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Leyendas Bn Cooregidas


Enviado por   •  16 de Abril de 2015  •  10.859 Palabras (44 Páginas)  •  131 Visitas

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EL CACIQUE CAZA MUJERES

anuel Quitiaquez, habitante de la vereda Miraflores, comentaba que antiguamente los indígenas que habitaban en esta región poseían grandes tesoros, fruto del intercambio del maíz con el oro, y varios de ellos antes de perder su fortuna, preferían enterrarse vivos con todas sus riquezas.

Don Manuel comenta que fueron los guaqueros quienes se robaron gran parte del tesoro descubierto ilícitamente en las tumbas de Miraflores pertenecientes a los pastos.

De estos acontecimientos se comenta que las mujeres nunca pudieron sacar una guaca, porque existe un tabú en torno a estas. La mayor parte de los caciques fueron enterrados en las guacas con sus pertenencias y estos se apoderaban del alma de las mujeres que intentaron penetrar en dichas tumbas, para llevárselas al otro mundo.

Doña María Cortez, habitante de Miraflores cuenta una leyenda que le sucedió en los años mozos de su juventud.

Cuando tenía 17 años, conoció a varias personas poseedoras de grandes cantidades de oro, que eran muy ricas; así que ella se obsesiono con el deseo de tener mucho dinero.

Comenta, una noche oscura, inquieta y con mucha curiosidad; me desplace sigilosamente por el camino principal donde se encontraron las guacas, con desconfianza penetre en un extraño hueco en el que experimente una rara sensación de temor y escalofrió. En ese momento me arrepentí y pensaba en retroceder y salir corriendo, pero algo inexplicable me lo impidió; sintiendo que no tenía fuerzas, y que mis pies estaban pegados a la tierra.

Repentinamente; al penetrar a aquel sitio mire asustada que de una habitación salían fuertes ruidos y presencias extrañas y repentinamente apareció un extraño hombre misterioso corpulento que tenía puesto un vestido brillante; de su cuello colgaban gruesas cadenas de oro. Al parecer era un cacique que con insistencia quería llevarme a un rincón, seguramente para nada bueno, ya que en un extraño lugar se encontraba una especie de amaca, entonces retrocediendo nerviosa, arrepintiéndose se dio cuenta de que cuando más se arrepentía y perdía el interés por obtener riquezas, aumentaban sus movimientos sintiendo que podía moverse con facilidad, entonces salió corriendo, al sentirse libre aún muy asustada; comprendió que el interés y la ambición son malos concejeros, y que por su codicia casi pierde la vida. Seguramente logro salvarse por arrepentirse a tiempo; ya que según comentan varios ancianos fue una de las pocas mujeres que logro sobrevivir y salir de este extraño hueco.

Según los tabúes tejidos en torno a las guacas; se comenta que si cualquier mujer entra a ese extraño lugar; con ambición de oro; el espíritu del cacique se la lleva, para convertirla en su esposa y nunca más volverá a la tierra, porque la creencias en torno a las guacas, afirman que pasar del mundo de los vivos al mundo de los muertos, es una travesía donde el regreso es imposible, ya que este es un gran misterio que no se ha podido resolver, porque todo queda en las entrañas de la tierra bajo la bruma del silencio y del olvido.

FIN

UN EXTRAÑO NIÑO

arios años atrás y antes de que se descubrieran las guacas de 1971, Beatriz Palacios comenta: Una noche muy lluviosa, tuve que subir al pueblo de Pupiales, por el camino principal que conduce desde Miraflores hasta La Planada, donde ya se habían encontrado cientos de piezas de cerámica, conocidas con el nombre regional de “infieles”. Estaba muy nerviosa, pues uno de mis hijos se había enfermado y ardía en fiebre y los remedios caseros que se le habían aplicado, no le habían hecho ningún efecto. Entonces, irremediablemente tenía que ir al médico del pueblo.

Antes de llegar a la parte plana, donde más adelante se descubrirían las tumbas o guacas, sentí, en primer lugar, una extraña sensación y un sudor que me corría de la cabeza a los pies. Al principio percibía un insólito y diabólico ruido que, transportado por el viento, parecía venir desde lejos, pero luego, muy asustada, me detuve y pude comprobar que era el llanto de un pequeño niño. Descontrolada, no sabía de dónde provenía. Mientras el frío sudor lo sentía más en mis manos y en mis pies, acompañado de un temblor de mis labios, muy nerviosalevanté la mirada hacia un bordo, de donde parecía provenir el extraño llanto, mirando con asombro y sorpresa, un niño pequeño y muy extraño, que lloraba sin cesar, que con insistencia movía su pequeña mano, llamándome con afán, como pidiéndome que lo protegiera. Lo más asombroso de esta aparición era que aquel misterioso niño, era diminuto y estaba de pie, moviéndose rápidamente sobre la cima del bordo.

Lo pensé una y mil veces antes de decidirme a prestarle ayuda. Finalmente, me conmoví y lo hice, movida por el corazón de madre, pensando en la crueldad y dureza de aquella mujer, que lo había abandonado en un camino solitario. Inconscientemente sacudí mi pequeña y fría chalina negra y con un poco de recelo y desconfianza, a oscuras y casi sin mirar al niño, lo envolví en la chalina y me devolví a dejarlo a la casa, aunque la distancia era considerable, me asaltaba un remordimiento de conciencia, pues tenía que regresar a comprar la medicina. Un poco aturdida y descontrolada con el niño en brazos, llegué a mi hogar, pensando con un poco de miedo, dónde iba a depositar a aquel extraño hombrecillo. Entonces, destapé el baúl de mi ropa, coloqué una cobija y deposité al indefenso niño, dejando la puerta semiabierta. Como algo muy extraño, sentía al palpar con mi mano el diminuto cuerpo, cómo que se había endurecido como por arte de magia. Sin embargo, haciendo caso omiso del fenómeno anterior, brevemente pasé por la alcoba de mi hijo José y al pasar mi mano por su frente, sentí que la fiebre había bajado por completo algo que para mí no tenía explicación alguna.

De esta manera, decidí darle la última mirada a mi extraño visitante y desde lejos pude observar que parecía estar dormido profundamente. A las cinco de la mañana me levanté sobresaltada; tenía que ir a ordeñar las vacas en compañía de mi esposo, a quien durante el recorrido del camino, le comenté el extraño caso.

Terminado el ordeño, un poco inquietos y nerviosos, decidimos observar al pequeño niño, pero como algo increíble, encontramos el baúl cerrado, del cual descolgaba la punta de la chalina. Con miedo e inseguridad y en forma muy lenta, levantamos la tapa del baúl, mirando con asombro que en vez del niño, había en su interior un muñeco amarillo. Esta aparición nos asustó profundamente.Decidimos

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