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Los Romanos

gusa114 de Junio de 2013

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FACULTAD DE MEDICINA HUMANA Y CIENCIAS DE LA SALUD

“ESCUELA PROFESIONAL DE ENFERMERIA”

CURSO : Historia del Perú y del mundo

DOCENTE : Mg Aldo Carranza

TEMA : Cultura Romana

CICLO : “III”

INTEGRANTES : Mori Rondona Gerard

Melendez Fasanando Roidi Luz

Amasifuen Torres Andre

Cortez Campos Richard

Alvaro Espinoza Ana Maria

Durante muchos años se ha explicado el apogeo y la ascensión de Roma argumentando que se debía al carácter moral, las instituciones políticas, el talento militar y la buena suerte del pueblo romano. Se basaban también en el entorno físico de Roma e Italia, afirmándose que Italia estaba ubicada en el corazón del mundo habitado. Se alabó la productividad de la península italiana, ampliándose bajo los ojos de sucesivos historiadores al conjunto de la región mediterránea. En el caso específico de Italia, se señala la longitud de la Península, la extensión de los Apeninos y las variedades climáticas que no dejan de estar relacionadas con ello y son garantía de una variedad y una gama exhaustiva de alimentos.

El Imperio Romano, en su apogeo, a principios del siglo III d.C, comprendía no solo las penínsulas, islas y costas del Mediterráneo, así como grandes extensiones del interior (hasta el borde del Sahara y hasta el río Tigris), sino también zonas de Europa situadas tan al norte como el sur de Escocia, el Rin y el Danubio (además de una parte del sur de Alemania, al otro lado del Rin y la Dacia al otro lado del Danubio central). Además, bajo el principado, los avances más extensos se hicieron en Europa mediante el reinado del primer emperador, Augusto. Sus generales empujaron la frontera septentrional desde los Alpes hasta el Danubio y finalmente pacificaron la Península Ibérica.

Más allá del motivo de la pura conquista, consideraciones estratégicas y a veces económicas desempeñaron algún papel en la configuración de las campañas de los emperadores que se mostraron más activos en el terreno militar.

El imperio romano se extendió mucho más allá del mundo mediterráneo, sin embargo, durante todo el período del principado, aproximadamente desde 27 a.C. hasta 235 d.C., el eje político y la base cultural del imperio se encontraban en el Mediterráneo.

ROMA, ITALIA Y LA ELITE POLITICA

Roma era la sede de los emperadores, la corte y la administración y además, la residencia de cerca de un millón de personas. Era, esencialmente, una ciudad parásita. Una ciudad que se alimentaba del potencial humano y la riqueza de Italia y de las numerosas provincias que constituían el imperio romano.

El crecimiento fue espectacular, quintuplicándose la población en dos siglos, con altos niveles de inmigración y movimientos de esclavos de las provincias. Las distribuciones de grano y las costosas obras públicas fueron financiadas con impuestos imperiales y rentas de propiedades públicas arrancadas de los territorios de otros estados. Esta situación privilegiada duró hasta finalizar el siglo III, momento en que Diocleciano introdujo una administración pública en Italia y creó impuestos sobre la propiedad y de capitación

Solo de forma lenta y a regañadientes abrió la elite romana e italiana sus filas a los provincianos, a la vez que siguió siendo muy selectiva en los campos donde les permitía estar representados. Hasta finales del siglo I, únicamente entraron en el senado provincianos occidentales de lengua latina y a partir de ahí y gradualmente, individuos de habla griega.

La literatura de la época, que fue creada por los portavoces de la elite política y cultural del imperio, revela actitudes que ayudan a explicar la ausencia de hombres del norte en los altos cargos, así como la orientación Mediterránea del imperio durante la totalidad del período que nos ocupa.

LA CIVILIZACION Y SUS LIMITES

Desde los objetivos estratégicos de Augusto, la conquista de del norte y la reconciliación del mundo griego con Roma, presentan un marcado contraste.

Los romanos ilustrados reconocieron de forma progresiva la superioridad de la cultura griega , a la vez que familias aristocráticas de Roma y Grecia forjaban vínculos de interés mutuo.

Se nos cuenta como los romanos contribuyeron no solo domando a los hombres salvajes de la montaña, sino también haciéndoles bajar a los valles y transformándoles en agricultores sedentarios. La estrategia dio resultado entre los turdetanos de la Bética, la provincia del sur de Hispania y tuvo menos éxito entre los lusitanos y las tribus del norte. Estrabón, convencido de que los pueblos de las montañas sostenían estas relaciones de intercambio obligados por la pobreza de su propio territorio y que su instinto natural era dedicarse al pillaje. A su vez, el norte de Europa distante del Mediterráneo era condenado por incivilizado.

