La laguna Llanganuco: testigo de un amor prohibido

La laguna Llanganuco: testigo de un amor prohibido

Hace mucho tiempo, en el Callejón de Huaylas, cerca de un nevado, había una pequeña tribu. En esta tribu había un jefe que se llamaba Capac Nuco, este jefe era muy conocido en su tribu por no permitir que las personas rompieran las reglas, si no este mismo las condenaba sin ningún tipo de piedad.

En ese tiempo la tribu había comenzado a expandirse, y por eso se establecieron dichas reglas para evitar cualquier tipo de problema. Esta tribu se separaba, con algo así como una clase social, los que poseían mayor cargo se les decía Tunshu; eran los únicos que estaban cuando se ofrendaba al dios Huascarán; en este cargo estaban Capac Nuco y su familia, los que le seguían a estos se les llamaba Kaykos; estos recolectaban ofrendas y los últimos eran los Waynas; que eran las personas que ofrendaban y ellos estaban prohibidos de ver a la cara a los Tunshus.

Capac Nuco tenía 2 hijos; una adolescente de 14 años llamada Killa y un joven de 16 llamado Llanga, ellos se querían mucho, porque cuando había nacido Killa su mamá había muerto, dejándolos a los dos huérfanos.

Cierto día Killa va a la laguna más cercana para recoger agua cuando conoce a un joven de 15 años, que no era de su tribu, este le contó que según como se clasificaba a las personas de su tribu él era un Wayna. Killa sabía que no podía romper las reglas que su papá le había ordenado que cumpliese, o si no su castigo iba ser cruel, a pesar de que era su propia hija. Ella se sentía devastada por que al poco tiempo que había conocido al joven, que por cierto se llamaba Sayri, se había quedado enamorada de este. Ellos se sintieron muy a traídos y se siguieron frecuentando por varios días. Hasta que un día a la luz de la luna ellos se juran amor eterno.

A Killa no le gustaba mentirle a su padre, ya cansada de hacerle eso se lo cuenta y este comienza a llorar preguntándole por que hizo eso; ella lo abrazaba diciendo que lo lamentaba mucho pero se había enamorado. Todo el pueblo se había llegado a enterar y pedían la muerte de la hija de Capac Nuco, mas él no quería eso.

Luego de una semana todos los Kaykos y Waynas se habían juntado y puesto de acuerdo para secuestrar a Capac Nuco, sus dos hijos y Sayri.

Llegaron a secuestrarlos, se los llevaron a una parte del callejón de Hualylas y ataron a los dos amantes de tal forma que se pudieran ver las caras a más de un metro. Hicieron que se arrodillasen Capac Nuco y su hijo Llanga en medio de Sayri y Killa. Estos dos suplicaban que los soltasen a los dos amantes y que los mataran a ellos, pero a pesar de eso los pobladores no cambiaban su opinión. Se iba acercando una tormenta y los pobladores decidieron que como era el jefe de la tribu y su familia, los iban a dejar ahí abandonados para no ser culpados por el dios Huascarán de la muerte

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