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República de 1830


Enviado por   •  25 de Abril de 2013  •  Informes  •  2.033 Palabras (9 Páginas)  •  304 Visitas

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nLa República de 1830, en lo que respecta a estructura social, no difería mayormente de la sociedad colonial. En este sentido puede considerársela como continuación estructural del periodo de la colonia, cuyo sistema económico no sufrió modificaciones fundamentales con la guerra de independencia. Continuó, pues, en la República el predominio de los terratenientes. La propiedad territorial siguió en manos de los antiguos propietarios blancos y sus descendientes, a los cuales se agregó, a partir de la guerra de independencia, un sector de caudillos militares que pasaron a ser también grandes propietarios. Después de 1830 siguió subsistiendo una sociedad heterogéneo, en la cual se mezclaban relaciones feudales de producción con relaciones esclavistas y formas incipientes de capitalismo. La oligarquía terrateniente monopolizaba la tierra y en algunos casos, era, además dueña de la mano de obra esclava. Los terratenientes en las haciendas esclavistas, concentraban la propiedad de todos los factores productivos. Fuera de las haciendas esclavistas, en los latifundios, los campesinos no poseían más que sus propios aperos y útiles de trabajo, pero estaban sometidos por los latifundistas, a quienes debían pagar rentas, en dinero o en especie, por trabajar la parcela que se les cedía dentro de la propiedad.

Los peones devengaban salarios miserables que les eran pagados en fichas con las cuales de los artículos de primera necesidad a los peones sobrepasaban en 200% los precios usuales en las poblaciones. Hasta 1913. los salarios de los peones en las haciendas oscilaban entre 2 y 3 bolívares diarios para los hombres y 1 y 1,50 para las mujeres.

Con tan bajos salarios los trabajadores se velan forzados a contraer deudas con los terratenientes a los cuales pedían créditos en dinero o en artículos de la bodega. Estas deudas tuvieron carácter hereditario. "Si el peón fallecía, su mujer y sus hijos y los pocos bienes familiares responden ante el amo del pasivo del jefe de familia". Al terminar la guerra, la masa de soldados, en su totalidad de origen campesino, volvieron a sus lugares de origen; pero allí se encontraron sin hogar ni trabajo, frente a los antiguos propietarios que mantenían el mismo sistema de explotación a la población rural. Muchos de estos ex-soldados, impelidos por el malestar económico, constituían bandas armadas que "mataban las reses esparcidas en las sabanas, sin más objeto que apoderarse de los cueros y el sebo, para venderlos".

Esta situación predominante en los llanos, era consecuencia directa del malestar económico que agitaba a las masas rurales después de la guerra; y continuó siendo un elemento explosivo que con frecuencia dio origen a sublevaciones, levantamientos y guerras civiles durante todo el período de la Venezuela agropecuaria. "No pocas veces los militares descontentos incorporaron bajo sus banderas a la famélica masa humana que vegeta en los latifundios o deambula aguerrillada por los llanos y serranías" (Federico Brito Figueroa. Ensayos de Historia Social de Venezuela). “Diversas regiones del país se hallaban constantemente asoladas por bandoleros, algunos con la connivencia de las autoridades. Nadie se aventuraba por los caminos sin una buena escolta. Prácticamente no pasaba día sin que alguien fuese perseguido por revolucionario o conspirador”. (Antonio Arraiz. "El Nacional").

Desde 1830 los gobiernos dictaron severas medidas para castigar a los culpables de estos hechos. La "Ley sobre Conspiradores" de 1831 y la "Ley de Hurtos" de 1836, constituyeron los instrumentos de represión que aplicó el gobierno contra los jefes y participantes de estas bandas armadas. La mencionada Ley de Hurtos traía la siguiente disposición:

"Los capitanes o cabezas de gavillas que infesten ciudades o caminos sufrirán la pena del último suplicio, y los demás cómplices la de ciento cincuenta azotes distribuidos en tres porciones de quince en quince días y diez años de presidio. Para los hurtos de cien a quinientos pesos se impondrán al reo cincuenta azotes de dolor y dos años de trabajo en las obras públicas. De quinientos a mil pesos, el mismo número de azotes y cuatro años de trabajos forzados; y de mil pesos en adelante setenta y cinco azotes, con seis años de presidio".

Estos severos castigos, inspirados por los latifundistas, no alcanzaron nunca a los caudillos principales que conspiraron y se alzaron contra el gobierno, a los cuales, con harta frecuencia se les perdonaron sus intentonas y se les ofrecieron indultos y garantías. Pero sí se aplicaron a quienes promovieron la lucha contra el poder local y las propiedades de los latifundistas. Sin embargo, a pesar del rigor de estas leyes, continuó el malestar social y los alzamientos de las masas rurales como expresión de la lucha contra la oligarquía terrateniente.

Con la sucesión de dictaduras militares, desde la independencia en 1821 hasta el golpe de estado contra la dictadura del presidente Marcos Pérez Jiménez y la subsiguiente junta militar en 1958 período de 137 años, se redactaron, promulgaron e ignoraron más de 20 constituciones. Más de 50 revueltas armadas cobraron víctimas en vidas y propiedades. Los partidos políticos significaban muy poco y los principios políticos incluso menos. En resumidas cuentas, Venezuela exhibió las características de una sociedad autoritaria tradicional hasta que comenzó el auge de la industria petrolera después de la Segunda Guerra Mundial.

Teniendo esto en cuenta se puede concluir, que el sistema político venezolano ha sido construido en base a un pacto entre miembros de las élites, en el cual los partidos políticos dominantes y sus líderes "caudillescos" eran los actores principales.

CAUDILLISMO HOY

El desorden político que se ha generado en Venezuela y otras partes de América Latina por la reciente transición política y económica que desafía el statu quo de comodidad, o que no satisface las expectativas de la gente, abre el camino a serios problemas de estabilidad. En estas condiciones y dada la tradición política autoritaria en América Latina, los líderes ambiciosos se dan cuenta que es fácil explotar las quejas populares para impulsarse al poder y enquistarse en él. El éxito de estos líderes es el resultado de promesas solemnes hechas directamente a las masas de resolver los problemas nacionales e individuales sin considerar los procesos democráticos lentos, obstruccionistas y corruptos. Por lo tanto, mediante movilizaciones masivas, demostraciones de apoyo y coacción sutil o no sutil, los líderes populistas demagógicos están en posición de reclamar un mandato para ponerse encima de las elecciones, los partidos políticos,

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