La historia de Paraguay

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En la década de 1980 un estimado de 92 a 97 por ciento de todos los paraguayos eran católicos romanos. El resto eran los menonitas o los miembros de varios grupos protestantes. La Constitución de 1967 garantiza la libertad de religión, pero reconoce el papel único que juega el catolicismo en la vida nacional. El presidente debe ser un católico romano, pero el clero está obligado a servir como diputados o senadores y desalienta a la actividad política partidista. Las relaciones entre Iglesia y Estado tradicionalmente estaban cerca, aunque no siempre cordial.

Un decreto papal creó el obispado de Asunción en 1547, y el primer obispo llegó a la diócesis en 1556. En 1588 tres jesuitas llegaron con la intención de pacificar y convertir a los indios. Después de la llegada de los jesuitas y los franciscanos adicionales, los sacerdotes comenzaron a trabajar en el sureste de Paraguay moderno y en las orillas del Río Paraná en algunas partes de lo que hoy es Argentina y Brasil.

Los jesuitas pronto se dieron cuenta de que tenían que proteger a los indios de la esclavitud por el creciente número de españoles y portugueses si se va a convertir. Esto se logró mediante el arreglo de los indios en las reducciones (municipios) bajo la dirección de los jesuitas. En un momento dado alrededor de 100.000 indios vivían en las reducciones, el sistema duró un siglo y medio hasta la expulsión de los jesuitas (1767). Tras el fin del régimen de los jesuitas, el REDUCCIÓN indios fueron absorbidos gradualmente en la sociedad mestiza o devueltos a su modo de vida indígena.

Durante gran parte del siglo XIX, relaciones Iglesia-Estado osciló entre indiferente a hostil. El nuevo Estado asume las prerrogativas del Patronato Real de que el Vaticano había concedido a la corona española y el tratado de control de los obispos y el clero. José Gaspar Rodríguez de Francia (1814-1840) se había comprometido a un Estado laico.

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