La muerte de Antonio Sucre por Fernando Castro

La muerte de Antonio José de Sucre

Antonio José de Sucre, héroe de la Batalla del Pichincha y la Batalla de Ayacucho, fue un importante personaje para el proceso de liberación de Ecuador y Perú. Él fue asesinado el 4 de junio de1830 y su fiel compañero y amigo, Simón Bolívar, el Libertador, al enterarse, dijo: “Se ha derramado la sangre del justo Abel”, haciendo alusión a la muerte por traición de Caín a Abel. Este asesinato fue el primer crimen organizado en el Ecuador.

Este trágico evento comenzó cuando el mariscal se dirigió a Bogotá, en los últimos días de mayo de 1830. Él estaba acompañado de Andrés García Téllez, Ignacio Colmenares, Lorenzo Caicedo, el ‘negro’ Francisco y un par de arrieros. Antonio José no estaba pendiente de los peligros que podía padecer, por lo que decidió tomar el camino rápido, por Pasto, donde era muy odiado. Bolívar intentaba convencerlo de que no vaya, pero insistió. Cruzó por el Valle del Patía hasta llegar a Salto de Mayo. En el tramo, pasando por la Selva de Berruecos, comenzó la balacera. A Antonio José de Sucre le dispararon cuatro balazos, de los que impactaron dos, uno en su cráneo y otro en su tronco. El cuerpo del mariscal lo dejaron ahí botado, y el 6 de junio de ese mismo año algunas tropas del Batallón Vargas lo recogieron y llevaron para Quito, donde vivía la viuda conocida como Marquesa Solada (Mariana Carcelén). Estuvo oculto por siete décadas. Cuando José María Obando se enteró de esto dio comienzo a la persecución de los asesinos. A pesar de esto, no “encontró” a nadie ni daba explicaciones claras. Por ello, se lo cargó como autor intelectual del crimen junto a Juan José Flores. Los que le dispararon fueron Apolinar Morillo, José Erazo y Gregorio Zarria, estos sujetos evadieron el castigo durante numerosos años.

Como conclusión, se puede asumir que Juan José Flores estuvo implicado en esto porque Antonio José de Sucre estaba como candidato a la presidencia al igual que él. Por lo que decidió eliminar a la competencia, como todo un cobarde. El pueblo ecuatoriano nunca sabrá como fuese si nuestro mariscal hubiera sido el primer presidente del Ecuador, pero está consciente de que este hombre lleno de valentía y coraje hubiera hecho lo mejor por nosotros como hizo en sus batallas tan estratégicas. ¡Viva nuestro mariscal!

...