Onflicto armado en la década de los años ochenta.

onflicto armado en la década de los años ochenta.

Reconocido como un destacado médico de los Servicios Salubristas del Frente Farabundo Martí, trabajó en la fundación del Equipo de Sanidad Militar y prestó su experiencia en dos frentes de guerra: Anastasio Aquino, San Vicente, y Apolinario Serrano, en Chalatenango.

Los comentarios del libro estuvieron a cargo de la Vice Rectora, Ana María Glower, y la Diputada Lorena Peña, quienes dejaron entrever la capacidad narrativa del autor para recrear ciertos pasajes del pasado, y su interés por la construcción de una auténtica Memoria Histórica.

Glower acotó que la lectura de Relatos de la Guerra fue un ejercicio rápido que impacta por su veracidad y el carácter del autor que pudo crear una “prosa amena y fresca, como las montañas donde vivió por muchos años”.

“Esto se lee de un solo tirón, sin soltar el aliento y entramos a conocer una vivencia dramática y horrísona, como es el retumbar de una guerra, pero con una carga de cariño y ternura que demuestra que el doctor Espinoza Fiallos es un escritor de pura cepa, que nos ha dado un libro magistral de sus vivencias”, afirmó.

Asimismo, la funcionaria reconoció en Eduardo Espinoza, a un hijo de la Universidad de El Salvador, nominado como el mejor estudiante de su promoción y quien luego del conflicto armado regresó a su “Alma Mater”, como Decano de la Facultad de Medicina (1999-2003), y luego fue Secretario de Relaciones Nacionales e Internacionales, en la segunda gestión de rectoría de la Ministra de Salud, María Isabel Rodríguez.

Mientras, la diputada Lorena Peña señaló el papel importante de Espinoza al recuperar la Memoria Histórica a través de una narrativa dinámica que presenta las verdaderas causas que llevaron a un grupo de la población a desafiar una fuerza militar que mantenía oprimida política, social, económica y culturalmente a una nación.

“No olvidemos, aquí hubo una cruenta dictadura militar a la que nos levantamos en armas los mejores hijos e hijas de El Salvador, no fue una guerra porque éramos violentos, era una oligarquía que aplastaba a sangre y fuego cualquier demanda económica o política, por eso fue necesaria esta guerra popular para cambiar al país, hacerlo más justo”, explicó.

Presenciar la Masacre de los estudiantes el 31 de julio de 1975, bastó para que Espinoza Fiallos definiera su destino a la clandestinidad, ingresando a las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), para fundar y organizar los “servicios médicos”.

“La Masacre del 30 de Julio de 1975, terminó con mi paciencia y generó como a muchos, un coraje e indignación, estaba dando consulta en el hospital del Seguro Social, cuando esa tarde presencié como asesinaban a los estudiantes universitarios, en la 25 Avenida Norte, junto a un compañero residente intentamos salir y recuperar a

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