Leyendas tutunaku
luisvoladorBiografía31 de Enero de 2024
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Leyendas
prehispánicas
Libro Artesanal Veracruzano
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Leyendas
prehispánicas
Leyendas prehispánicas
D.R. © Secretaría de Educación de Veracruz, 2023 km 4.5 carretera federal Xalapa-Veracruz,
Col. Rubí Ánimas,
C. P. 91193, Xalapa, Veracruz, México
Edición artesanal, diciembre de 2023
ISBN 978-607-725-152-9
Hecho en México
Departamento de Apoyo Editorial de la CDOSE, SEV
Leyendas prehispánicas es una adaptación artesanal, corta y libre, realizada por la Secretaría de Educación de Veracruz del Gobierno del Estado, a través del Departamento de Apoyo Editorial de la Coordinación para la Difusión y Optimización de los Servicios Educativos. Cualquier comentario o sugerencia remitirlos al correo electrónico apoyoeditorial@msev.gob.mx. Se prohíbe la reproducción parcial o total con fines lucrativos.
Gobierno del Estado
de Veracruz
Cuitláhuac García Jiménez
Gobernador del Estado
Víctor Emmanuel Vargas Barrientos
Secretario de Educación
Maritza Ramírez Aguilar
Subsecretaria de Educación Básica
Jorge Miguel Uscanga Villalba Subsecretario de Educación Media Superior y Superior
Moisés Pérez Domínguez
Subsecretario de Desarrollo Educativo
Verónica del Carmen Lemarroy Zeferino Coordinadora del Programa de Estímulos a Estudiantes Destacados (PEED)
Daffni Danae Rojas Cortes Coordinadora para la Difusión y Optimización de los Servicios Educativos
Carlos David Martínez Chávez
Jefe del Departamento de Apoyo Editorial
Emma del Rocío Hernández Arroyo
Jefa de la Oficina de Distribución
Francisco Martínez Cambambia
Jefe de la Oficina de Colecciones y Revistas
Maria Reyna Landeros Gutiérrez
Compilación
Soledad Cabrera Excelente Elizabeth Polanco Galindo Guadalupe Baxin Baxin Alejandro Arnaud Méndez Corrección de estilo
Margarita García Salamanca
Diseño y formación
Índice
7 Coyolxauhqui y Huitzilopochtli
9 Los hombres del maíz
11 Tenochtitlan
12 Flor de Cempasúchil
13 Iztaccíhuatl y Popocatépetl
15 Tajín y los Siete Truenos
17 El conejo en la luna
20 Referencias
Coyolxauhqui y Huitzilopochtli
Cuenta la leyenda que Coatlicue, la madre de todos los dioses, estaba barriendo el Templo de las Serpientes, en lo alto de un cerro de Coatepec, cuando le cayó una pequeña bola de plumas que, como le pareció bonita, recogió, guardó en su vientre y, en consecuencia, quedó embarazada sin saber cómo.
Luego, al enterarse su hija Coyolxauhqui y sus otros hijos, los 400 surianos, se sintieron ofendidos y, pensando lo peor de su madre, decidieron arrebatarles la vida a ella y a la criatura para limpiar el honor de la familia. No obstante, uno de ellos, Quauitlicac, tras arrepentirse de lo que planeaban hacer sus hermanos, decidió contarle al bebé (Huitzilopochtli), quien aún se encontraba en las entrañas de su madre.
Desde que se enteró de las perversas intenciones de sus hijos, Coatlicue vivía con temor, por lo que, desde su vientre, Huitzilopochtli le habló para decirle que no tuviera miedo y, vestido con indumentaria para la guerra (escudo, dardos, lanza dardos de color azul) y con una serpiente de fuego (Xiuhcoált), en el
momento preciso en que se presentaron todos para llevar a cabo su plan, ¡nació!
Huitzilopochtli, como gran guerrero, valiente e incansable, defendió a su madre con la serpiente de fuego; a su hermana Coyolxauhqui le cortó y arrojó al cielo la cabeza (que se convertiría en la luna); al resto de sus hermanos (los surianos) los persiguió, los acabó (convirtiéndolos en estrellas) y, luego, utilizó sus ropajes y armas para crear su propia armadura, la cual sería su seña particular.
Los hombres del maíz
La leyenda cuenta que hace mucho tiempo, cuando el mundo aún no era mundo y no existían humanos siquiera, solo el firmamento y el mar…, un día los dioses se reunieron con la idea de crear la Tierra, con montañas y valles, flores, frutos, y animales en los cielos, en el agua y en la tierra. Les pareció un buen plan y estuvieron contentos.
Luego de una temporada pensaron en dar vida a una criatura distinta, una que pudiera habitar el lugar que ellos habían creado y que, además, los honrara. Entonces, se reunieron otra vez y decidieron formarla con barro, dándole a su rostro facciones hermosas, brazos y piernas fuertes para trabajar la tierra. Desafortunadamente, cada vez que la criatura intentaba hacer esfuerzo en sus labores se deshacía y volvía a ser un montículo de lodo; no hablaba ni razonaba.
Los dioses se dieron cuenta que su idea había fallado, aunque su ánimo no decayó y resolvieron unir fuerzas con otros cinco dioses para mejorar su creación. Esta
vez hicieron un hombre de madera que podía hablar y caminar, aunque con movimientos tiesos y desastrosos; incluso logró tener descendencia, pero algo andaba mal... ¡no tenían alma ni emociones!
Al percatarse de la situación, los dioses se pusieron tristes y resolvieron terminar con el hombre de madera utilizando el agua, en forma de un gran diluvio, para limpiar su creación. Después consideraron tomarse un tiempo para analizar, calmada y minuciosamente, los materiales que usarían para crear de nuevo un hombre, pero con alma y sentimientos.
Transcurrió otro largo periodo cuando concluyeron que el maíz sería el componente ideal. Por consiguiente, tomaron una mazorca —el maíz se convertiría en la sangre y corazón del hombre para vincularlo con la tierra—, la molieron formando una masa de color blanco que se llenó de su esencia y con ella crearon cuatro hombres: Balam Quitza, Balam Acab, Ma Hucutah e Iqui Balam, quienes fueron enviados a poblar el mundo y enseñar a sus hijos a respetar la naturaleza, trabajar la tierra, cuidarla y honrar a los dioses que los crearon.
Tenochtitlan
Desde hace muchos años se cuenta que, en el México prehispánico, el valiente y magnífico Huitzilopochtli les dio a los habitantes de Aztlán la encomienda de fundar una nueva ciudad en un sitio específico: donde hubiera un águila parada sobre un nopal, devorando una serpiente, sería la señal para identificarlo. Solo cuando lo encontraran podrían detener su peregrinaje y asentarse en ese lugar, que sería bendecido por los dioses y en el cual tendrían una gran prosperidad.
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