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NEOLIBERALISMO


Enviado por   •  27 de Junio de 2015  •  844 Palabras (4 Páginas)  •  113 Visitas

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Pablo Ospina Peralta

En un artículo reciente, el periodista argentino Pablo Stefanoni hizo un interesante planteo de los términos del debate. La socialdemocracia europea abandonó a mediados del siglo XX toda veleidad anti – capitalista. No se engañaba a sí misma ni a los demás: solo buscaba un “buen capitalismo”.

En el debate alrededor de los gobiernos progresistas latinoamericanos, por el contrario, muchas veces las definiciones programáticas se sustituyen por la retórica. Esta pálida sustitución ocurre mucho más en los países andinos, donde el desmoronamiento de los sistemas políticos que acompañó la emergencia de los gobiernos progresistas, crea la sensación y el ambiente de una mayor radicalidad. En el cono sur, en Brasil o incluso en Perú, son muy pocos los que se hacen ilusiones: las reformas no se envuelven tampoco de radicalismos verbales altisonantes.

En Ecuador, las interpretaciones de las izquierdas que quedan en el gobierno difieren significativamente. Antiguos militantes comunistas, como Rafael Quintero y Erika Sylva, son fieles a la vieja idea de la revolución por etapas: la revolución ciudadana tiene un convencional proyecto de capitalismo de Estado que sentará las bases para un posible socialismo del futuro. Nuevos militantes nacidos y crecidos en la academia, como René Ramírez, apuestan a caracterizar el proyecto de cambio en la pauta de acumulación tal como se presenta en el “Plan del Buen Vivir” como una propuesta que conducirá a un “bio – socialismo republicano del SumakKausay”.

Creo que es lícito distinguir las ideas y propuestas concretas presentes en ese “Plan”, del modelo al que en realidad apuntan las políticas públicas de la revolución ciudadana. ¿Hacia dónde apuntan? Hacia lo que el presidente Rafael Correa en realidad cree. Cualquiera que haya leído sus escritos o seguido con atención sus discursos entenderá que el socialismo es para él exactamente igual a la doctrina social de la iglesia. Es decir, lo que la democracia cristiana de los años 1960 llamaba el “socialismo comunitario”. Podríamos llamarlo, para diferenciarlo del “buen capitalismo” de la socialdemocracia europea, un “capitalismo paternal” nacido de la acción de líderes esclarecidos y cristianos que velan por el bien común incluso a pesar, tal como lo dijo el presidente Correa en un reciente discurso, de la generalizada “mediocridad” cultural que está en la “raíz del subdesarrollo” y que caracteriza a los potenciales beneficiarios del nuevo modelo económico.

¿No tenemos alternativas? ¿Estamos condenados al mal menor? Empecemos diciendo que es mejor un capitalismo regulado y moderado por el Estado de bienestar que un capitalismo salvaje cuya noción de justicia es más o menos equivalente a la “responsabilidad social empresarial”. Digamos también que las alternativas auténticamente anti (o pos) capitalistas

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