Modelos Económico De La Dictadura
violantejennifer27 de Septiembre de 2013
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El modelo económico de la dictadura militar
A partir de la dictadura militar iniciada en 1976 se produjo la ruptura de la industrialización sustitutiva que se había iniciado en 1930 en la Argentina. En efecto, desde 1930 hasta 1976 se desarrolló en la Argentina el modelo de industrialización por sustitución de importaciones; en el cual las distintas políticas económicas, más allá de sus particularidades y diferencias, tenían en líneas generales como objetivo central incrementar el proceso de industrialización del país.
En otras palabras, la industrialización en este modelo de acumulación constituyó el propósito común y permanente de las políticas económicas, siendo la protección arancelaria, el privilegio fiscal y el crédito subsidiado los principales instrumentos de políticas para dicho fin. De esta manera, desde 1930 hasta 1976 se generó un mecanismo de transferencia de recursos hacia el sector industrial.
Una de las características más destacable de este modelo era la importancia del mercado interno como destinatario de los productos industriales producidos en el país; poniendo, de esta manera, un limite a la concentración económica, al ser el salario de los trabajadores la principal fuente de demanda de las mercancías.
Es decir, como gran parte del empresariado local producía para el mercado interno, el salario era visualizado por la mayoría de los capitalistas como un factor de demanda de sus productos. Por lo tanto, no existían incentivos de los sectores dominantes para reducir las remuneraciones de la clase obrera.
De esta forma, se constituyó lo que se denomino la “sociedad del empate” en la distribución del Producto Bruto Interno entre el capital y el trabajo; llegando a 1975 donde el 45% del producto era apropiado por los asalariados, mientras que el 55% restante se traducía en beneficio para los empresarios.
Sin embargo, es importante destacar que los sectores dominantes no eran homogéneos durante este modelo de acumulación. Por un lado, se encontraban las empresas transnacionales que daban más importancia al salario como un costo en lugar de visualizarlo como un componente de la demanda interna, debido a que los productos fabricados por estas firmas estaban destinados principalmente hacia los sectores de mayores ingresos de la población argentina y/o hacia los mercados externos.
Por otro lado, se encontraban las empresas locales que, a diferencia del capital extranjero, daban importancia al salario principalmente como fuente de demanda debido a que los bienes fabricados por ellos estaban en su mayoría destinados al mercado interno y particularmente hacia los sectores medios y bajos. Es decir, sus productos eran de consumo básico y masivo.
Esta disputa de la clase dominante condujo durante la industrialización sustitutiva a la conformación de una alianza policlasista entre los empresarios locales y la clase trabajadora. Dicha alianza aspiraba a generar un desarrollo acelerado y controlado por los sectores nacionales. De tal manera, la principal línea de disputa en este modelo de acumulación se estableció entre los sectores nacionales integrados por los capitalistas locales y los trabajadores, por un lado, y el capital extranjero, por el otro.
Por último, se encontraba el sector agropecuario, básicamente la oligarquía agropecuaria pampeana, enfrentado a todos los sectores restantes como resultado de la permanente transferencia de recursos en la industrialización sustitutiva desde el campo hacia los sectores urbanos y particularmente hacia la rama industrial.
Con la dictadura militar de 1976 se interrumpe el modelo de industrialización sustitutiva y se construyó un nuevo modelo de acumulación: el sistema de valorización financiera. Este nuevo modelo produjo profundas modificaciones de la situación imperante en la Argentina hasta ese momento.
En otras palabras, a partir de 1976 se generó un corte en la historia argentina que llevó a cambios políticos, económicos y sociales. En particular, las políticas económicas implementadas por la dictadura militar provocaron una transformación radical del esquema de funcionamiento de la economía argentina vigente desde 1930, es decir, de la industrialización por sustitución de importaciones.
El programa económico aplicado por la dictadura militar produjo una reversión completa de las políticas implementadas en la industrialización sustitutiva, condenando los instrumentos utilizados en este modelo y proponiéndose como objetivos la apertura de la economía, la libre operación de los mercados de capitales, la desregulación de los diferentes mercados y un proceso de privatizaciones; dando por terminado la industrialización como objetivo de las políticas económicas.
