar el hilo para tejer y a mantener la casa limpia. Cuando hacían algo mal se les castigaba fuertemente, a los 9 años se les pinchaban las manos con una púa de maguey, a los once años se les obligaba a respirar humazos de chile.

La cultura Azteca fue la primera en establecer una educación sistemática, y a la edad de 15 años todos los jóvenes tenían, por derecho y obligación, asistir a la escuela pública. Los hijos de nobles asistían al Calmécac (“lugar de la hilera de casas”), en el cual se les educaba en astronomía, arquitectura, disciplina, valores morales. Eran personas que ocuparían cargos altos en el gobierno en su vida adulta, algunos otros serían grandes guerreros, ocupando puestos elevados en el campo militar y otros más sacerdotes. La vida en el Calmécac era muy dura, no se le permitía salir del templo y se valoraba mucho la castidad y la obediencia, si algún joven era sorprendido realizando un acto indebido era fuertemente penalizado.

Los plebeyos asistían al Telpochcalli (“casa de jóvenes”), escuela en la cual se hacía hincapié en el trabajo y en las actividades militares. En cuanto ingresaban a esta escuela se les asignaban labores sencillas en las que había que barrer el templo, encender el fuego ó ir al bosque a recoger los llamados troncos cilíndricos para probar su fuerza. Desde edades tempranas se les permitía observar los combates desde lugares seguros y había uno que otro aventurero que se abalanzaba a capturar al “enemigo” para así obtener su primera posición prestigiosa. Para los jóvenes del Telpochcalli era más fácil salir del templo, ya que ellos tenían que auxiliar en las actividades económicas a la familia.

El Ichpochcalli, (“casa de las doncellas”), era similar al Telpochcalli, pero en su versión femenina, castas y bien educadas, ahí las doncellas de los templos se dedicaban a servir a los dioses y a los ministros, barrían y mantenían limpio el templo.

Por las tardes asistían a la escuela que les enseñaba de danza y de canto, el Cuicacalli, la cual tenia como propósito fundamental

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