Los Zapotecas
Ale300115 de Junio de 2014
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La cultura Zapoteca (precedente de la Azteca) en su conquista por dominar el sistema suelo-planta-agua en condiciones fisiográficas difíciles, mediante la creación de suelos artificiales y un uso muy racional del riego.
• Suelos artificiales, cuyos materiales minerales fueron transportados de una forma muy selectiva y eficiente, desde otras áreas.
• Si bien se trata de suelos de cultivo, no fueron arados ni remozados, por cuanto al margen del desconocimiento de los aperos (y materiales) necesarios, la datación de los artefactos de cerámica indica que la edad de estos aumenta en profundidad. Por tanto hablamos de agricultura sin labranza.
• Las huertas fueron regadas en los periodos más secos, por lo que cabría hablar de un edafoclima único, es decir, sin déficits estacionales de humedad.
• De no haberse incorporado dichas cerámicas, o de haberlo sido en cantidades moderadas, podría decirse que nos encontramos frente al grupo de los Antrosuelos, sin discusión. Su naturaleza antrópica es indudable.
• El riego con agua carbonata excluye “presuntamente” que se trate de suelos con una baja saturación en nutrientes, y si de un pH superior a 7. No se puede descartar en absoluto la presencia de carbonatos secundarios y quizás un horizonte cálcico o petrocálcico en profundidad.
Hablemos de Antrosoles o Tecnosoles. No he observado muchas diferencias en este sentido con la nueva versión, con la excepción de la creación del horizonte ántrico.
Resulta muy improbable reconocer si el horizonte superficial es ántrico, por cuanto los rasgos de evidencias de actividad humana se basan en varios criterios químicos y morfológicos que no fueron obviamente descrito por los arqueólogos mentados con anterioridad.
Si su carácter cumúlico fue consecuencia de la adición exclusiva o mayoritaria de materia orgánica (o composta) y artefactos, no cabría descartar la existencia de un horizonte térrico. Sí quedaría excluido el horizonte plágido, ya que difícilmente se trataría de materiales edáficos ácidos. Tampoco encajaría la presencia de un horizonte antrácuico, debido tanto a los esfuerzos por mantener un buen drenaje con sus técnicas de aterrazamiento, como por la falta de una labranza profunda. Del mismo modo, por no hacer uso de aperos de labranza que remozara los horizontes superficiales, no debiera existir suela de laboreo o piso de arado. No estamos pues hablando precisamente de las maravillosas terrazas destinadas al arroz en el sureste asiático. Las aguas necesitarían ser ricas en sedimentos, circunstancia dudosa por que el líquido pasaba directamente del manantial a ser canalizado por los canales hasta su lugar de destino. Finalmente, existen grandes Posibilidades de que se tratara de un horizonte hórtico, habida cuenta de que el perfil edáfico debía crecer por la acumulación de restos orgánicos domésticos (al margen de artefactos). De ser así, obligaría a clasificarlo al mismo nivel que las “terras pretas” de las culturas indígenas del amazonía, empero el riego está presente, como también las terrazas, es decir obedecen al calificador “escálico” (“scalic”): ¿”Antrosol hórtico” en cualquier caso?”.
Si todos o algunos suelos albergaran más de un 20% de artefactos en volumen, como ya hemos dicho, nos encontraríamos ante Tecnosuelos. Debo reconocer que como nuevo grupo de referencia, con el que no he trabajado, me encuentro aún más perdido. Sin embargo, de no existir problemas de hidromorfía, me inclinaría por pensar que caería dentro del dominio de los calificadores prefijo “garbic” y “leptic”, por cuanto los susodichos autores norteamericanos hablan de fuertes acumulaciones de residuos orgánicos. Del mismo modo deduzco que los perfiles de las terrazas debían tener unespesor menor de un metro (por el esfuerzo que hubiera supuesto generar solum de mucho espesor), vistas las condiciones en que fueron transportados los materiales “parentales” a hombros de los indígenas. En caso, de darse rasgos de hidromorfía, habrá que considerar los calificadores estágnicos y gleycos. Sin embargo, como en el caso de los Antrosuelos, me inclino por la primera opción, es decir, posiblemente se tratara de Tecnosuelos gárbico-lépticos.
Obviamente, cuando e creó el grupo de referencia de los Tecnosuelos, no se consideró la posibilidad de incluir los suelos artificiales prehistóricos, como los que los Zapotecas construyeron. Se pensó tan solo en culturas modernas, lo cual puede ser un error, si con el tiempo se detectan más casos como el aquí narrado (de hecho los he encontrado en Perú, en la Web, por supuesto). Los cualificadotes no son apropiados para un tipo de suelos como este. Del mismo modo, debido a la costumbre de pensar en los cultivos bajo el yugo del arado, “tengo la impresión” que resulta difícil encajar en algunos horizontes de diagnóstico ciertos suelos orgánicos no labrados, pero sí cultivados e irrigados. Quizás el nuevo horizonte ántrico pudiera dar cuenta al menos de ellos. Tras este ejercicio o experimento mental, tengo la sensación de que cabría designar una nueva figura taxonómica, para los suelos de los zapatecas: artificiales, irrigados, no encharcados y en terrazas, es decir, a medio camino entre los Antrosuelos, y los tecnosuelos.
