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Las Venas Abiertas De América Latina


Enviado por   •  14 de Enero de 2013  •  2.684 Palabras (11 Páginas)  •  609 Visitas

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¿QUIÉN DESATÓ LA VIOLENCIA EN GUATEMALA?

En 1944, Ubico cayó de su pedestal, barrido por los vientos de una revolución de sello liberal que encabezaron algunos jóvenes oficiales y universitarios de la clase media.

Juan José Arévalo, elegido presidente, puso en marcha un vigoroso plan de educación y dictó un nuevo Código del Trabajo para proteger a los obreros del campo y de las ciudades.

La United Fruit Co., dueña de vasta tierras, el ferrocarril y el puerto, virtualmente exonerada de impuestos y libre de controles, dejó de ser omnipotente en sus propiedades.

El gobierno de Jacobo Arbenz continuó y profundizó el ciclo de reformas: las carreteras y el nuevo puerto de San José rompían el monopolio de la frutera sobre los transportes y la exportación. Con capital nacional, y sin tender la mano ante ningún bando extranjero, se pusieron en marcha proyectos de desarrollo que conducían a la conquista de la independencia.

En 1952 se aprobó la reforma agraria, que se proponía «desarrollar la economía capitalista campesina y la economía capitalista de la agricultura en general»; pero una furiosa campaña de propaganda internacional se desencadenó contra Guatemala.

En 1954, el coronel Castillo Armas, abatió sobre su propio país las tropas entrenadas, al efecto, en los EEUU: el bombardeo de los F-47, con aviadores norteamericanos, respaldó la invasión (también respalda por los embajadores de Guatemala, Costa Rica y Nicaragua).

Allen Dulles, número uno en la CIA, los felicitó por la faena cumplida; anteriormente, había integrado el directorio de la United Fruit Co.

La caída de Arbenz marcó a fuego la historia posterior del país. Las mismas fuerzas que bombardearon la ciudad de Guatemala, Puerto Barrios y el puerto de San José al atardecer del 18 de junio de 1954, están hoy en el poder.

La reforma agraria de Arbenz había saltado en pedazos cuando Castillo Armas cumplió su misión devolviendo las tierras a la United Fruit y a los otros terratenientes expropiados.

1967 fue el peor de los años del ciclo de la violencia inaugurado en 1954; en pocos más de un año, los grupos terroristas de la derecha habían asesinado a más de 2800 intelectuales, estudiantes, dirigentes sindicales y campesinos. El mundo estaba de espaldas, pero Guatemala sufría una larga noche.

Después no cesó la violencia. Todo a lo largo del tiempo del desprecio y de la cólera inaugurada en 1954, la violencia ha sido y sigue siendo una transpiración natural de Guatemala.

LA PRIMERA REFORMA AGRARIA DE AMÉRICA LATINA: UN SIGLO Y MEDIO DE DERROTAS PARA JOSÉ ARTIGAS

En la lucha contra el poder español en los campos de América, habían sido los desposeídos quienes realmente pelearon en el siglo XIX. La independencia no los recompensó: traicionó las esperanzas de los que habían derramado su sangre, puesto que los dueños de la tierra y los grandes mercaderes aumentaron sus fortunas, mientras se extendía la pobreza de las masas populares.

Las burguesías de estas tierras habían nacido como simples instrumentos del capitalismo internacional, prósperas piezas del engranaje mundial que sangraba a las colonias y a las semicolonias.

En 1824, Simón Bolivar dictó el Decreto de Trujillo para proteger a los indios de Perú y reordenar allí el sistema de la propiedad agraria: sus disposiciones legales no hirieron en absoluto los privilegios de la oligarquía, pese a sus buenos propósitos, y los indios continuaron tan explotados como siempre.

En México, Hidalgo y Morelos habían caído derrotados tiempo antes y transcurriría un siglo antes de que rebrotaran los frutos de su prédica por la emancipación de los humildes y la reconquista de las tierras usurpadas.

Al sur, José Artigas encarnó la revolución agraria. Este caudillo, tan desfigurado por la historia oficial, encabezó las mapas populares de Uruguay y parte de Argentina, de 1811 a 1820.

El código agrario de 1815 fue la «más avanzada y gloriosa constitución» de cuantas llegarían a conocer los uruguayos. El sentido de esta reforma consistía en asentar sobre la tierra a los pobres del campo, convirtiendo en paisano al gaucho acostumbrado a la vida errante de la guerra y a las faenas clandestinas y el contrabando en tiempos de paz.

Luchó contra los españoles y los portugueses, y finalmente sus fuerzas fueron trituradas por Río de Janeiro y Buenos Aires, instrumentos del Imperio británico, y por la oligarquía.

Seguían a Artigas, lanza en mano, los patriotas. La traición de Buenos Aires, que dejó en manos del poder español y las tropas portuguesas a Uruguay, provocó el éxodo masivo de la población hacia el norte: el pueblo en armas se hizo pueblo en marcha.

Desde 1829 hasta fines del siglo fueron desalojados, a tiros, los patriotas pobres que habían sido beneficiados por la reforma agraria. No conservarían «otra tierra que la de sus tumbas». Derrotado, Artigas se había marchado a Paraguay, a morirse solo al cabo de un largo exilio de austeridad y de silencio.

En nuestros días, el campo uruguayo ofrece el espectáculo de un desierto. Los rendimientos productivos son bajos, pero los beneficios muy altos, a causa de los bajísimos costos. Tierra sin hombres, hombres sin tierra…

ARTEMIO CRUZ Y LA SEGUNDA MUERTE DE EMILIANO ZAPATA

México era una colonia esclava de EEUU bajo la dictadura de Porfirio Díaz «¡Pobrecito México tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos».

La esclavitud, atado el obrero por deudas que se heredaban o por contrato legal, era el sistema real de trabajo.

En 1910 México se alzó en armas contra Porfirio Díaz. Un caudillo encabezó desde entonces la insurrección en el sur: Emiliano Zapata, el más puro de los líderes de la revolución.

Los campesinos indígenas despojados reivindicaban siete siglos de trabajo continuo sobre su suelo. Los hombres del sur formaron rápidamente un ejército libertador.

Cayó Díaz y Francisco Madero, en andas de la revolución, llegaron al poder. Las promesas de reforma agraria no demoraron en disolverse en una nebulosa.

En noviembre de 1991, Zapata proclamó su Plan de Ayala, que propugnaba la nacionalización total de los bienes de los enemigos de la revolución, la devolución a sus legítimos propietarios de las tierras usurpadas y la expropiación de una tercera parte de las tierras de los hacendados restantes. Denunciaba la infame pretensión de reducirlo todo a un simple cambio de personas en el gobierno: la revolución no se hacía para eso.

Cerca de diez años duró la lucha. Los cambios sucesivos en el poder no alteraban

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