PosGuerra
heberjulian22 de Septiembre de 2013
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PANORAMA GENERAL DE LA POSGUERRA
El 1° de marzo de 1870, con la muerte del Mariscal Francisco Solano López, concluyó el dilatado lustro del calvario nacional. Era el epílogo de una gran tragedia, de una guerra desigual y sangrienta. Fue quizás el primer caso de "guerra total", registrado en la historia contemporánea mundial. No hubo retaguardia. Todo el Paraguay se convirtió en trinchera de un extremo a otro. No sólo hombres, sino mujeres, no sólo adultos sino también niños empuñaron las armas. Con todo, la contienda no hizo mellas en la estructura económica, pues se produjo en el país todo cuanto se necesitaba. En los dos primeros años de contienda, mientras los hombres luchaban en el frente, las mujeres se convirtieron en las abastecedoras de alimentos y vestimentas. Más tarde combatieron a la par que los varones y como residentas o destinadas de esta hazaña, escribieron páginas de gloria.
Sin embargo, a pesar de tan magna epopeya se podía observar una desolación total. De la pujante y floreciente nación del período de los López, el Paraguay se redujo a un país en ruinas con escasos sobrevivientes. Se destruyó la riqueza pública y privada. Desaparecieron los organismos jurídicos, educativos y culturales y su población fue íntegramente disminuida. Todo debía iniciarse de nuevo.
El pueblo paraguayo solo, con sus propias y menguadas fuerzas principió la reconstrucción nacional, inclusive con el peso de la abrumadora deuda de guerra impuesta por los vencedores. La parte más difícil de la vasta empresa de resucitar al Paraguay, recayó sobre las mujeres. Ellas se hicieron agricultoras, comerciantes, industriales, y crearon un género de sociedad poligámica, permitiendo restaurar prontamente sus mermas demográficas. En esta nueva etapa, la ocupación primordial del sector masculino fue la política, tarea que absorbió gran parte de sus actividades, aunque algunos grupos también emplearon sus vitalidades en la reconstrucción económica y en la restauración educativa. El proceso de recuperación y desarrollo de la nación paraguaya es conocido por algunos historiadores como el período de la Patria Nueva12, denominación otorgada a la etapa posterior a 1870. Todo lo acontecido anteriormente hasta el gobierno de Francisco Solano López, quedaba atrás. La consigna nacional era el de comenzar un nuevo Paraguay en todos los órdenes y es en este lapso -el de la posguerra- en que nacen los hombres y mujeres que a través de la literatura, filosofía, educación, arte, historia, política y economía transformaron con sus aportes la sociedad paraguaya. Esta prodigiosa fecundación cultural, nunca antes producida en el país, es conocida como la "Generación del novecientos". Empero, no debe olvidarse que también la participación foránea coadyuvó de manera importante en la realización de las obras paraguayas.
La presencia extranjera se registra desde un tiempo antes de la finalización de la guerra. A partir del l ° de enero de 1869, las fuerzas enemigas hicieron su entrada en la capital paraguaya. En ese tiempo, Asunción fue presa del pillaje y despojo. Los efectos, menajes, mobiliarios, utensilios y demás pertenencias de las familias de la sociedad paraguaya eran llevados al puerto para ser embarcados con destino a Buenos Aires y Río de Janeiro. Tanto de día como de noche se realizaba la conducción de dichos enseres. Las legaciones extranjeras, el Club Nacional y las residencias asuncenas fueron desvalijadas.
Pese a todo, Asunción fue repoblándose paulatinamente por personas de diversos orígenes y procedencias. Un gran porcentaje de mujeres y niños recorrían las arenosas calles en busca de sustento y alojamiento.
Además, un importante número de varones arribó al país, Entre ellos, paraguayos y varios extranjeros de distintas nacionalidades, a más de muchos comerciantes y especuladores que acompañaran a las fuerzas invasoras o que atraídos por la curiosidad llegaron para observar al Paraguay en ruinas. Del primer conjunto de hombres, citamos a varios paraguayos calificados que regresaban del exterior. Los ex becarios, los diplomáticos del gobierno de Solano López, ausentes durante el conflicto. Otros fueron los prisioneros liberados o los fugitivos del ejército paraguayo y también los jefes y oficiales de la Legión Paraguaya, pero todos infundidos por una intensa preocupación: reorganizar la nación como Estado soberano y tratar de solucionar las cuestiones de límites con los representantes de la alianza tripartita14.