La historia de Mesoamérica se inició hace más de 3 500 años; es decir, aproximadamente hacia el año 1 500 a.C., los distintos pueblos y grupos que allí se asentaron, empezaron a desarrollar características propias que con el paso del tiempo dieron origen a florecientes civilizaciones.
Mesoamérica era un territorio que se extendía desde la parte media de México hasta América Central. Quedaba limitada aproximadamente por los estados de Sinaloa, Guanajuato, Querétaro y Tamaulipas, en nuestro país; y al sur llegaba hasta El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, pasando por Guatemala y Belice.
Las civilizaciones que crearon los pueblos de la región mesoamericana se basaron en los progresos obtenidos a partir de la agricultura.
Lograron cultivos como el maíz, el jitomate, el frijol, el aguacate, el chile, el cacao, el amaranto y otros más; y supieron aprovechar los recursos proporcionados por lagos y ríos: peces, acociles, algas y larvas de mosco.
Entre las civilizaciones más importantes que se desarrollan en Mesoamérica están la olmeca, maya, zapoteca, teotihuacana, tolteca y mexica .
Un ejemplo del uso de sistemas de riego es de los preaztecas del sur de México, los Zapotecas, vivían en un ambiente tropical, cuya altitud era bastante elevada (cerca de 2.000 metros). Disfrutaban de valles que atesoraban suelos fértiles óptimos para el cultivo, a pesar de ello. Durante seis meses al año, los monzones regaban los campos permitiendo producciones agrarias más o menos generosas que, posiblemente permitían una, dos o tres cosechas anuales. Empero tras la estación del monzón aparecían otros seis meses con déficits hídricos. Estamos hablando, al parecer de la cuna de la agricultura americana y de las tierras en donde se domesticó el maíz. Intentaron conseguir más agua, de tal modo que pudieran cultivar a lo largo de todo el ciclo anual. Lograron crear una maravillosa obra de ingeniaría. Edificaron canales, y presas, como la del el Dique de Purrón, que comenzó a construirse en el Valle de Tehuacán alrededor del año 750 A. C. Pensando que todo debía hacerse a mano, impresiona que tal obra de ingeniería tuviera 400 metros de largo, 100 metros de ancho y casi 25 metros de altura.
Movieron alrededor de 2.64 millones de metros cúbicos de tierra. Con vistas a entender la magnitud exclusivamente la construcción mentada, estos autores comentan que tal dique siguió siendo, con toda probabilidad, la estructura de retención de agua más grande en las Américas hasta el siglo XVIII. ¡Impresionante!. A ello sumémosles los kilómetros y kilómetros de canales (como mínimo 1.200), por la que desviaban el agua de manantiales y arroyos, a través de cañones y aun bajo las cuestas empinadas. Del mismo modo, almacenaban el agua de lluvia en los edificios y plazas. Prácticamente debieron aprovechar todo el “oro blanco” de que disponían. Tales construcciones hidráulicas han logrado preservarse en condiciones excelentes entre 1.500 y 3,000 años. No se trataba pues de mamposterías endebles, a pesar de no tener a mano herramientas de metal, ni como hemos mentado, tracción animal alguna que pudiera paliar tamaño esfuerzo.
Si bien es cierto que se han descubierto otros sistemas prehistóricos de canalización de aguas, en otros enclaves de México, los aquí descritos, en los Valles de Tehuacán y de Oaxaca no tienen parangón. 1.200 Km. de canales en un área de 330 kilómetros cuadrados, al margen de las restantes infraestructuras mentadas. Todo ello se remonta alrededor de 2.500 años de antigüedad. Cada uno de los susodichos canales transportaba el líquido elemento de una fuente a mayor altitud hacia campos a cotas inferiores, siguiendo a menudo un curso con meandros, con vistas lograr que el agua transcurriera mansamente, para lo cual las pendientes no sobrepasaban nunca los dos grados. También se han encontrado vestigios de un canal mayor, quizás el principal, por el que posiblemente fluyeron unos 500 metros cúbicos al día. “Tecoatl” viene a significar en castellano “serpiente de piedra”, dando cuenta de los sinuosos caminos por los que artificialmente corrían las acequias.
Toda esta actividad generó una profunda transformación artificial del paisaje,bajo un sistema de villas y ciudades prehistóricas cuidadosamente planificado.
En los lugares en donde no era viable la construcción de canales, tales como
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