Algunas de las consecuencias más importantes del nuevo modelo de acumulación fueron: a) la concentración del ingreso, b) el crecimiento de la deuda externa, c) el incremento de la fuga de capitales, d) la desindustrialización de la economía argentina y e) un aumento de la pauperización social. Revirtiendo, de esta manera, algunos de los rasgos más positivos que había logrado la economía argentina durante la industrialización sustitutiva.
Concentración del ingreso:
Con respecto a la concentración del ingreso, el proceso de valorización financiera no requería la expansión del consumo de los trabajadores al perder importancia para la mayoría de los capitalistas el mercado interno. De esta manera, el salario pasó a ser visualizado como un costo para la mayoría de los empresarios en lugar de ser percibido como un factor de demanda como en el modelo de acumulación anterior.
La nueva línea de contradicción que introdujo este modelo se estableció entre el capital concentrado en su conjunto, integrado principalmente por los conglomerados extranjeros y los grupos económicos locales, y los trabajadores; donde el primer grupo comenzó a presionar para la reducción del salario real y la concentración del ingreso.
Este objetivo del capital concentrado sería logrado en el primer año de la dictadura militar a través de la aplicación de tres medidas económicas: a) congelamiento salarial, b) eliminación del control de precios de las mercancías y c) una fuerte devaluación de la moneda nacional. La consecuencia inmediata de estas tres políticas económicas fue una caída abrupta del salario real de los trabajadores, como resultado del proceso inflacionario que se desató como consecuencia de las dos últimas medidas unido al congelamiento del salario nominal.
De esta forma, se generó una importante transferencia de recursos de los asalariados al capital. La clase trabajadora pasó de apropiarse el 45% del Producto Bruto Interno en 1975 a solamente el 28% en 1977; en forma paralela el capitalista que se apropiaba del 55% del producto en 1975 pasó a participar del 72% del mismo en 1977. Por lo tanto, se destruyó la “sociedad del empate” que había caracterizado a la industrialización sustitutiva.
Asimismo se produjo la ruptura de la alianza policlasista entre los sectores nacionales, es decir, entre la clase trabajadora y los grupos económicos locales. Estos últimos se aliaron al capital extranjero, debido a que el salario, como dijimos, se había transformado en un costo para el conjunto del capital concentrado.
De esta manera, a partir de la dictadura militar se verificó un cambio estructural regresivo en la distribución del ingreso, rompiendo con uno de los rasgos centrales que había caracterizado a la sociedad argentina durante el modelo de industrialización sustitutiva.
Crecimiento de la deuda externa:
Otra modificación importante introducida por el gobierno militar en la economía argentina fue la reforma financiera realizada en 1977. Durante la industrialización sustitutiva una de las funciones principales del Banco Central de la República Argentina era regular el sistema financiero, lo cual implicaba, entre otras cosas, regular la tasa de interés de la economía.
La reforma financiera introducida por la dictadura militar implicó la desregulación del sistema financiero y, por lo tanto, la liberalización de la tasa de interés. Es decir, la tasa de interés de la economía pasaba a ser fijada por el mercado.
Por otro lado, la reforma financiera prohibía al Banco Central financiar los déficit públicos como sucedía durante la industrialización sustitutiva. De esta manera, a partir de dicha reforma el déficit del Estado empezó a ser financiado en gran parte en el mercado financiero local. Este resultado, junto con la liberalización de la tasa de interés, produjo que la tasa de interés interna empezara a subir, incluso estableciéndose por encima de la tasa de interés internacional.
Este proceso se unió con otra política económica llevada a cabo por la dictadura: la liberalización de la cuenta de capital de la balanza de pagos; permitiendo que el sector privado, específicamente los grandes grupos económicos, pudieran pedir prestado dinero en el extranjero y fugarlo libremente.
Todas estas modificaciones posibilitaron que el capital concentrado interno se endeudara en el exterior a una tasa de interés relativamente más baja para colocarla en el sistema financiero local a una tasa de interés más elevada, es decir, valorizaban financieramente en el mercado interno la masa dineraria que pedían prestada en el extranjero. De esta manera, comenzó a generarse el gran incremento de la deuda externa privada argentina, motorizada por el capital concentrado interno.
Por último, con posterioridad a la crisis financiera argentina de 1981 y el estallido de la crisis mexicana al declarar la moratoria de
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