La tarea de reconstrucción nacional presentó una serie de dificultades, no sólo porque aun estaba vivo el recuerdo vivido durante los cinco años de tragedia, sino también por las inmensas pérdidas en todos los órdenes ocasionadas por la guerra. La primera de ellas fue la demográfica. En 1862, el Paraguay registraba una población aproximada de unos 450.000 habitantes. En 1872 se realizó un censo que arrojó la cifra de 230.000 personas, de las cuales 30.000 eran extranjeros, casi todos integrantes del ejército de ocupación. Gran parte de los sobrevivientes eran mujeres, niños y ancianos. Sólo unos 28.000 varones contaban más de 14 años. Sin embargo, en los años posteriores este desequilibrio demográfico no tuvo efectos negativos, pues muy pronto, por la escasez varonil proliferaron las descendencias ilegítimas y las familias matriarcales, motivo de un progresivo repoblamiento del país.
En cuanto al desarrollo económico, debemos acotar que el sistema de comunicaciones establecido durante el gobierno de los López, los arsenales y los astilleros instalados en la ribera del río Paraguay, la fundición de hierro en Ybycuí, la construcción del ferrocarril, el telégrafo, y otros adelantos técnicos fueron bruscamente interrumpidos por la guerra. Además, todos los técnicos fallecieron durante la contienda, de tal forma que los sobrevivientes desconocían los oficios en los cuales sus antecesores se habían desempeñado de manera competente e idónea.
Casi toda la reconstrucción económica del país recayó en la población femenina. Fueron las mujeres de todas las condiciones sociales, quienes se dedicaron a las tareas agropecuarias, al comercio y a la industria.
Estas mujeres comercializaban sus productos en los mercados. Viajaban de una localidad a otra comprando y vendiendo, estibando sus productos en los puertos del país y abasteciendo a casi toda la población. Igualmente, se volvieron a incentivar las industrias caseras, muy corrientes, durante la dictadura francista. Entre ellas el tabaco, miel, dulces, tejidos, etc.
Con relación a las vías de comunicaciones, los caminos reales existentes desde el período colonial, las picadas y puentes fueron destruidos durante la guerra. Gran parte de las vías ferrocarrileras fueron arruinadas por las tropas paraguayas en su retirada. Algunos vagones del tren fueron llevados a la Argentina. La marina mercante, tan próspera durante el gobierno de don Carlos A. López, había desaparecido después de la batalla de Riachuelo, dejando al país sin marina mercante propia. A la pérdida de los transportes se sumó la ruina física de las industrias tan florecientes antes de la guerra, como la Fundición de Ybycuí, destruida por las tropas imperiales a mediados de 1869, y gran parte de las maquinarias y herramientas de los Arsenales y Astilleros fue trasladada al Brasil.
La explotación agropecuaria también había sufrido cuantiosas pérdidas. Antes de la contienda, el Paraguay contaba con una existencia de más de dos millones de animales vacunos criados en las estancias de la Patria y en haciendas particulares. En 1870, bajó a sólo 15.000 cabezas. De las 205.000 has. cultivadas en todo el territorio nacional, en el primer lustro de la posguerra se redujeron a 64.000 has.
La situación socio-económica del Paraguay en esta etapa había retrocedido más de un siglo, y en estas condiciones el país haría su entrada al concierto internacional, en condiciones excesivamente inferiores frente a los dos estados vecinos y victoriosos.
Antes de finalizar la contienda y durante los primeros meses de la ocupación aliada, la educación mereció una interesante prioridad. Se abrieron varias escuelas municipales a partir del segundo semestre de 1869. Asunción Escalada, nieta del ilustre educador Juan Pedro Escalada, fundó el primer colegio de niñas en la capital. Posteriormente, notables educadores, tanto nacionales como extranjeros, llegaron al país y en breve tiempo fundaron institutos de primera y segunda enseñanza. En la última década del siglo, abrió sus puertas la Universidad Nacional de Asunción.
En cuanto al aspecto político, el período de la posguerra está caracterizado por una serie de guerras civiles, asonadas y magnicidios15.
Con el propósito de instituir un gobierno provisorio, varios ciudadanos, influenciados por los representantes de las fuerzas aliadas, entre los que se citan al canciller imperial José María Da Silva Paranhos y al representante argentino, José Roque Pérez, intercambiaron opiniones acerca de la mejor manera de establecer una autoridad que asumiese la representación del Estado paraguayo. Se convocó a diversas reuniones en donde desde los inicios, se advirtieron dos tendencias antagónicas que posteriormente se concretarían en la fundación de los partidos políticos. Como resultado de las reuniones, el 25 de agosto de 1869 fueron nominados para representar al gobierno del Paraguay: Carlos Loizaga, Cirilo Antonio Rivarola y José Díaz de Bedoya16.
Una de las primeras medidas del Triunvirato consistió en declarar a
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