Ruta De Juarez
kaname00124 de Septiembre de 2013
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República itinerante, la ruta de Juárez
Excélsior recorrió el mismo camino que el Benemérito hace 150 años, cuando, perseguido por los franceses, tuvo que gobernar en una caravana hacia el norte.
26/05/2013 08:03 Textos y fotos: Arturo Páramo
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CIUDAD DE MÉXICO, 26 de mayo.- Hace 150 años se escribió una de las épicas de la historia de este país de la que poco se habla en los libros de texto. El 17 de mayo, la ciudad de Puebla había caído ante el ejército francés y era inminente la invasión a la Ciudad de México. Benito Juárez decidió que era necesario salir de la ciudad rumbo al norte del país.
Durante cuatro años tuvo que combatir un ejército invasor, y a mexicanos imperialistas, encabezando un gobierno en bancarrota. Cruzó sierras, desiertos, se detuvo en ciudades, pasó por rancherías, llevó a cuestas el Archivo de la Nación, perdió hijos, tragó tierra de las sierras, de desierto, polvo de mares desaparecidos, cruzó cañones y se mantuvo firme, inflexible ante el intento de establecer un imperio en México, entre 1863 y 1867.
Su paso hacia el norte ha sido marcado con placas de mármol o de metal. Los sitios donde durmió, donde estuvo sólo unas horas para comer, donde se detuvo para firmar algún decreto, para tratar de reconstruir la hacienda pública, para reorganizar al ejército, para repartir tierras, para pedir favores a campesinos que se convirtieron en héroes, son señalados con letras talladas en piedra o fundidas en hierro.
En honor al Benemérito, se erigieron monumentos, se han fundido bustos y esculturas de cuerpo entero, se pintan de dorado efigies en yeso, se han erigido columnas, se esculpió su rostro en cera, se bautizaron plazas, calles, avenidas, ciudades; se han montado museos, se ha puesto su nombre a oficinas, salones y despachos.
Hermenegildo Benítez, en Tepeji del Río, cuenta que al carruaje se le rompió una rueda y se detuvo a repararla durante dos semanas. Lo real es que sólo durmió una noche en ese pueblo.
José Velázquez, cronista de San Juan del Río, relata que al ser pro imperialista, el hombre que tenía la mejor casa no le permitió a Juárez pasar la noche ahí. El Presidente, en venganza, sí pernoctó cuando regresó triunfante cuatro años después.
Eduardo Rabell, maestro en historia, asegura que la casa que ocupo Juárez en Querétaro era la de José María Arteaga, contigua a la que fuera de La Corregidora, ya anexadas ambas. A su regreso, en 1867, Juárez se hospedó una noche en el edificio del actual Archivo Histórico de Querétaro. Cerca de la medianoche bajó al mezzanine a contemplar el cuerpo embalsamado de Maximiliano.
“Era flaco, era alto, más bien era feo”, habría dicho Juárez en el único momento en que estuvo frente a su enemigo, al que no perdonó la vida.
En el Palacio de Gobierno de San Luis Potosí, Anabel, quien está a cargo de los recorridos por las habitaciones que ocupó Juárez, relata que los visitantes entran como si fuera una iglesia, en silencio.
La joven Ileana, en Congregación Hidalgo, antes Gatuño, es sucesora de los campesinos que guardaron el Archivo de la Nación, y mantiene por su esfuerzo personal y el de su familia el Museo Juarista, donde guarda una importante colección de fotos, óleos, muebles de la época, y dos reliquias de Juárez: una foto autografiada y una cartera.
Cerca de ahí, en la sierra, se localiza la Cueva del Tabaco. Cuando Benito Juárez y su comitiva sentían que el ejército francés acechaba al Presidente, decidió abandonar al que llamaba su “tesoro”; lo encargó a los campesinos para que lo escondieran en las montañas y siguió su camino. Los campesinos soportaron torturas del ejército francés pero no traicionaron a Juárez.
En Chihuahua, donde permaneció casi dos años (con idas y vueltas a Paso del Norte, hoy Ciudad Juárez), se montó un museo donde Lizdebeth relata la estancia del Benemérito.
De Juárez se veneran sus retratos en óleo, las reproducciones de fotografías, se rinde culto a las copias de su máscara mortuoria, se replican las carrozas negras en un intento de imaginar aquel recio vehículo en el que cruzó Juárez el país que aún no era una nación sino un enorme territorio semiabandonado.
