Leyendas Del Panteon De Belen
mgrmramoss4 de Diciembre de 2012
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LEYENDAS DEL PANTEÓN DE BELÉN
VOLVER A MORIR
Corría el año 33 del siglo XX , cuando la familia hurtado se dio bendecida con la llegada de una hija, la cual seria primogénita y única; la bautizaron con el nombre de victoriana y fue educada con todo el amor de sus padres; como el señor era propietario de varias haciendas, nunca le falto nada, pues gozaba de enorme fortuna.
Paso el tiempo y fue casada muy chica con un conocido de la familia; este matrimonio dio fruto a tres varones, con diferencia en edad de 1 año cada uno. Al morir los padres de victoriana, quedo como heredera universal, lo cual dio un cambio enorme al ambiente familiar.
El esposo dejo de trabajar y su única labor fue la de despilfarrar esa gran suma de dinero; Falleció a los dos años por excesos principalmente por alcohol. Después sus hijos se convirtieron en autenticas aves de rapiña, queriendo vaciar las arcas de su madre para llenar las suyas.
Victoriana, aparte de sufrir la ingratitud de los suyos, tenía una extraña enfermedad, pues en dos ocasiones pareció que había muerto, volvía a respirar y volvía a las horas. Los hijos desesperados por la tardanza de la muerte de su madre, hasta planearon asesinarla; Sus ojos llenos de avaricia mostraban llenos de inconformidad cuando veían que mejoraba. Ella, agradecida con dios, siempre pedía que ablandara el recio corazón de sus hijos.
Un día de agosto de 1894, victoriana hurtado dio muestras de haber fallecido, aspecto que aprovecharon de inmediato sus hijos y sin verla, la trasladaron al cementerio de belén; ellos, Octaviano, Alejandro y Javier excavaron la fúnebre fosa, enterrando a su progenitora. Cuentan que en la noche, un extraño ruido interrumpido la quietud del lugar, un gemido largo y lastimero se escucho, acompañado del chocar de algunas piedras.
Al siguiente día, las personas se arremolinaron espantadas alrededor de la tumba de victoriana; una de sus manos, convertida en piedra, como el corazón de sus hijos, anunciaba que había sido enterrada viva.
EL ARBOL DEL VAMPIRO
Todo inicio cuando aparecieron varios animales muertos allá por las barranquitas y por el barrio del carrizal; en un principio se le tomo como algo natural, pero analizando los cuerpos se dieron cuenta que estaban "secos" sin ninguna gota de sangre.
De ser solo un rumor se convirtió en un grave problema, pues en poco tiempo aparecieron cadáveres de niños –principalmente lactantes- con las mismas características. Era un hecho, había un vampiro en Guadalajara. Los habitantes de la ciudad, olvidando su fiesta y algarabia nocturna, por ningún motivo salían, se recogían desde temprano en sus hogares para solo rezar y pedir que ese ser de ultratumba desapareciera para siempre de sus vidas.
Bien dicen que "no hay mal que dure cien años, ni nadie que los aguante"; pues un grupo de personas hartos de los ataques de ese engendro diabólico, decidieron dividirse por diferentes rumbos para acechar al quebrantador de su paz. Pasadas dos noches, un grupo logro aprenderlo con una red.
Fue llevado al cementerio de Santa Paula y con una larga e improvisada estaca, le atravesaron el corazón, dejando sin vida a ese monstruo de la noche. Al siguiente día muy temprano, le colocaron gruesa losa de concreto para afianzar que no volviera a salir del recinto. A los pocos meses, ante el asombro de los tapatíos, la estaca quebró la losa y comenzó a crecer al mismo tiempo que se transformaba un enorme árbol. Dicen, los que saben de esto que si uno pincha o hace una pequeña ranura en el tronco del árbol, sale sangre; la cual pertenece al vampiro ahí enterrado.
Cuenta la leyenda que cuando el árbol triture completamente la tumba, el vampiro quedara libre para de nuevo atacar a los trasnochadores tapatíos.
CASO UNICO
Desde el día que nació Ignacio, los médicos se impactaron de tan peculiar caso, pues en sus años de practica y estudio, nunca habían presenciado tal fenómeno; Resulta que el niño tenia una total aversión a la oscuridad, así como a los lugares cerrados.
Tenía que dormir con la luz encendida de su cuarto, ventanas abiertas y no permitía que le colocaran algún mueble u objeto que hiciera bulto. Sus padres intentaron encontrar alguna respuesta a tan extraña enfermedad; Inclusive acudiendo con varios brujos a San Martín de las Flores; pero todo fue en vano.
Exactamente cuando cumplió un año falleció Ignacio después de velarlo, lo sepultaron en el panteón de belén; fue un entierro sencillo, pues en las inhumaciones de angelitos, no iba mucha gente. Al siguiente día el velador del cementerio, completamente aterrorizado, fue con las autoridades correspondientes para reportarles que en la noche habían desenterrado el ataúd del niño, porque lo había encontrado sobre la losa de la tumba.
