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Montesquieu


Enviado por   •  11 de Marzo de 2013  •  1.203 Palabras (5 Páginas)  •  329 Visitas

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Espíritu de las leyes, es decir, del espíritu según el cual son ó deben ser hechas las leyes, hemos empezado por una explicación exacta del significado de la palabra ley, y hemos sentado que esencialmente y privativamente significa una regla prescripta á nuestras acciones por una autoridad en la cual reconocemos el derecho de hacerla. Esta palabra pues es necesariamente relativa á la organizacion social, y solo ha podido ser inventada en el estado de la sociedad incipiente. Sin embargo por extension hemos llamado despues leyes de la naturaleza á las reglas que parecen seguir necesariamente todos los fenómenos que pasan á nuestra vista, considerando que se obran como si una autoridad invisible é inmutable hubiese ordenado á todos los seres que sigan ciertos modos en la accion recíproca de los unos sobre los otros. Estas reglas ó leyes de la naturaleza no son otra cosa que la expresion del modo con que suceden las cosas inevitablemente; y como nosotros nada podemos sobre este orden inevitable de las cosas, es preciso someternos á él, y con formar con él nuestras acciones y nuestras instituciones. Asi desde él primer paso hallamos que nuestras leyes positivas deben ser conformes á las leyes de nuestra naturaleza.

No todas nuestras diversas organizaciones sociales son igualmente conformes á este principio, ni todas tienen una tendencia igual á acercarse y someterse á él, y asi es esencial estudiarlas separadamente. Despues de haberlas examinado bien, hemos hallado ya en el segundo libro, que los gobiernos vienen todos á reducirse á dos clases; á saber, los que están fundados sobre los derechos generales de los hombres, y los que se pretenden fundados sobre ciertos derechos particulares.

Montesquieu no ha adoptado esta division: clasifica los gobiernos por la circunstancia accidental del número de los "hombres que son depositarios de la autoridad; y busca en el libro tercero cuáles son los principios motores, ó por mejor decir conservadores de cada especie de gobierno; y sienta que el principio del despotismo es el temor, el de la monarquía el honor, y el de la república la virtud. Estas aserciones pueden estar mas ó menos sujetas á la explicacion y disputa; pero sin negarlas absolutamente, creemos poder afirmar que de la discusion en que ellas nos han empeñado resulta que el principio de los gobiernos fundados sobre los derecho de los hombres es la razon. Nos reduciremos pues á esta conclusion que será confirmada por todo lo que digamos despues.

En el libro cuarto se trata de la educacion, y Montesquieu sienta que debe ser relativa al principio del gobierno para que éste pueda subsistir. Me parece que tiene razon, y yo saco de ello esta consecuencia: que los gobiernos que se apoyan sobre algunas ideas falsas y oscuras, no deben arriesgarse á dar á sus súbditos una educacion muy sólida: que los que necesitan mantener á ciertas clases en el envilecimiento y la opresion, no debe permitir que se instruyan; y que solamente los gobiernos fundados en la razon son los que pueden desear que la instruccion sea sana, fuerte y general.

Si los preceptos de la educacion deben ser relativos á los principios del gobierno, no puede dudarse que con mas razon deben serlo las leyes propiamente dichas, que son la educacion de los hombres hechos. Asi con efecto lo dice Montesquieu en el libro quinto, y por consiguiente no hay uno de los gobiernos de que habla al que no aconseje algunas medidas evidentemente contrarias á la justicia distributiva y á los sentimientos naturales del hombre.

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