La República era, durante aquellos años, una fina línea de polvo que levantaba la caravana presidencial cruzando planicies, flanqueando cañones, atravesando puentes, entrando en rancherías, llegando a ciudades y escuchando discursos de adhesión mientras en el centro del país, se afianzaba el intento imperial. Era un territorio casi desierto, marcado por el Camino Real Tierra Adentro.
Con su viaje, su estancia en todas estas ciudades, Juárez logró, tal vez sin proponérselo, crear el concepto de la nación mexicana.
Tepeji, el inicio de la aventura
La caravana encabezada por Benito Juárez salió de la Ciudad de México el 31 de mayo de 1863 rumbo al norte del país. Su primera parada ocurrió en el pueblo de Tepeji del Río, a 67 kilómetros de la capital de la República, en el actual Hidalgo.
Hermenegildo Benítez, ex profesor de primaria ya jubilado, relata una historia que ha sido transmitida desde hace varias generaciones.
“Cuentan los abuelos que a Benito Juárez se le rompió una rueda del carruaje y tuvo que detenerse a repararla en el pueblo de San Ildefonso, en Tepeji del Río. Estuvo varios días visitando comunidades, conociendo las condiciones de pobreza de los pobladores y de las rancherías.
“Platicó con las autoridades de aquel entonces y le recomendaron que se hospedara en la casa de la señora Matías, persona con recursos. Era donde podía este seguro porque tenía paredes de cantera, de tepetate y cal”, platicó Benítez en su casa de la calle Juárez del poblado.
Al paso del tiempo, la dueña de la casa la heredó y fue demolida hace años.
Actualmente, las escuelas primarias del poblado se llaman Benito Juárez y 21 de Marzo. En el patio hay un busto de yeso del Benemérito pintado de dorado.
En realidad Juárez sólo pasó una noche en Tepeji, rumbo a San Juan del Río.
Desairado en San Juan del Río
José Velázquez, cronista de San Juan del Río, cuenta que cuando Juárez llegó a ese poblado rumbo a Querétaro pretendía hospedarse en la mejor casa del lugar ubicada en el Camino Real, propiedad de un hombre apellidado Uribe; sin embargo, su dueño era pro imperialista por lo que no le permitieron pernoctar ahí.
Juárez tuvo que pasar la noche en una casa de la actual calle 16 de Septiembre y proseguir su camino al día siguiente.
“Cuando regresa ya triunfante ahora sí, dice, me quedo aquí; el señor Uribe tuvo que salir rumbo a Querétaro durante el sitio a Maximiliano”, explicó Velázquez, quien dirige el estudio de fotografías más antiguo de San Juan del Río.
Juárez salió del pueblo a través del puente que cruza sobre el río San Juan y que según Velázquez es uno de los sitios más históricos del país.
Al ser un poblado de paso desde la Ciudad de México hacia el norte, el puente era el único paso sobre el río San Juan, por lo que por ahí cruzaron el Ejército Insurgente, el ejército de Estados Unidos, Juárez y su caravana en su gobierno itinerante, y los ejércitos revolucionarios.
Llega a un Querétaro dividido
Cuando Juárez ingresa en Querétaro fue recibido en la casa de José María Arteaga. Los queretanos estaban divididos entre imperialistas y republicanos, explicó el investigador Eduardo Rabell, lo que no ofrecía las mejores condiciones para resistir al ejército francés.
Juárez sólo se quedó durante una noche en la casa de Arteaga que actualmente ha sido anexada a la que fuera casa de los corregidores Miguel Domínguez y Josefa Ortiz. De esa casa no quedan huellas ni placas conmemorativas. En medio del patio de la casa fue erigido un ascensor.
Querétaro, relata, “estaba profundamente dividida, pues mientras había padres de familia que eran imperialistas, sus hijos eran republicanos”.
Tras salir de Querétaro, Juárez se dirigió a San Miguel de Allende y Dolores.
Se establece en San Luis Potosí
El 7 de mayo de 1863 Juárez llegó a la ciudad de San Luis Potosí. Ahí reacomodó su gabinete y nombró a Manuel Doblado, Felipe Berriozábal, Ignacio Comonfort, Miguel Negrete, Sebastián Lerdo de
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