Recreación Durante La Nueva España

Además de las reuniones sociales, a la gente le fascinaba concurrir a las corridas de toros, pasear por la Alameda, asistir al Teatro, o a partir del 8 de diciembre en que comenzaba la temporada de verano, también concurrir al río a bañarse.

La primera de las corridas de toros que se tenga noticia ocurrió en 1609 y se cree que se realizó en la Plaza Mayor.

La plaza fue convenientemente preparada, se hizo un piso de arena apisonada y regada por los carros aguateros y se la cercó.

Por otra parte se hicieron graderías para el público. Cuando se construyó el Cabildo, el balcón se usó como palco para los vecinos más importantes.

La primera construcción específica data de 1790. Raimundo Mariño la levantó en el Hueco de Montserrat, a pedido de los vecinos que pensaron que esto beneficiaría al vecindario, ya que estaban cansados de las pulperías, carretas, animales que poblaban la zona.

La casa de Azcuénaga, posteriormente de Basavilbaso y luego alquilada para que funcionara la Aduana Vieja, sirvió de palco para las autoridades. La construcción de la Plaza de Toros se hizo de madera. Albergaba aproximadamente a 2000 personas.

Poco tiempo duró la Plaza, porque los vecinos se dieron cuenta que la situación era peor que antes. En 1799 se la demolió.

En 1801 se construyó otra en el Retiro. Fue obra de Martín Boneo, quien también fue intendente de policía. Estuvo ubicada en el extremo S.O. de la actual plaza San Martín, entre Santa Fe y Marcelo T. de Alvear y Miapú. Su entrada estaba sobre la hoy calle Sargento Cabral. Era una construcción circular que albergaba a 10.000 personas. En la parte alta tenía palcos de madera y en la baja una gradería. En las primeras épocas sólo tomaba parte lo mejor de Buenos Aires, porque era un juego de caballeros. E inclusive era de a caballo. Pero cuando con Felipe V el juego cayó en desgracia, se lo dejó para los mulatos y mestizos. Entonces se empezó a lidiar a pie. Más adelante volvió el caballo con los picadores. La ceremonia de presentación fue muy interesante, al toque de clarín aparecía el aguacil quien solicitaba la llave para abrir el toril y de este modo dar lugar a la salida al ruedo del toro.

La última corrida de toros se hizo en 1819. El Director Supremo Rondeau suprimió este entretenimiento, se demolió el edificio y allí se construyó el cuartel de Retiro.

Existía también otro elemento de recreación, mirar el río o pasear por el paseo costanero que mandó construir el virrey Vértiz, el que por entonces se conocía con el nombre de Paseo de la Alameda.

En un principio sólo tenía 4 cuadras. A sus lados se plantaron álamos, sauces, y ombúes. Se construyeron bancos de ladrillos para que los paseantes pudieran descansar. Más adelante se extendió hacia el norte, y se cambió su nombre por el del Paseo de la Ribera.

En la época de Rosas se dispuso que se lo llamara Paseo de la Encarnación en homenaje a la esposa de Rosas, pero éste no lo aceptó y decidió llamarlo Paseo de Julio.

El 8 de diciembre de cada año comenzaba con la bendición de las aguas la temporada de baño.

Los comerciantes concurrían al río a bañarse, alrededor de las 10 de la noche. También el anochecer era la hora preferida por la alta sociedad, para entrar al río.

A pesar de los peligros que implicaba salir a esas horas de la noche y la penumbra en que se vivía, el pudor era muy fuerte. Los criterios moralizantes de esa época hicieron que el virrey Cisneros dictara un "Auto de Buen Gobierno", en 1809. Según éste, se prohibía bañarse en los sitios que estaban a la vista del Paseo del Bajo, y sólo se podía hacer de noche, "observando decencia, quietud y buen orden". Todo esto era debido a "el exceso que se comete en los baños públicos, en la ribera del río".

El gusto por el teatro hizo que en 1778 el virrey Vértiz inaugurara

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