El Gobierno romano abordaba las cosas de un modo pragmático y sus objetivos culturales eran limitados; los pueblos fronterizos tenían que ser domados, neutralizados y explotados. Los antiguos vivían con solo un conocimiento parcial incluso de la parte del mundo con la que estaban familiarizados.

El ejercito romano impuso un poco de orden trazando o midiendo en millas romanas, un sistema arterial de carreteras y acumulando un conjunto de informaciones razonablemente fidedignas sobre localidades determinadas.

La perspectiva de los comentaristas y observadores cambiaría a medida que iba adquiriéndose y diseminándose información sobre el norte, y a medida que se advertía el efecto de Roma en los pueblos septentrionales. Es imposible detectar en la literatura una suavización de la actitud o una respuesta positiva al cambio cultural y político en la zona comprendida entre el noroeste de la Galia y Britania y el Bajo Danubio. De Estrabón a Dion Casio, del principio al final del período que nos interesa, la élite cultural del imperio trazó una línea firme entre lo que veía como el núcleo mediterráneo del imperio y su periférica barbárica.

La conquista del norte no produjo, a su modo de ver, una unidad cultural más amplia, Roma ensanchó su base gubernamental y cultural, pero no hasta el extremo de asimilar el norte.

II. GOBIERNO SIN BUROCRACIA

Un aparato funcionarial rudimentario era suficiente para un Gobierno al que solo le preocupaba los aspectos esenciales. Los objetivos básicos del Gobierno eran dos: mantener el orden y recaudar impuestos, para pagar los salarios, sufragar los gastos militares, construir edificios y repartir alimentos en la capital.

Los emperadores no llevaron a cabo grandes reformas sociales ni económicas y no mostraron interés en inmiscuirse en la vida de sus súbditos. No se registró un aumento significativo en el número de funcionarios nombrados por las autoridades. Es un imperio subgobernado, si se compara con el chino.

Se daban una gran continuidad en las practicas administrativas. Los limitados objetivos económicos, se alcanzaban sin necesidad de recurrir a dirigismos económicos. La naturaleza del sistema tributario no era normalizado, su supervisión era suficiente y experimentó pocos cambios. Los emperadores instituyeron censos provinciales regulares y recaudaron impuestos con más eficacia que cualquiera de los Gobierno republicanos que les precedieron.

ADMINISTRACION CENTRAL Y PROVINCIAL

Había alrededor de cuarenta provincias en el imperio romano, las cuales eran gobernadas por un reducido número de funcionarios, nombrados por las autoridades centrales, llamados procónsules.

En el imperio, en general, una innovación fue el nombramiento de ecuestres para que gobernasen Egipto y varias provincias de poca importancia. En estas, dichos funcionarios ostentaban al principio un título militar, el de prefecto, y sus obligaciones eran también predominantemente militares.

A continuación aparecen procuradores que ejercen de funcionarios fiscales: recaudan el derecho de aduana, el impuesto sucesorio y otro indirectos.

La estructura de la administración financiera central contaba con la tesorería principal, el aerarium, que recibía los impuestos provinciales, encabezada por un par de prefectos que el emperador escogía entre las filas de expretores. Se creo una tesorería militar para proporcionar jubilación a militares retirados. Aun así, la responsabilidad fiscal recaía en los libertos del emperador y luego a partir de mediados del siglo I, en un procurador ecuestre de alto rango, que llevaba la contabilidad de los ingresos y los gastos del imperio.

El emperador, era en esencia, responsable de las decisiones que afectaran las normas de actuación y el nombramiento de funcionarios imperiales; escuchaba los consejos de quienes le rodeaban. Estos consejos asesoraban al emperador en el desempeño de sus obligaciones jurídicas en calidad de juez y legislador.

La administración sigue siendo propia de aficionados. Senadores y ecuestres pasaban solo una parte de su vida laboral en el cargo, y no recibían ninguna preparación especial. Los profesionales administrativos eran los libertos y esclavos del emperador.

LAS CIUDADES

El secreto del Gobierno sin burocracia era el sistema romano de ciudades que se gobernaban a sí mismas y podían cubrir las necesidades del imperio. Hay una expansión notable de las unidades urbanas autónomas.

Como

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