Medellin en el siglo xx

¿Cuáles eran algunos aspectos del comportamiento y la vida social de la elite antioqueña a principios del siglo XX?

Ana María Meza Uribe

La elite de Medellín siempre había sido y continuaba siendo uno de los grupos políticos más conservadores de Colombia, estos se relacionaban solo con las familias más viejas de la ciudad y unos con otros a través del matrimonio y los negocios.

Existía un abismo entre esta y la clase baja, pues cada cual tenía sus propias prácticas culturales, valores, costumbres, lo que llevó a que se crearan espacios exclusivos para cada clase y no se mezclaran. “En aquel tiempo había en el Junín galería (o gallinero), a cinco centavos, para la clase obrera, y los estudiantes que hemos sido siempre los compañeros de la clase obrera; luneta, para la gente de pro, como los matrimonios ricos, la clase media y las mujeres públicas; y “preferencia”, a treinta centavos, lugar inventado para que el rico fuera con la pobre alagando su vanidad al pensar que había salido de galería, y sin que los demás ricos lo vieran en luneta” (Sanín Echeverry, 1948, p. 47).

Por otra parte la clase alta de Medellín tenía unos estrictos cánones de etiqueta, que debían adquirirse si se quería entrar a la elite “Entrar a la clase alta de Medellín fue posible por el éxito económico y cualquier familia blanca o casi blanca de Medellín o de los pueblos de Antioquia encontró pocas dificultades de hacerlo. Pero, una vez aceptados, los recién llegados tenían que modificar su comportamiento (…) Había que ir a las fiestas indicadas, correctamente vestidos, relacionarse bien, hablar de los temas permitidos y, sobre todo, evitar cualquier cosa que pudiera considerarse escandalosa” (Payne, 1986, p. 162).

Los ricos desdeñaros a la sociedad más pobre y pueblerina, así los recién llegados a la elite que venían de pueblos aledaños adquirieron esta misma costumbre, despreciando a todos aquellos que ocuparon un peldaño más abajo en la sociedad. También, se exigía  a los individuos que fueran “bien educados” y que tuvieran habilidad y destreza en las relaciones sociales, quienes no las adquirían eran mal vistos en la sociedad.

En resumen, el mundo de la elite antioqueña encontró su expresión en las apariencias y las fachadas, se les decía qué se debía hacer y qué no para mantener un buen porte, buen gusto, buen tono y buen trato, en relación con la forma de vestir, las reuniones sociales, los viajes, el cortejo, el matrimonio, hasta en la forma de caminar; Por ejemplo, se jactaban de tener una profunda religiosidad, pero esto eran solo hipocresías pues carecían de auténticos valores personales que profesaba el catolicismo.

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