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Las Segundas Invasiones: March Bloch


Enviado por   •  11 de Diciembre de 2013  •  4.496 Palabras (18 Páginas)  •  405 Visitas

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9Las segundas invasiones. Marc Bloch

La literatura i los documentos del siglo IX y X están llenos de lamentaciones. Es cierto que en este tiempo los eclesiásticos tuvieron la sensación de vivir en una atmósfera de desordenes i violencias. El feudalismo medieval nació de una época en extremo turbulenta. Pero entre las causas que contribuyeron a crear un ambiente tan tormentoso, las había ajenas a la evolución interna de las sociedades políticas europeas. La nueva civilización occidental representaba la ciudadela sitiada por tres lados al mismo tiempo: al Sur por los fieles del Islam, al Este por los húngaros y al Norte por los escandinavos.

Los musulmanes:

De los enemigos enumerados anteriormente, el Islam era el menos peligroso. Durante mucho tiempo ni la Galia ni Italia pudieron ofrecer en sus ciudades que se aproximase al esplendor de Bagdad o de Córdoba. El mundo musulmán, junto al mundo bizantino ejerció una verdadera hegemonía hasta el siglo XII sobre Occidente. Y si los siglos VIII y IX vieron romper la unidad del Gran Califato, los estados que se levantaron de sus ruinas continuaban siendo potencias temibles. Pero en adelante se trata menos de invasiones propiamente dichas que de guerras de fronteras. Las sociedades occidentales solo chocaron con los estados islámicos en dos frentes.

En primer lugar, En la Italia meridional. Sicilia fue poco a poco arrebatada por los aglabitas a los griegos. Al mismo tiempo los árabes pusieron pie en la península; a través de las provincias bizantinas del Sur, amenazaban a las provincias semiindependientes del tirreno y los pequeños principados lombardos de la Campania y el Benevento, sometidos al protectorado de Constantinopla. A principios del siglo XI llevaron sus incursiones hasta las montañas de la Sabina. En el 982 Otón II partió hacia la conquista del Sur. Cometió la locura de escoger el verano para conducir a su ejercito que no estaba acostumbrado a temperaturas tan altas y habiendo chocado el 25 de julio con tropas mahometanas en la costa oriental de Calabria, las cuales le inflingieron una humillante derrota. El peligro musulmán continuó pesando sobre estas comarcas, hasta que en el XI un puñado de aventureros llegados de la Normandía francesa arrolló a bizantinos y árabes. Uniendo Sicilia con la parte meridional de la península, el estado vigoroso que crearon debía a le vez cerrar el camino para los invasores y representar entre las civilizaciones latina y musulmana, un el papel de un brillante punto de mutas influencias.

En el suelo italiano la lucha contra los musulmanes que empezó en el siglo IX se prolongó durante mucho tiempo.

El otro punto de encuentro estaba en España. En ella no se trataba de simples expediciones o pequeñas anexiones efímeras; allí vivían poblaciones mahometanas en gran número y los estados creados por los árabes tenían sus centros dentro del mismo país. A principios del siglo X las bandas sarracenas no habían olvidado el camino por completo hacia los Pirineos. Pero estas incursiones lejanas cada vez se hacían cada vez más raras. Salida del extremo norte, la conquista cristiana a pesar de las dificultades progresó lentamente. En Galicia y en las mesetas del Noroeste los emires o Califas de Córdoba no poseyeron nunca de manera segura, los pequeños reinos cristianos, a veces fraccionados, otras unidos bajo un príncipe llegaban desde la mitad del siglo XI, hasta la región del Duero; llegaron al Tajo en 1085. Por el contrario, en el valle del Ebro, al pie de los Pirineos, continuó durante bastante tiempo el domino musulmán. Zaragoza no cayó hasta el 1118. Los combates no conocieron en su conjunto más que cortas treguas.

Al margen de las guerras, conviene situar las piraterías y el bandidaje. Con ellas los sarracenos contribuyeron al desorden general de Occidente.

Los árabes fueron desde muy antiguo marinos que desde sus guaridas, principalmente Baleares, sus corsarios asolaban el Mediterráneo occidental. En el dominio del mar los sarracenos, como los escandinavos, vieron el medio de alcanzar la costa y prácticas expediciones fructíferas. Los únicos marinos cristianos expertos eran los griegos, que a veces se aprovechaban de ello para hacerse corsarios como los sarracenos.

Otón el Grande, en 951, se hizo rey de los lombardos, trabajando para edificar en la Europa Central i en Italia un poder creador de paz como el carolingio. Considerándose heredero de Carlomagno, del que tenía que ceñir en 962 la corona imperial, creyó que le correspondía frenar el escándalo de los bandidajes sarracenos. Intentando primero la vía diplomática, procuró obtener del califa de Córdoba la orden de evacuar el Freinet. Más tarde, pensó emprender una expedición que no se realizó jamás.

En 972, los salteadores hicieron una importante captura. En la vía de San Bernardo (Bernardo de Clarabal), el abad de Cluny, Maïeul, que regresaba a Italia, cayó en una emboscada y fue llevado en uno de los refugios de la montaña usado por los sarracenos. Fue devuelto mediante un fuerte rescate entregado por sus monjes. Pero Maëul era el amigo venerado y el santo familiar de muchos reyes i barones, en especial del conde de Provenza, Guillermo. Éste alcanzó de camino a la banda y le inflingió una dura derrota. Después preparó un ataque a la fortaleza de Freinet. Esta vez la ciudadela sucumbió.

Este fue el fin de los bandidajes por parte de los sarracenos, oero el litoral de Provenza i de Italia continuaron expuestos a sus desembarcos. A principios del XI las grandes metrópolis comerciales pasaron a la ofensiva y empezaron a limpiar los mares tan importantes para el comercio.

El asalto húngaro:

Como los hunos, como los hunos surgieron de Europa casi de improvisto. Su historia es más oscura que la de los hunos. Seguramente estos nuevos invasores pertenecían al mundo nómada de la estepa asiática: pueblos de muy distinto lenguaje, pero de parecido género de vida, impuesto por un hábitat común: pastores de caballos, guerreros alimentados de la leche de sus yeguas o de la caza y de la pesca, enemigos de los agricultores vecinos. El magiar o húngaro se relaciona con el tipo lingüístico llamado fino-ugrio, pero a lo largo de sus peregrinaciones, el sustrato étnico primitivo se mezcló con elementos de la lengua turca.

A partir del 833 se ve a los húngaros incordiar a los pueblos sedentarios en los alrededores del mar Azof. Pronto amenazaban en cortar la ruta comercial del Dnieper. Pero nuevas ordas salidas de más allá de los Urales, los pechenegos, los atacaban sin cesar. El camino les estaba cerrado por el imperio húngaro.

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