Lo volvían a colocar con su recinto, pero por diez días consecutivos el féretro amanecía siempre en la superficie; las personas extrañadas se juntaban todas las mañanas para presenciar semejante espectáculo fúnebre. Aspecto que la familia de Ignacio no veía con buenos ojos.
Los padres del pequeño dieron solución al asunto, informando a las personas del mal que había sufrido su hijo en el año que tuvo de vida, y que por tal motivo decidieron dejarlo sobre la superficie de su tumba.
Hasta entonces, dejo de tener curiosidad tal acontecimiento.
EL TESORO DEL MARINERO
por su forma de vida, en vez de tener un amor en cada puerto, tenia varios enemigos; surco el océano pacifico, principalmente por las costas de Nayarit, Colima y Jalisco, dedicándose como todo buen pirata a apropiarse de las joyas, oro y todo lo de valor que se encontraba en los barcos que asaltaba.
El botín era enterrado en un lugar que solo él sabia, y aunque tuvo un hijo, nunca le revelo el secreto del sitio donde guardaban su gran tesoro. Ya muy viejo, se vino a radicar en esta ciudad de Guadalajara, falleciendo a los pocos meses.
Dicen, que si uno le prende una veladora y le reza un rosario completo con toda devoción, pero a las doce de la noche frente a su tumba en el Panteón de Belén y pidiendo por la salvación de su alma, se aparecerá el fantasma del marinero y revelara el punto exacto donde enterró su vasto tesoro.
UNA APUESTA TRAJICA
El cementerio de belén fue teatro de una leyenda en que perdió el juicio un estudiante de medicina. El cual apostó con sus compañeros que el entraba al campo santo a las ocho de la noche, al toque de las ánimas; Cuando dizque salen los muertos de los sepulcros, y que no solo entraría hasta el fondo del corredor, sino que fijaría un clavo, como señal de que había realizado su hazaña. En efecto, al primer clamor de las ocho de la noche dado por la campana del templo de belén, entro y con pasos firmes se dirigió hacia el fondo del corredor con un martillo y un clavo. Al llegar lo hundió, pero al querer retirarse sintió que alguien lo detenía; entonces tal vez la imaginación empezó a transtornarlo, sintiendo que una mano helada lo sujetaba por los hombros; Quiso gritar, pero no pudo y se desmayo.
Viendo que transcurría la hora y no salía, sus compañeros fueron a ver lo que sucedía y lo encontraron tirado en el suelo, sujeto de la capa por el clavo a la pared.
¡Volvió el estudiante en si, pero estaba loco!
AL FIN JUNTOS
José Ma. Castaños estaba tan enamorado de Andrea que ya hasta platicaban de matrimonio: la pareja acostumbraba a caminar por la alameda y sentarse a charlar en la plaza de armas. Y por lo visto todo indicaba que no había ninguna dificultad, pero la realidad era otra.
Resulta que había un par de problemas; la gran diferencia de clases, ya que la familia de José tenía muy buena posición económica y la de Andrea Retes era humilde. Para colmo de males, la madre de el se oponía a esta relación y hacia hasta lo imposible por separarlos, atreviéndose inclusive, a sobornar a los padres de Andrea para que esta lo dejara; y fue tanta su cizaña que las familias no se podían ni ver. La relación de la pareja iba en crisis, pues tenían muy poca oportunidad de verse.
Un día, cuando se encontraron en la alameda, entre lagrimas y sollozos, decidieron tomar la puerta falsa, concluyendo que de esa manera estarían juntos en el más allá, debido a que en la tierra no lo lograrían.
Antes de que el sol se ocultara en el horizonte, encontraron los dos cuerpos inertes, tirados en el jardín Aranzazu.
Como la familia de José tenía propiedad en el panteón de belén, ahí fueron sepultados. Mandaron labrar dos cruces entrelazadas encima de su tumba, como símbolo de esa unión inconclusa; así como una mayor, para pedir perdón a dios por el suicidio que los enamorados habían cometido.
Sin embargo, el remordimiento a la madre de José no la dejaba tranquila, porque se reconocía como principal culpable de la muerte de los novios; y ni los rezos, lágrimas ni gritos de dolor, le servían para desahogar el malestar que sentía dentro de su corazón. Decidida, tiempo después fue a llevar a la tumba de José y Andrea un lazo nupcial con flores naturales entrelazadas, con la esperanza de que al dar esa ofrenda fuera perdonada del mal que había hecho; muy temprano llego al cementerio y coloco el vistoso lazo entre las cruces que estaban sobre la tumba, momento en que los pájaros e insectos dejaron de hacer ruido, y en ese
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