Matea Bolivar

Maria Jose Triana Leal  Nº 12

Valeria Rivas Nº 16

RESEÑA SOBRE MARÍA BOLÍVAR

Matea Bolívar, una de las mujeres de mayor importancia en la vida de Bolívar, pues estuvo con él desde su nacimiento, e igual que una verdadera madre, lo educó, lo crió, lo cuidó y  jugó con él hasta que fue adolescente. Fue mucho más que una criada de la familia, ya que desde que entró, a la edad de nueve años, a la casa de D Juan Vicente Bolívar, fue muy bien tratada, sobre todo por la Sra. Bolívar, quién la llevó siempre de su mano y de quién recibió educación.

Nace en 1765 en el hato “El Totumo”, que pertenecía a la familia Bolívar. Hija de esclavos y con conocimiento de los quehaceres del hogar, la Sra Bolívar en 1783 la nombra aya de su cuarto hijo, nuestro Libertador, Simón Bolívar. Mientras estuvo a su lado lo apoyó en todo cuanto pudo, incluyendo el atender a infinidad  de personas que fueron víctimas del terremoto de 1812. Siempre le fue fiel a la familia Bolívar, con quién permaneció toda su vida, en las buenas y en las malas, aún cuándo Bolívar tuvo que irse a cumplir con sus batallas que era su destino. Ya en 1814, siendo la Familia Bolívar muy perseguida, Matea se traslada a la  hacienda de San mateo, desde donde presenció muchas victorias y derrotas, como el ataque de Boves y la muerte del capitán Ricaurte, quién había salvado a la patria, consumando uno de los hechos más heróicos de la historia.

Ese mismo año debe huir  a la Habana con la familia huyendo de Boves, donde los encarcelan en el Castillo de la Cabaña, pero luego obtuvieron la libertad y aún cuando a Matea le dan su libertad por decreto, ella continuó prestando sus servicios durante toda su vida a los que consideraba ya no sus “amos”, sino su familia. De vuelta a Caracas  unos años más tarde continúa con su gran dedicación en los pocos momentos que veía a su adorado Simón, y es el 17 de diciembre de 1830 cuando una gran pena invadió su corazón al enterarse de la muerte del Libertador, pena que compartió como un miembro más de la familia. La población la aclamo, la respeto y la admiró por servir de aya al Libertador de cinco repúblicas. Muere el 29 de marzo de 1886 a los ciento veinte y un años de edad, siendo sus últimas palabras “me voy a donde está mi niño Simón.

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